Por: Patricia Carrasco
La Iglesia Católica elevó una oración por todas las personas que han sido víctimas de secuestro y del crimen organizado, a quienes no se les ha hecho justicia y han visto burlados sus derechos; "para que sientan que la Iglesia los arropa con su amor de madre, se une a su dolor e indignación y ruega para que el Señor les dé capacidad de perdonar a sus agresores y llenen sus corazones con su paz".
Igualmente se oró por los 233 fallecidos, heridos y las familias afectadas por el incendio de la discoteca Kiss en la ciudad brasileña de Santa María, "para que sientan el amor maternal de María en su advocación de Aparecida, y puedan sobrellevar esta tragedia, apoyados en la fe y en oraciones del pueblo católico.
En la homilía, la Arquidiócesis de México manifestó que el Evangelio hay que leerlo con ojos de hoy, cargados con los problemas y situaciones actuales para que salte la chispa de su luz, liberación, bondad y gracia para nosotros.
Entonces, agregó, será de verdad Buena Nueva. Cristo es carne y eternidad, la Palabra es historia y divinidad: San Lucas insiste en esta realidad inseparable.
En consonancia, la respuesta del hombre a esta Palabra debe ser, carne y fe, es decir existencia moral y adhesión interior.
"El misterio de Cristo se revela a través del anuncio de los 'ministros de la Palabra'. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, es el lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio. Un anuncio variado, diversificado según los carismas, amplificado en el mundo con voces diferentes", indicó.
La Arquidiócesis de México subrayó que la fiesta de las Tiendas, recordada en la primera lectura, y la homilía de Jesús en la sinagoga de Nazaret, narrada en el Evangelio, "nos ayudarán a entender lo que debe ser el 'Domingo', 'el Día del Señor', en nuestra vida".
Vale la pena que sepamos la razón y el objetivo de nuestras reuniones litúrgicas dominicales, su valor para el resto de la semana, su trascendencia para toda nuestra vida.
"Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza".
Cuando escuchamos estas palabras nos damos cuenta que hemos perdido el sentido de fiesta que debe tener el día del Señor. El plan de Dios al establecer una jornada semanal de descanso es para alimentar junto a él y los hermanos una alegría profunda que inspire el resto de la semana".
Un cristiano que asiste a la celebración eucarística cada domingo, en un ciclo de tres años puede decir que ha escuchado y meditado todo el mensaje contenido en la Sagrada Biblia, indicó.
El domingo, día de la resurrección, se convierte así en encuentro con Cristo y lanzamiento a la vivencia de la misión profética.
La Eucaristía del domingo es también un momento privilegiado en que el hombre se acerca a Dios.
Ante esta invitación de Cristo que se hace presente en el pan y en el vino, el hombre responde con actitud de fe, de esperanza y de amor.
"Todos los miembros de la Iglesia estamos unidos en un mismo cuerpo y en una misma sangre.
Como Iglesia, domingo a domingo, nosotros celebramos la eucaristía y celebrando la eucaristía nos hacemos Iglesia, nos hacemos cuerpo de Cristo", finalizó.
La Iglesia Católica elevó una oración por todas las personas que han sido víctimas de secuestro y del crimen organizado, a quienes no se les ha hecho justicia y han visto burlados sus derechos; "para que sientan que la Iglesia los arropa con su amor de madre, se une a su dolor e indignación y ruega para que el Señor les dé capacidad de perdonar a sus agresores y llenen sus corazones con su paz".
Igualmente se oró por los 233 fallecidos, heridos y las familias afectadas por el incendio de la discoteca Kiss en la ciudad brasileña de Santa María, "para que sientan el amor maternal de María en su advocación de Aparecida, y puedan sobrellevar esta tragedia, apoyados en la fe y en oraciones del pueblo católico.
En la homilía, la Arquidiócesis de México manifestó que el Evangelio hay que leerlo con ojos de hoy, cargados con los problemas y situaciones actuales para que salte la chispa de su luz, liberación, bondad y gracia para nosotros.
Entonces, agregó, será de verdad Buena Nueva. Cristo es carne y eternidad, la Palabra es historia y divinidad: San Lucas insiste en esta realidad inseparable.
En consonancia, la respuesta del hombre a esta Palabra debe ser, carne y fe, es decir existencia moral y adhesión interior.
"El misterio de Cristo se revela a través del anuncio de los 'ministros de la Palabra'. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, es el lugar privilegiado para el anuncio del Evangelio. Un anuncio variado, diversificado según los carismas, amplificado en el mundo con voces diferentes", indicó.
La Arquidiócesis de México subrayó que la fiesta de las Tiendas, recordada en la primera lectura, y la homilía de Jesús en la sinagoga de Nazaret, narrada en el Evangelio, "nos ayudarán a entender lo que debe ser el 'Domingo', 'el Día del Señor', en nuestra vida".
Vale la pena que sepamos la razón y el objetivo de nuestras reuniones litúrgicas dominicales, su valor para el resto de la semana, su trascendencia para toda nuestra vida.
"Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza".
Cuando escuchamos estas palabras nos damos cuenta que hemos perdido el sentido de fiesta que debe tener el día del Señor. El plan de Dios al establecer una jornada semanal de descanso es para alimentar junto a él y los hermanos una alegría profunda que inspire el resto de la semana".
Un cristiano que asiste a la celebración eucarística cada domingo, en un ciclo de tres años puede decir que ha escuchado y meditado todo el mensaje contenido en la Sagrada Biblia, indicó.
El domingo, día de la resurrección, se convierte así en encuentro con Cristo y lanzamiento a la vivencia de la misión profética.
La Eucaristía del domingo es también un momento privilegiado en que el hombre se acerca a Dios.
Ante esta invitación de Cristo que se hace presente en el pan y en el vino, el hombre responde con actitud de fe, de esperanza y de amor.
"Todos los miembros de la Iglesia estamos unidos en un mismo cuerpo y en una misma sangre.
Como Iglesia, domingo a domingo, nosotros celebramos la eucaristía y celebrando la eucaristía nos hacemos Iglesia, nos hacemos cuerpo de Cristo", finalizó.
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