DALLAS, Texas, 22 de noviembre (OEM-AFP).- Todas las banderas de Estados Unidos fueron colocadas a media asta para recordar a John F. Kennedy, una mítica figura de la historia contemporánea, que fue honrada hoy en su país y en el mundo entero a cincuenta años de su asesinato.
Como decenas de admiradores, Caitlin Coffey, una estudiante de 22 años que llegó especialmente para la ocasión desde Toronto, Canadá, rindió homenaje hoy al 35 Presidente estadounidense en su tumba, en el cementerio militar de Arlington, en los suburbios de Washington.
Una corona de flores fue depositada sobre su tumba, sobre la cual se mantiene una llama que fue encendida por Jackie Kennedy el día del entierro de su marido.
A las 12:30 (18:30 GMT), el minuto de silencio que se guardó en Dallas (Texas) marcó el instante preciso en el que cayó John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en Plaza Dealey como consecuencia de los disparos de Lee Harvey Oswald, según la investigación oficial de la Comisión Warren.
Con misas, minutos de silencio y lecturas, el país entero se recogerá para recordar a su 35 Presidente.
Del otro lado del Atlántico también se conmemora el asesinato de Kennedy, sobre todo en Berlín, con una ceremonia cerca del lugar donde el Presidente estadounidense pronunció su histórica frase "Ich bin ein Berliner".
En Londres, el museo de arte moderno Tate Modern expone la única pintura conocida del asesinato de JFK en Dallas.
Para el expresidente francés, Valéry Giscard d'Estaing, "con el hombre asesinaron el sueño". "Fue muy inspirador para mí", declaró a la radio RTL.
Medio siglo después, el "mito Kennedy", eternamente joven, bello y moderno, sigue intacto en el corazón de los estadounidenses, pues el 75% ubican a JFK a la cabeza de la lista de los líderes estadounidenses modernos que quedarán en la historia como "destacados", por delante de Ronald Reagan y Bill Clinton, según un sondeo de Gallup.
John F. Kennedy, nacido en una familia rica e influyente de Boston, se convirtió en el Presidente estadounidense más joven y en el primero de religión católica, encarnando una era de esperanza para la generación de los denominados baby-boomers.
La ciudad de Dallas, apodada "la ciudad del odio" a causa del atentado, albergaba una ceremonia de una hora en PlazaDealey, lugar del magnicidio.
Como decenas de admiradores, Caitlin Coffey, una estudiante de 22 años que llegó especialmente para la ocasión desde Toronto, Canadá, rindió homenaje hoy al 35 Presidente estadounidense en su tumba, en el cementerio militar de Arlington, en los suburbios de Washington.
Una corona de flores fue depositada sobre su tumba, sobre la cual se mantiene una llama que fue encendida por Jackie Kennedy el día del entierro de su marido.
A las 12:30 (18:30 GMT), el minuto de silencio que se guardó en Dallas (Texas) marcó el instante preciso en el que cayó John F. Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en Plaza Dealey como consecuencia de los disparos de Lee Harvey Oswald, según la investigación oficial de la Comisión Warren.
Con misas, minutos de silencio y lecturas, el país entero se recogerá para recordar a su 35 Presidente.
Del otro lado del Atlántico también se conmemora el asesinato de Kennedy, sobre todo en Berlín, con una ceremonia cerca del lugar donde el Presidente estadounidense pronunció su histórica frase "Ich bin ein Berliner".
En Londres, el museo de arte moderno Tate Modern expone la única pintura conocida del asesinato de JFK en Dallas.
Para el expresidente francés, Valéry Giscard d'Estaing, "con el hombre asesinaron el sueño". "Fue muy inspirador para mí", declaró a la radio RTL.
Medio siglo después, el "mito Kennedy", eternamente joven, bello y moderno, sigue intacto en el corazón de los estadounidenses, pues el 75% ubican a JFK a la cabeza de la lista de los líderes estadounidenses modernos que quedarán en la historia como "destacados", por delante de Ronald Reagan y Bill Clinton, según un sondeo de Gallup.
John F. Kennedy, nacido en una familia rica e influyente de Boston, se convirtió en el Presidente estadounidense más joven y en el primero de religión católica, encarnando una era de esperanza para la generación de los denominados baby-boomers.
La ciudad de Dallas, apodada "la ciudad del odio" a causa del atentado, albergaba una ceremonia de una hora en PlazaDealey, lugar del magnicidio.
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