Con lentes oscuros, doña Marcela Lora se presentó al altar que alumnos y profesores colocaron en la Facultad de Economía, y como todos dejó una veladora; quería llorar, dejarse llevar por la tristeza, pero debía imponerse y seguir adelante, apoyar a su familia, dejar para después el dolor por haber perdido a su sobrina Daniela Bárcenas Flores en el terrible accidente carretero que cobró la vida de seis personas de esa facultad de la UNAM.
Así, la encontró LA PRENSA frente a este altar de flores, veladoras y fotografías, donde accedió a revelar que Daniela Bárcenas Flores había comunicado con tiempo a su padre y madre del viaje que realizaría como parte de su formación como economista.
Doña Marcela sabe que salir a carretera es algo donde "no tenemos la vida comprada", pero nunca imaginó que le tocara a su familia un dolor tan grande como el que empezó a vivir desde la mañana del pasado jueves, cuando se percató que había mucho movimiento en la Facultad de Economía.
Comenta que vio correr a maestros y bajar a los alumnos de sus salones ya con lágrimas, y que en entonces recibió una llamada por su teléfono celular, donde le pedían investigar si entre los muertos estaba la pequeña Daniela, que apenas en febrero cumplió 18 años de edad.
Aún con el corazón en la mano y pidiendo a Dios que no fuera cierto, llegó hasta la dirección, donde pidió informes, pero para su desgracia la abogada de esta facultad ya estaba en el lugar de los hechos y confirmó que entre los decesos estaba el de su sobrina.
Una noticia que no podía creer, cómo decirle a su familia que Daniela había muerto, cuando todos conocían sus ganas de vivir, de salir adelante, pues aunque era una joven de escasos recursos tenía en mente terminar su carrera, viajar por el mundo, crecer profesionalmente y ser una gran economista.
Tal vez por eso, mientras escuchaba la horrible noticia pasó por su mente la felicidad que a la joven Daniela le causó saber que había pasado su examen a la preparatoria y aún más, luego, que se había quedado en la universidad, pues dice: "era una joven estudiosa".
Sin embargo para doña Marcela parece que el destino estaba marcado, ya que en las pasadas vacaciones quiso organizar un viaje a Cuernavaca, pero Daniela no quiso ir. "Yo creo que presentía que algo le iba a pasar", dice esta mujer que intenta contener las lágrimas mientras afirma que este viaje había hecho muy feliz a la estudiante.
Incluso, añade que la vio desde su casa cuando se marchó a este viaje, pues desde su casa vio cómo le movió la mano en señal de despedida, sin saber que sería para siempre.
Ahora ha partido dejando un gran dolor en sus padres que apenas hace dos años perdieron a otra hija de 22 años de edad, y sólo les queda una, porque con Daniela, la universidad ha perdida a una hija más.
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