Tristeza y dolor al visitar a difuntos

lunes, 3 de noviembre de 20140 comentarios



Raúl Ma­cías

Su pa­so tran­qui­lo, co­mo si un pie le pi­die­ra per­mi­so al otro pa­ra mo­ver­se; era en­ten­di­ble, a sus 90 años do­ña Fe­li­pa se apo­ya de un bas­tón pa­ra des­pla­zar­se. Sus "do­len­cias", co­mo lla­ma a sus en­fer­me­da­des, no fue­ron la cau­san­te pa­ra no ir a vi­si­tar a su "vie­ji­to" al pan­teón; en la tum­ba pi­dió le ayu­da­ran pa­ra acer­car­se y en un des­cui­do, en su ma­no afe­rró un po­co de tie­rra que co­bi­ja al ser ama­do.

Las lá­gri­mas no se hi­cie­ron es­pe­rar, su pu­ño no sol­ta­ba la tie­rra, y el do­lor cre­ció más, cuan­do cer­ca de ahí unos ma­ria­chis en­to­na­ban el "Amor Eter­no"; eter­no co­mo fue el amor que se ju­ró ha­ce 70 años con quien ya par­tió; eter­no co­mo el Uni­ver­so; eter­no co­mo sien­te el do­lor de la au­sen­cia, de no es­cu­char su ri­sa, de no es­cu­char el llan­to: sim­ple­men­te del si­len­cio se­pul­cral que día a día rei­na en su ho­gar.

De nue­vo pi­dió ser ayu­da­da pa­ra in­cor­po­rar­se, y al es­tar de pie co­men­zó a di­ri­gir a los hi­jos y nie­tos pa­ra que lim­pia­ran la hu­mil­de tum­ba; ésas don­de las flo­res se de­jan a flor de tie­rra, don­de los flo­re­ros son la­tas de chi­les; pe­ro en don­de igual se llo­ra que en un mau­so­leo.

Aquí las ro­sas, cla­ve­les y cem­pa­sú­chil son re­ga­das con lá­gri­mas, con lí­qui­do sa­la­do que sa­le del al­ma.

Don­de el re­cuer­do de lo vi­vi­do es­tru­ja el co­ra­zón; ese dé­bil mús­cu­lo que se ha que­bran­ta­do por­que no en­cuen­tra el ali­vio al do­lor de la au­sen­cia, al so­la­men­te so­ñar al ser ama­do sin po­der­lo ver; pe­ro a la vez ima­gi­nan­do que en bre­ve se po­drán reu­nir en el más allá; en don­de se en­cuen­tra el pa­raí­so pro­me­ti­do. Don­de el al­ma no su­fre los pe­sa­res del tiem­po ni los do­lo­res cor­po­ra­les.

Me­tros ade­lan­te, qui­zá en otros pan­teo­nes se vi­vió el mis­mo su­fri­mien­to de la au­sen­cia; en to­das las tum­bas que se en­con­tra­ban ador­na­das ha­bía flo­res que fue­ron re­ga­das por las lá­gri­mas de los fa­mi­lia­res; se re­cor­dó a la ma­dre ejem­plar, a la ami­ga, a la con­fi­den­te, pe­ro tam­bién al pa­dre, a quien des­de pe­que­ños los lle­vó en­tre los bra­zos, que hi­zo to­do a su al­can­ce pa­ra no ver­les su­frir.

Era el mo­men­to me­nos de­sea­do, don­de se en­tien­den las le­tras de las can­cio­nes, don­de se can­tan con el al­ma, con el co­ra­zón des­tro­za­do; don­de ca­da es­tro­fa mar­ca más la ci­ca­triz del re­cuer­do de quien no se en­cuen­tra en la tie­rra, "pe­ro sí en nues­tros co­ra­zo­nes", ase­gu­ra­ban quie­nes en mo­men­tos se­ca­ban sus lá­gri­mas y son­reían, pe­ro que no po­dían sa­car ese nu­do que se les ha­cía en la gar­gan­ta.



re­gre­sa­ron

al mas alla



Los ca­mi­nos ela­bo­ra­dos con flo­res de cem­pa­sú­chil, hoy se­rán re­ti­ra­dos de las afue­ras de los ho­ga­res en Tlá­huac, así co­mo tam­bién las lám­pa­ras ten­drán que de­jar de alum­brar, por­que los po­bla­do­res vol­vie­ron a cum­plir con sus se­res que­ri­dos, les in­di­ca­ron con flo­res y luz su pa­so has­ta don­de vi­vie­ron, en don­de les aguar­da­ron los ali­men­tos que más les gus­ta­ban en vi­da.

