Por: Patricia Carrasco, LA PRENSA
La Iglesia Católica aseguró que sin educación no puede haber una transformación verdadera, crecimiento ni progreso en México, "sin educación cerramos muchas puertas de oportunidad para la población, por lo que se deben apoyar proyectos educativos; que se ore a favor de los que trabajan en la educación, que nos convenzamos que no es una tarea aislada de unos cuantos, sino de todos los mexicanos, para que México sea un país competitivo y pacífico".
Al resaltar que el próximo 15 de mayo es Día del Maestro, remarcó que "la educación es el elemento más importante para la transformación verdadera de nuestro país". Asimismo, se pidió por que el magisterio en México dé verdadero testimonio de trabajo, honestidad y entrega en beneficio de sus alumnos".
A la misa dominical en la Catedral Metropolitana, acudió el Secretario de Educación Pública, José Angel Córdova, acompañado de su esposa.
La Arquidiócesis de México comentó que toda la descomposición social que vive nuestra patria es porque nos hemos alejado de Dios, "porque pensamos que el poder, el dinero, el placer son los verdaderos dioses que pueden llenar nuestras vidas, pero son una mentira, lo cierto es que nos llevan a la destrucción, a la insatisfacción y al desprecio de nosotros mismos".
Ante las decenas de fieles reunidos en el recinto religioso, fustigó que no cumplimos el mandato del Señor de amarnos unos a otros y sembramos en cambio la discordia, el insulto, la descalificación, la venganza, en una espiral que termina convirtiéndose en violencia y destrucción.
En la celebración religiosa del VI domingo de Pascua, la Iglesia Católica resaltó que la violencia es una espiral que no termina, si usamos más violencia, ésta crece y una sociedad como la nuestra, en la que se ha malbaratado el término "amor", los cristianos reciben la misión del amor más grande.
"Del amor que no busca sacar provecho, del amor que no se vende, del amor que no se arredra, del amor que sabe permanecer con la eternidad de Dios. "Amar", decía bien Gabriel Marcel, "es decir: 'tú no morirás' ".
Durante la homilía, la Arquidiócesis Primada de México remarcó que en una sociedad que no deja de usar y abusar de la palabra amor hasta vaciarlo de su contenido más profundo.
Explicó que el amor, según la carta de San Juan, consiste en un regalo, en una iniciativa, en una entrega: "en que Dios nos amó primero". ¿Por qué Dios decidió amarnos? La gratuidad divina no tiene explicación, y ahí empieza lo asombroso, lo misterioso de este don, nos amó sin que tuviéramos mérito, porque él quiso amarnos primero.
¿Cómo sabemos que el amor de Dios no es una idea consoladora, un amor abstracto muy alejado de nuestra realidad histórica y personal? ¡Porque nos dio a Jesús!, a su único, a su amadísimo Hijo. El Padre se desprendió, arrancó de sí lo más valioso, lo más amado y nos lo entregó a nosotros para que creamos y al creer tengamos vida.
Recordó que no se puede vivir sin amor, ya que "a este mundo hemos venido a dos cosas: a amar y a ser amados, nadie en su vida puede estar completo si faltan en él alguno de estos dos elementos". La vida no es plena si no somos amados, pero tampoco lo es si la experiencia de ser amados no nos abre a la aventura de amar a los demás.
El amor de Dios no es abstracto, pero el nuestro sí lo puede ser, el amor de Dios no es una quimera, pero el nuestro puede ser un engaño, el amor de Dios no es sólo un sentimiento, pero el nuestro siempre lo confundimos con una sensación, de ahí que nos cueste tanto perdonar -y más aún, como nos manda Jesús-, amar a nuestros enemigos, no devolver mal por mal y rezar por ellos.
Sólo el amor nos salva. Sólo el amor es digno de fe, porque el amor es Dios mismo, es su realidad más íntima, es su Hijo que murió en la Cruz y resucitó para salvarnos
Al resaltar que el próximo 15 de mayo es Día del Maestro, remarcó que "la educación es el elemento más importante para la transformación verdadera de nuestro país". Asimismo, se pidió por que el magisterio en México dé verdadero testimonio de trabajo, honestidad y entrega en beneficio de sus alumnos".
A la misa dominical en la Catedral Metropolitana, acudió el Secretario de Educación Pública, José Angel Córdova, acompañado de su esposa.
La Arquidiócesis de México comentó que toda la descomposición social que vive nuestra patria es porque nos hemos alejado de Dios, "porque pensamos que el poder, el dinero, el placer son los verdaderos dioses que pueden llenar nuestras vidas, pero son una mentira, lo cierto es que nos llevan a la destrucción, a la insatisfacción y al desprecio de nosotros mismos".
Ante las decenas de fieles reunidos en el recinto religioso, fustigó que no cumplimos el mandato del Señor de amarnos unos a otros y sembramos en cambio la discordia, el insulto, la descalificación, la venganza, en una espiral que termina convirtiéndose en violencia y destrucción.
En la celebración religiosa del VI domingo de Pascua, la Iglesia Católica resaltó que la violencia es una espiral que no termina, si usamos más violencia, ésta crece y una sociedad como la nuestra, en la que se ha malbaratado el término "amor", los cristianos reciben la misión del amor más grande.
"Del amor que no busca sacar provecho, del amor que no se vende, del amor que no se arredra, del amor que sabe permanecer con la eternidad de Dios. "Amar", decía bien Gabriel Marcel, "es decir: 'tú no morirás' ".
Durante la homilía, la Arquidiócesis Primada de México remarcó que en una sociedad que no deja de usar y abusar de la palabra amor hasta vaciarlo de su contenido más profundo.
Explicó que el amor, según la carta de San Juan, consiste en un regalo, en una iniciativa, en una entrega: "en que Dios nos amó primero". ¿Por qué Dios decidió amarnos? La gratuidad divina no tiene explicación, y ahí empieza lo asombroso, lo misterioso de este don, nos amó sin que tuviéramos mérito, porque él quiso amarnos primero.
¿Cómo sabemos que el amor de Dios no es una idea consoladora, un amor abstracto muy alejado de nuestra realidad histórica y personal? ¡Porque nos dio a Jesús!, a su único, a su amadísimo Hijo. El Padre se desprendió, arrancó de sí lo más valioso, lo más amado y nos lo entregó a nosotros para que creamos y al creer tengamos vida.
Recordó que no se puede vivir sin amor, ya que "a este mundo hemos venido a dos cosas: a amar y a ser amados, nadie en su vida puede estar completo si faltan en él alguno de estos dos elementos". La vida no es plena si no somos amados, pero tampoco lo es si la experiencia de ser amados no nos abre a la aventura de amar a los demás.
El amor de Dios no es abstracto, pero el nuestro sí lo puede ser, el amor de Dios no es una quimera, pero el nuestro puede ser un engaño, el amor de Dios no es sólo un sentimiento, pero el nuestro siempre lo confundimos con una sensación, de ahí que nos cueste tanto perdonar -y más aún, como nos manda Jesús-, amar a nuestros enemigos, no devolver mal por mal y rezar por ellos.
Sólo el amor nos salva. Sólo el amor es digno de fe, porque el amor es Dios mismo, es su realidad más íntima, es su Hijo que murió en la Cruz y resucitó para salvarnos
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