La misa celebrada en Santa Marta, donde se aloja el Papa, ha estado dedicada a la fiesta litúrgica de la Basílica de San Juan de Letrán, la catedral de Roma, cuidad de la que el Pontífice es obispo.
"La Basílica de Letrán es la catedral de Roma y madre de todas las iglesias de la urbe y del orbe", afirmó.
En una breve homilía, el Pontífice se centró en la lectura de Ezequiel, y en el salmo 45, sobre el agua que surge del templo y alegra la ciudad de Dios, imagen de la gracia que sostiene y alienta la vida de la iglesia.
De la segunda lectura, la carta de San Pablo a los Corintios, ha subrayado la imagen de la piedra, que es Jesucristo, fundamento sobre el que se ha construido la Iglesia.
Del Evangelio de la purificación del Templo, símbolo de la reforma de la Iglesia, señaló: "la Iglesia debe ser siempre reformada, Ecclesia semper reformanda, porque los miembros de la Iglesia "son siempre pecadores y necesitan convertirse".
El Papa terminó invitando a los fieles a rezar para que la Iglesia pueda siempre "hacer correr el agua de la gracia, que esté fundada siempre en Cristo, permanezcan fieles a ella y sus miembros se ejen convertir siempre a Jesús".
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