Pe­ro ayer re­gre­sa­ron al más allá; a don­de re­po­san las al­mas que de­jan un do­lor den­tro de sus pa­rien­tes que gus­to­sos los es­pe­ran to­dos los años en días de los fie­les di­fun­tos.

El pa­sa­do sá­ba­do se cum­plió con el cui­da­do de las tum­bas de los ni­ños; de los an­ge­li­tos que re­ci­bie­ron co­mo ofren­das cien­tos de dul­ces y re­ba­na­das de pas­tel; eso sin ol­vi­dar sus glo­bos y ju­gue­tes.

Mix­quic ayer vi­vió una ma­dru­ga­da y res­to del día lle­no de al­ga­ra­bía; las fa­mi­lias en el pan­teón se en­con­tra­ban en ple­na reu­nión con las al­mas de sus se­res que­ri­dos. Bai­la­ban y en com­ple­ta ar­mo­nía se dis­pu­sie­ron a de­gus­tar los ali­men­tos que fue­ron pre­pa­ra­dos es­pe­cial­men­te pa­ra los au­sen­tes, aun­que tam­bién los deu­dos lle­va­ron el "ita­ca­te" y en al­gu­nos ca­sos, el "po­mo".

Pe­ro en otras tum­bas ha­bía per­so­nas re­zan­do y lim­pian­do la lá­pi­da, mien­tras que los ni­ños se es­ca­pa­ban por mo­men­tos y de­ja­ban a los adul­tos en su tris­te pe­nar.

Mu­chos de los fie­les en las tra­di­cio­nes me­xi­ca­nas, per­ma­ne­cie­ron en el cam­po­san­to; ahí, co­mo si fue­ra la vez del de­ce­so, ve­la­ron a sus fa­mi­lia­res, in­clu­so hu­bo quie­nes "pla­ti­ca­ban" con ellos y les de­cían có­mo les va en la vi­da te­rre­nal

.Así fue­ron pa­san­do las ho­ras, en­tre el do­lor y las tra­di­cio­nes; pe­ro cuan­do iba ca­yen­do la no­che la gen­te co­men­zó a sen­tir más el do­lor, fal­ta­ban un par de ho­ras pa­ra que se di­je­ran "has­ta pron­to", o has­ta el año si­guien­te.

Más tar­de se di­ri­gie­ron ca­da uno a sus ho­ga­res, en don­de ya es­te día se le­van­ta­rán las ofren­das y los "vi­vos" le en­tra­rán con to­do a lo que se pue­da co­mer.

Por su par­te las au­to­ri­da­des se­ña­la­ron que fue­ron más de más de 200,000 per­so­nas las que acu­die­ron es­te fin de se­ma­na a Mix­quic, don­de se vi­ven las tra­di­cio­nes, don­de la muer­te es res­pe­ta­da, pe­ro so­bre to­do, don­de se le alum­bra el ca­mi­no a sus fie­les di­fun­tos pa­ra que lle­guen a con­vi­vir con ellos, pa­ra así, lue­go de dos días, des­pe­dir­se de ellos y de­sear­les un ca­mi­no lle­no de luz y ben­di­cio­nes
.
Share this article :

Publicar un comentario

Labels

JUSTICIA (39) POLITICA (18) REPUBLICA (16) POLICIA (12) CIUDAD (4) ECONOMIA (4) DEPORTES (2) ESTADOS (1) SOCIEDAD (1)
 
Support : Creating Website | Johny Template | Mas Template
Copyright © 2011. NOTIREDMEXICO - All Rights Reserved
Template Created by Creating Website Published by Mas Template
Proudly powered by Blogger