Patricia Carrasco
Dios escuchó la oración y salvó a los mexicanos de los efectos catastróficos del huracán "Patricia", señaló la Iglesia Católica, al elevar una oración por México, ya que la proximidad de este feroz fenómeno natural provocó temor en el país, que de inmediato se preparó para recibirlo.
Los fieles católicos presentes en la Catedral Metropolitana pidieron por las comunidades afectadas del país por el paso del huracán "Patricia"; y se conminó a la solidaridad con los estados azotados.
"Jesús, tú ves a la humanidad sufriente, con ternura escucha nuestra oración, ya que nos has salvado de los efectos devastadores del huracán 'Patricia', concédenos la salvación", clamó el canónigo y teólogo del cabildo metropolitano, Julián López Amozorrutia, quien también oró por el Sínodo de Obispos que terminó en Roma.
Se rezó por el Papa Francisco y por todos los obispos participantes en el Sínodo de Obispos para que logren la salvación y santificación de todos los hermanos. Por las familias cristianas porque alimentadas por la gracia de los sacramentos puedan redescubrir la frescura del amor mutuo en medio de las dificultades y alegrías de la vida diaria.
Igualmente, se elevó una plegaria por los encargados del poder civil, por los economistas, los empresarios e industriales, para que sostenidos por el deseo de justicia y todo bien, puedan buscar nuevas estrategias y soluciones que promuevan el bien de cada persona y protejan la creación.
En su homilía, el canónigo y teólogo del cabildo metropolitano, en ausencia del Cardenal Norberto Rivera Carrera, quien se encuentra en Roma participando en el Sínodo de la Familia, platicó el valor simbólico de la sanación de los ciegos.
Al término de la misa informó que el Cardenal Norberto Rivera regresa de Roma y que el próximo domingo oficiará nuevamente la misa de 12 en la Catedral Metropolitana.
López Amozorrutia describió que Jesús se encuentra en la última etapa del itinerario hacia Jerusalén, saliendo de Jericó. Un ciego, hijo de Timeo, está a la vera del camino y, al escuchar quién es el que pasa -su fama, ya habría llegado a sus oídos-, se pone a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Un grito que parecería inútil, en medio del ruido de la gente.
Es la fe de Bartimeo, la que lo ha movido a insistir en ser atendido, la que lo ha hecho saltar como un resorte, la del ánimo del acercarse a Jesús, esa relación confiada que ha iniciado con Jesús, el principio de su nueva condición. Su fe lo salva. Y ahora puede caminar con su Señor
.
Publicar un comentario