Magnicidio de COLOSIO, un intento por "desestabilizar al país: Luis COLOSIO Fernández

domingo, 23 de marzo de 20140 comentarios


Noel F. Alvarado



El padre del candidato muerto, Luis Colosio Fernández, falleció en 2010; en 1994 se desempeñaba como secretario de Fomento Ganadero del gobierno de Sonora. A lo largo de los años, sobre todo en vísperas de cada aniversario del atentado, declaraba que no creía en la tesis del asesino solitario, aunque atribuía el magnicidio a un intento por "desestabilizar al país" sin señalar a nadie en específico.

El 10 de febrero de 2004, pidió en un discurso que el recuerdo de su hijo fuera "una demanda de justicia; justicia que no ha llegado, y que parece negársele a un hombre que se brindó con generosidad para luchar por un mejor destino para el país... ¿Cuál es la verdad? ¿A quién creer? Cada uno puede tener su conclusión favorita y, en torno de ella, disponer de elementos para respaldarla de acuerdo a alguna fase de investigación de las fiscalías especiales. ¡Por favor! La justicia le ha sido negada a Donaldo. Reclamar justicia no significa demandar un ajuste de cuentas o actos de venganza. De ninguna manera. Al exigir justicia se aspira a escribir la historia con verdad".

La Subprocuraduría consignó que en 16 ocasiones ante Ministerio Público Mario Aburto confirmó ser el autor de los disparos a Colosio. Pese a que en numerosas ocasiones ha agregado o suprimido detalles, en general siempre ha sostenido que se trató de un "accidente", ya que su intención no era matar al político, sólo herirlo, para llamar la atención de los medios de comunicación sobre sus ideas "pacifistas".

En su primera declaración ministerial, dada dos horas después del atentado, afirmó haber nacido en una comunidad del municipio de ZamoraMichoacán, el 3 de octubre de 1970, y ser obrero mecánico. Había pasado su juventud recorriendo el país reuniéndose con personas de las más diversas opiniones políticas. Estudió en un seminario pero lo abandonó cuando supo que lo enviarían a Puerto Rico. Aunque a lo largo de sus declaraciones modificó o de plano rechazó algunos datos, siempre ha sostenido que actuó solo, sin ayuda ni por orden de persona alguna. También ha dicho, en entrevistas y declaraciones a lo largo de los años, que él es un "chivo expiatorio" en una pugna política.

Aseguró que el revólver Taurus calibre 38 con el que agredió a Colosio lo compró en la vía pública dos días antes del atentado para defensa propia, ya que trabajaba en el turno nocturno en una zona insegura. Luego lo cambiaron al turno matutino, por lo que decidió venderlo. El 23 de marzo lo llevaba consigo para mostrárselo a sus amigos, por si alguien quería comprarlo. Salió a las 14:30 de su trabajo y se dirigió al centro de la ciudad. Ahí decidió comer unas tortas porque aún era temprano para regresar a su domicilio. Recordó que un guardia de seguridad le había comentado sobre el mitin priista, y se le "antojó" ir porque nunca había estado en uno.

Ya en Lomas Taurinas se acercó al templete. Al terminar, llevado por el tumulto, quedó muy cerca de Colosio. Traía la pistola en la cintura. En ese momento sintió que el arma le "caló": "Casi me la tiran. El pantalón de mezclilla me quedaba muy apretado. Entonces la saqué para meterla en la bolsa derecha de mi chamarra para que no se cayera y no me siguiera calando. Por los apretones no pude hacerlo. Pensé ponérmela otra vez en la cintura pero por enfrente. No lo logré, había codazos, manotazos y empujones... Tropecé levemente. Logré mantener el equilibrio abriendo los pies. En eso sentí el golpe en la pantorrilla y se me empezó a doblar la pierna. Alcé la mano derecha para buscar apoyarme en alguna persona, sin acordarme de que traía la pistola en la mano, y fue cuando se activó el arma debido a la contracción de mis músculos y nervios debido al dolor tan fuerte".

La misma noche del 23 de marzo, varios agentes judiciales estatales acudieron a la empresa Audiomatic, donde obtuvieron, además de la historial laboral de Aburto, una pequeña libreta con direcciones y teléfonos, así como un volante propagandístico de Colosio elaborado por las Brigadas Estudiantiles de Tijuana, en el que creyeron observar un "mensaje en clave". Entregaron todos los documentos a la PGR.

