Se les acaba el amor; di­vor­cios en México al alza

J. Adal­ber­to Vi­lla­sa­na


Cre­ce el nú­me­ro de di­vor­cios en Mé­xi­co, y ca­da año au­men­ta el nú­me­ro, re­ve­la Ro­lan­do Díaz Lo­ving, de la Fa­cul­tad de Psi­co­lo­gía de la UNAM, quien in­di­có que los es­ta­dos más tra­di­cio­na­les, don­de el ín­di­ce es más ba­jo, tie­nen in­di­cios de vio­len­cia in­tra­fa­mi­liar más al­tos.

En 1980 por ca­da 100 ma­tri­mo­nios ha­bía 4 di­vor­cios; en 1990 y 2000, se ele­vó a po­co más de 7 y pa­ra 2011, a 16, in­di­có el es­pe­cia­lis­ta. 

Las ci­fras re­ve­lan que en los úl­ti­mos años el nú­me­ro de di­vor­cios en Mé­xi­co au­men­tó con­si­de­ra­ble­men­te. De acuer­do con da­tos del INE­GI, en 2009 se re­gis­tra­ron 84,302, en 2010 la ci­fra cre­ció a 86,042 y en 2011 a 91,285.

Co­mo lo ex­pli­có, en 1980 por ca­da 100 ma­tri­mo­nios ha­bía 4 di­vor­cios; en 1990 y 2000, se ele­vó a po­co más de 7; pa­ra 2005, a 12 y en 2011, a 16. Aun­que en in­cre­men­to, es­tas ci­fras aún no al­can­zan las de paí­ses que en­fa­ti­zan el de­sa­rro­llo y bie­nes­tar in­di­vi­dual so­bre la ar­mo­nía so­cial, don­de los ín­di­ces so­bre­pa­san 50 por cien­to de di­vor­cios.

No obs­tan­te, en nues­tra na­ción es ma­yor el nú­me­ro de se­pa­ra­cio­nes que de di­vor­cios, pues más del do­ble de las pa­re­jas en esa con­di­ción no con­clu­yen el pro­ce­so le­gal, afir­mó Díaz Lo­ving.

Una po­si­ble ex­pli­ca­ción se de­ri­va de la san­ción so­cial y re­li­gio­sa que exis­te al­re­de­dor del ma­tri­mo­nio, en la que las nor­mas y creen­cias in­di­can que es un com­pro­mi­so que de­be du­rar to­da la vi­da. Sin em­bar­go, "los da­tos se­ña­lan que la vi­da se­pa­ra más pa­re­jas que la muer­te".

De­sa­for­tu­na­da­men­te, tam­bién es cier­to que los es­ta­dos más tra­di­cio­na­les, don­de el di­vor­cio es más ba­jo, tie­nen los in­di­cios de vio­len­cia in­tra­fa­mi­liar más al­tos, re­mar­có.

Si qui­sié­ra­mos ami­no­rar el nú­me­ro de di­vor­cios, el ca­mi­no no es ha­cer más rí­gi­das las re­glas de in­gre­so y per­ma­nen­cia, si­no con­for­mar la­zos cons­truc­ti­vos ba­sa­dos en jus­ti­cia, equi­dad, apo­yo mu­tuo y to­le­ran­cia. Pa­ra ello, es ne­ce­sa­rio tra­ba­jar con la so­cie­dad, en par­ti­cu­lar con ni­ños y jó­ve­nes, a fin de que apren­dan a ne­go­ciar y otor­gar im­por­tan­cia a sus va­lo­res con un am­plio res­pe­to a los del o de la otra, con­clu­yó.

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