Patricia Carrasco
Y criticó las mentes torcidas y deformadoras de la verdad, que afirman que el consumo de mariguana podría paliar los efectos de la violencia que genera la guerra contra las drogas y fincar un Estado más libre y seguro.
En el editorial ¿Mariguana libre? del semanario "Desde la fe", la Arquidiócesis Primada de México expuso que la Suprema Corte confunde a la población al poner "como logro de la democracia y del sistema jurídico el derecho legítimo y humano de cualquier sujeto a consumir mariguana".
Señaló que el consumo de las drogas se ha incrementado entre los jóvenes "no por decisiones autónomas, libres y responsables sino por el porvenir cada vez más incierto y miserable. La pobreza es un detonador del consumo y tráfico de drogas", aseguró.
Para la Iglesia, la legalización de la mariguana es equivalente a la legalización del aborto o de los matrimonios entre homosexuales.
La Iglesia resaltó que la droga es droga, aunque quiera venderse como suave y medicinal bálsamo.
Por lo que enfatizó que los peritos en derecho mueven a México hacia la destrucción individual, que se toma de la mano con la descomposición social para justificar a un país asesino, desintegrado, solapado, enfermo, adicto y destructor como el mejor ejemplo de libertad y de justicia.
La Arquidiócesis sostuvo que la mariguana lúdica es placebo para apaciguar las dolencias de la destrucción social en la que nos sumimos irremediablemente. Y la Iglesia enseña que este uso irresponsable de la libertad conlleva efectos opuestos a los que se buscan.
Se admite fácilmente que lo que es ilegal podría ser normal y, por tanto, moral. Cuando se permite la droga, no se apuesta sólo por un producto, lo que está en juego es la vida y destino de las personas. ¿Mariguana libre? Mejor, no.
Sin citar nombres, apunta que esas "mentes retorcidas" que se dicen ser hombres racionales, justos y buenos, buscan deformar la verdad, argumentando "que la mariguana sería transcendental en la consolidación del Estado democrático libre".
"Que la planta es tan sana como frascos de vitaminas, que no es adictiva, que no es tan mala como otras drogas, que hace individuos mansos y no agresivos".
Para la Corte, señaló la Iglesia capitalina, las disposiciones legislativas son resultado de un Estado prohibicionista y punitivo, reductor de los derechos, que debe ser superado bajo falacias preponderantes del individualismo libre de prejuicios morales atentatorios de las libertades de los sujetos adictos a la mariguana.
La pobreza, por ejemplo, es un detonador del consumo y tráfico de drogas, y ahora este debate pretende desplazar los principales problemas de justicia y bienestar para posicionar mediáticamente las presuntas bondades de la adictiva planta
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