Patricia Carrasco
El Papa Francisco conoció, de primera mano, y a través de la voz de los obispos mexicanos, la triste y dramática situación por la que atraviesa nuestra patria, sostuvo la Arquidiócesis Primada de México, al afirmar que la jerarquía católica debe ser una Iglesia que construya la sociedad desde el corazón de la familia, la escuela, el trabajo, los sindicatos, los partidos políticos e incluso el gobierno, mostrando la dimensión pública de la fe.
Hay grandes esperanzas para transformar nuestra realidad social marcada por la violencia, la corrupción y la pobreza porque sigue habiendo un gran potencial en los valores cristianos que están en la base espiritual de nuestra identidad.
A la Iglesia le toca promover la justicia por caminos de concordia y de paz y en este camino la Virgen María de Guadalupe sigue siendo quien congrega a sus hijos en su camino a Cristo.
En el editorial del semanario católico "Desde la fe", indicó que los obispos mexicanos están realizado durante este mes de mayo la visita Ad Limina que se lleva a cabo cada cinco años. Se trata del encuentro personal que tienen todos los obispos del mundo con el Obispo de Roma, por ser el signo de unidad de toda la Iglesia como sucesor del apóstol San Pedro.
El mensaje que el Papa Francisco les entregó recoge todas las preocupaciones que los obispos le manifestaron en sus distintos encuentros, a saber, la aterradora ola de violencia y criminalidad que azota al país y que parece no tener salida, la atención de parte de la Iglesia a los inmigrantes y los más pobres, el sistemático ataque a la familia y la defensa de la vida, amenazada por las leyes irresponsables y criminales que permiten el aborto; temas en los que el Santo Padre ha podido tener una cercanía con todas las realidades de nuestro país, conociendo de primera mano y a través de la voz de nuestros pastores, la triste y dramática situación por la que atraviesa nuestra patria.
No ha faltado una palabra del Papa de aliento y consuelo para todos los sectores que conforman la Iglesia Católica en México, pero ha tenido muy especialmente presentes a los laicos invitándolos, de distintas formas, a ser constructores de la sociedad como verdaderos creyentes, con coherencia y sin complejos. Debemos ser una Iglesia que construya la sociedad desde el corazón de la familia, la escuela, el trabajo, los sindicatos, los partidos políticos e incluso el gobierno, mostrando la dimensión pública de la fe.
También ha tocado el Papa dos puntos centrales de nuestra realidad mexicana. Por una parte la existencia de grupos políticos nocivos empeñados en borrar del escenario público toda expresión religiosa, como si se tratara de un lastre social, proclamando una idea trasnochada del mal entendido Estado laico, donde se pueden expresar todas las ideas, menos las convicciones religiosas.
Pero, por otra parte, la existencia de creyentes que han terminado por aceptar, sin más, que la fe sólo es algo interior, sin implicaciones con la vida. Creyentes que no forjando la realidad familiar, social y política con los valores del Evangelio, dominados por los temores, la incoherencia o los complejos, como lo dice el Papa, que nos impiden mostrarnos como hombres y mujeres de fe en los distintos ambientes en que nos desempeñamos.
A la Iglesia le toca promover la justicia por caminos de concordia y de paz y en este camino la Virgen María de Guadalupe sigue siendo quien congrega a sus hijos en su camino a Cristo.
En el editorial del semanario católico "Desde la fe", indicó que los obispos mexicanos están realizado durante este mes de mayo la visita Ad Limina que se lleva a cabo cada cinco años. Se trata del encuentro personal que tienen todos los obispos del mundo con el Obispo de Roma, por ser el signo de unidad de toda la Iglesia como sucesor del apóstol San Pedro.
No ha faltado una palabra del Papa de aliento y consuelo para todos los sectores que conforman la Iglesia Católica en México, pero ha tenido muy especialmente presentes a los laicos invitándolos, de distintas formas, a ser constructores de la sociedad como verdaderos creyentes, con coherencia y sin complejos. Debemos ser una Iglesia que construya la sociedad desde el corazón de la familia, la escuela, el trabajo, los sindicatos, los partidos políticos e incluso el gobierno, mostrando la dimensión pública de la fe.
Pero, por otra parte, la existencia de creyentes que han terminado por aceptar, sin más, que la fe sólo es algo interior, sin implicaciones con la vida. Creyentes que no forjando la realidad familiar, social y política con los valores del Evangelio, dominados por los temores, la incoherencia o los complejos, como lo dice el Papa, que nos impiden mostrarnos como hombres y mujeres de fe en los distintos ambientes en que nos desempeñamos.
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