Esa noche también se requisó también un baúl verde que contenía pertenencias y documentos personales de Aburto Martínez, entre ellos una carpeta de contabilidad con pastas grises y franjas guindas denominado -"libro de actas"-. Los policías también obtuvieron un cuaderno de dibujo. Estas libretas se convirtieron en elementos clave para asegurar que Aburto reunía el perfil de un magnicida, lo que terminó por echar abajo la tesis de la acción concertada. Los primeros especialistas que analizaron su personalidad fueron el doctor Carlos Tornero Díaz y la licenciada Martha Graciela Miranda.

Para ellos, el agresor de Colosio padece "trastornos delirantes y narcisistas", así como un "delirio crónico sistematizado reivindicativo". Según la "investigación Montes", se trata de un ejemplo del típico magnicida: joven, solitario, sin cómplices ni confidentes, que actúa solo, en público, sin resistirse a la aprehensión y aceptando la responsabilidad. Se le ha caracterizado como mitómano y contradictorio, sin alteraciones en sus funciones mentales, con discernimiento, capacidad de raciocinio, entendimiento y libre albedrío. No detectaron rasgos de personalidad sicótica, por lo que al atentar contra Colosio era capaz de advertir la trascendencia social y moral de sus actos.

El 31 de octubre de 1994, el juez primero de Distrito en el Estado de México, Alejandro Sosa Ortiz, le dictó una sentencia de 42 años de prisión.

La familia de Mario Aburto abandonó México en 1995, luego de haber sido amenazados de muerte. Siempre han sostenido que la persona detenida en Lomas Taurinas no es Mario, pero sí lo es la que está recluida en el penal de Almoloya. La familia, formada por los padres Rubén y María Luisa, y los hijos Rafael, Rubén, José Luis, Elizabeth y Karina. En California en marzo de 1996, la familia de Mario Aburto afirmó que Mario no mató a Colosio pero se confesó culpable "porque estaba amenazado de muerte". A la pregunta sobre quién mató al político, María Luisa Martínez responsabilizó al "gobierno de México".

Aburto afirmó recordar poco de lo que pasó el 23 de marzo de 1994. "Se llegan a olvidar muchas cosas y más cuando fueron traumáticas. Simplemente llegó a recordar cuando voy en una Suburban y me van diciendo lo que tengo que decir, infinidad de cosas, y cuando me torturan de la PGR y está presente Manlio Fabio Beltrones. Me sacaron a un río que pasa por Tijuana y estuvo el ex gobernador de Sonora. Tomando en cuenta mi situación, mi estatus social, y porque al antiguo régimen le conviene que yo esté aquí, porque van a seguir mintiéndole a la sociedad y van a seguir viéndome como ellos quieren que me vean, yo creo que es imposible, imposible que pueda salir libre".

Durante los primeros meses del caso, fuentes cercanas a las investigaciones e incluso colaboradores de la campaña atribuyeron al propio Colosio la responsabilidad de su asesinato, al llevar una escolta deficiente por su deseo de ser un candidato "cercano a la gente", con mayor contacto personal con los electores. Liébano Sáenz declaró que "él (Colosio) no quería tener un gran equipo de seguridad. Pedía dos o tres gatos, nada más. Le molestaba mucho que lo agobiaran los guardaespaldas".

Lo anterior no es exacto: en el mitin de Lomas Taurinas estuvieron presentes 66 elementos de seguridad divididos en tres grupos: 31 de la Comisión de Orden y Seguridad del Comité Municipal del PRI de Tijuana, identificados bajo el nombre no oficial de Grupo Tucán, coordinados por Rodolfo Rivapalacio Tinajero; 17 del grupo Orden, Vallas y Porras (mejor conocido como Grupo Omega), a cargo de Fernando de la Sota Rodalléguez Rodalléguez, y la escolta personal bajo el mando de Domiro García Reyes, integrada por 14 miembros del Estado Mayor Presidencial, tres policías federales de Caminos con licencia y un civil. A estos últimos se les señaló por haber "descobijado" los flancos del candidato para que Aburto pudiera llegar hasta él.

La Subprocuraduría afirmó que "la seguridad que se brindó en Lomas Taurinas fue similar a los otros eventos en que participó el licenciado Colosio, acorde con las instrucciones del candidato, quien deseaba un contacto directo con sus seguidores, lo que necesariamente implicó que se relajaran las normas relativas a su seguridad, y por ello también se separó, desde el arranque de la campaña, la logística de la seguridad".


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