
Patricia Carrasco
Juan XXIII fue un hombre sencillo, un pastor, alguien que no anhelaba ser reconocido, ni venerado; en cambio, sí veía el mundo, y era consciente de que la iglesia no respondía ni a los anhelos, ni a los sueños, ni a la realidad del mundo, que estaba totalmente alejada y mirando hacia dentro, comentaron analistas del Observatorio Eclesial.
Quizá para muchos, Juan XXIII sea un Papa desconocido o nada cercano al pueblo de México, dada la distancia que nos separa de la primavera eclesial que significó el Concilio Vaticano II, señaló Maricarmen Montes, especialista en el tema religioso.
Sin embargo, añadió, abrió las ventanas del catolicismo para que entrara aire fresco. Un revolucionario, un hombre religioso, que quería conocer los anhelos, los sueños, las preocupaciones, los dolores, de aquellos millones que le habían sido confiados. Un hombre que proclamó la iglesia de los pobres, que después millones de latinoamericanos haría realidad, hasta hoy.
La Arquidiócesis Primada de México resaltó que se considera que fue menos definitiva la conexión entre el Papa Juan XXIII y México, pero resulta innegable que los cambios que introdujo el Concilio Vaticano II, por él convocado, trajeron un "nuevo aire" para vivir la fe a nivel mundial.
Asimismo, agregó fue un gran promotor del ecumenismo y sus esfuerzos, al igual que los del Papa Juan Pablo II, por lograr la unidad entre los cristianos, así como la idea que él llevó a cabo de vivir la santidad fusionada, tanto en la esfera privada como en la pública.
Juan XXIII fue un Papa italiano proveniente de una realidad aún rural que se veía avasallada por severos cambios de paradigmas sociales y culturales.
Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, una experiencia que cimbró la estructura de la Iglesia en su estilo, su práctica y su autopercepción sobre su participación en la misión que le ha sido encomendada, destacó el Sistema Informativo de la Arquidiócesis.
Juan XXIII también es inscrito en el canon de los santos por una concesión pontificia que el Papa Francisco solicitó para eximir del estudio y comprobación de un segundo milagro atribuido a la intercesión del Papa Roncalli, como beato también es reconocido por la comunión anglicana.
La santidad que ahora reconoce la Iglesia de Roncalli no está sujeta a su función ni a su dignidad pontificia sino a la elección que hicieron de Dios y de su mensaje, de su búsqueda incansable del corazón de los seres humanos, de su respuesta positiva frente a un horizonte de desafíos, de la esperanza experimentada en medio de los grandes cambios culturales de la segunda mitad del siglo XX, en una palabra: de su fe encarnada en la realidad de su contexto inmediato.
Juan XXIII fue un hombre sencillo, un pastor, alguien que no anhelaba ser reconocido, ni venerado; en cambio, sí veía el mundo, y era consciente de que la iglesia no respondía ni a los anhelos, ni a los sueños, ni a la realidad del mundo, que estaba totalmente alejada y mirando hacia dentro, comentaron analistas del Observatorio Eclesial.
Quizá para muchos, Juan XXIII sea un Papa desconocido o nada cercano al pueblo de México, dada la distancia que nos separa de la primavera eclesial que significó el Concilio Vaticano II, señaló Maricarmen Montes, especialista en el tema religioso.
Sin embargo, añadió, abrió las ventanas del catolicismo para que entrara aire fresco. Un revolucionario, un hombre religioso, que quería conocer los anhelos, los sueños, las preocupaciones, los dolores, de aquellos millones que le habían sido confiados. Un hombre que proclamó la iglesia de los pobres, que después millones de latinoamericanos haría realidad, hasta hoy.
La Arquidiócesis Primada de México resaltó que se considera que fue menos definitiva la conexión entre el Papa Juan XXIII y México, pero resulta innegable que los cambios que introdujo el Concilio Vaticano II, por él convocado, trajeron un "nuevo aire" para vivir la fe a nivel mundial.
Juan XXIII fue un Papa italiano proveniente de una realidad aún rural que se veía avasallada por severos cambios de paradigmas sociales y culturales.
Angelo Giuseppe Roncalli, Juan XXIII convocó al Concilio Vaticano II, una experiencia que cimbró la estructura de la Iglesia en su estilo, su práctica y su autopercepción sobre su participación en la misión que le ha sido encomendada, destacó el Sistema Informativo de la Arquidiócesis.
Juan XXIII también es inscrito en el canon de los santos por una concesión pontificia que el Papa Francisco solicitó para eximir del estudio y comprobación de un segundo milagro atribuido a la intercesión del Papa Roncalli, como beato también es reconocido por la comunión anglicana.
La santidad que ahora reconoce la Iglesia de Roncalli no está sujeta a su función ni a su dignidad pontificia sino a la elección que hicieron de Dios y de su mensaje, de su búsqueda incansable del corazón de los seres humanos, de su respuesta positiva frente a un horizonte de desafíos, de la esperanza experimentada en medio de los grandes cambios culturales de la segunda mitad del siglo XX, en una palabra: de su fe encarnada en la realidad de su contexto inmediato.
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