Patricia Carrasco
La Iglesia Católica sostuvo que en medio de tantas malas noticias ocurridas durante el año que está por terminar, la conmemoración del nacimiento de Jesús es una esperanza.
Durante la misa de Nochebuena en la Catedral Metropolitana, el arzobispo primado de México señaló que: "los modernos medios de comunicación social son vehículos maravillosos de noticias que nos llegan de los lugares más apartados del mundo, desafortunadamente las noticias que este año nos han llegado en gran parte vienen marcadas con el signo negativo.
"La noticia que hoy recibimos en esta liturgia es maravillosa: les anuncio la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo, hoy ha nacido un Salvador", indicó.
Durante su homilía, el prelado destacó que la "esperanza de paz y de justicia" que trae Jesús "no es un tranquilizante, sino una promesa y es el fundamento de una novedad de vida, de una nueva escala de valores".
Con el nacimiento de este Niño "realmente algo nuevo ha comenzado, los grandes, los poderosos, los fuertes ya no nos deben causar miedo, el poder de Dios es este Niño, frágil, débil, pobre y marginado".
"Esta noche es noche de contemplación, se necesita capacidad de admiración, se necesita sencillez, para captar esta buena noticia que se nos ha dado", exhortó el arzobispo primado, al indicar que si bien "es cierto que todo niño que nace debe ser un motivo de alegría y de esperanza, todo niño que nace es una señal, de que a pesar de todo "Dios sigue creyendo en los hombres. Pero el Niño que hoy nace nos trae otros motivos de alegría y de esperanza ya que es consejero admirable, Dios poderoso, padre sempiterno, príncipe de la paz" y "viene a quebrar el pesado yugo, la barra que oprimía, viene a extender una paz sin límites y a consolidar la justicia y el derecho".
Destacó también que "el Niño en el pesebre es un sí a la esperanza de los pobres de la tierra, a los marginados, a los que no cuentan" y acotó que "este Niño da una esperanza a todo el pueblo".
Esta noche, es noche de contemplación, se necesita capacidad de admiración, se necesita sencillez, para captar esta buena noticia que se nos ha dado. Necesitamos hacernos niños para comunicarnos con Dios que se ha hecho Niño.
Sólo Dios podía pensar en un cambio tan radical de la lógica humana, sólo Dios podía pronunciar "un no" tan absoluto a lo que los hombres siempre hemos considerado como nuestra escala de valores: la riqueza, el poder, los honores, la autoridad.
"Si Cristo hubiera nacido en Roma, con los honores imperiales, nada hubiera cambiado, Dios habría dado un "sí" a lo que los hombres siempre hemos pensado. El Niño en el pesebre es un "sí" a la esperanza de los pobres de la tierra, a los marginados, a los que no cuentan.
Este Niño da una esperanza "a todo el pueblo". La esperanza de paz y de justicia que nos viene a traer este Niño no es un "tranquilizante", sino que es una promesa y es el fundamento de una novedad de vida, de una nueva escala de valores.
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Durante la misa de Nochebuena en la Catedral Metropolitana, el arzobispo primado de México señaló que: "los modernos medios de comunicación social son vehículos maravillosos de noticias que nos llegan de los lugares más apartados del mundo, desafortunadamente las noticias que este año nos han llegado en gran parte vienen marcadas con el signo negativo.
"La noticia que hoy recibimos en esta liturgia es maravillosa: les anuncio la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo, hoy ha nacido un Salvador", indicó.
Durante su homilía, el prelado destacó que la "esperanza de paz y de justicia" que trae Jesús "no es un tranquilizante, sino una promesa y es el fundamento de una novedad de vida, de una nueva escala de valores".
Con el nacimiento de este Niño "realmente algo nuevo ha comenzado, los grandes, los poderosos, los fuertes ya no nos deben causar miedo, el poder de Dios es este Niño, frágil, débil, pobre y marginado".
"Esta noche es noche de contemplación, se necesita capacidad de admiración, se necesita sencillez, para captar esta buena noticia que se nos ha dado", exhortó el arzobispo primado, al indicar que si bien "es cierto que todo niño que nace debe ser un motivo de alegría y de esperanza, todo niño que nace es una señal, de que a pesar de todo "Dios sigue creyendo en los hombres. Pero el Niño que hoy nace nos trae otros motivos de alegría y de esperanza ya que es consejero admirable, Dios poderoso, padre sempiterno, príncipe de la paz" y "viene a quebrar el pesado yugo, la barra que oprimía, viene a extender una paz sin límites y a consolidar la justicia y el derecho".
Destacó también que "el Niño en el pesebre es un sí a la esperanza de los pobres de la tierra, a los marginados, a los que no cuentan" y acotó que "este Niño da una esperanza a todo el pueblo".
Esta noche, es noche de contemplación, se necesita capacidad de admiración, se necesita sencillez, para captar esta buena noticia que se nos ha dado. Necesitamos hacernos niños para comunicarnos con Dios que se ha hecho Niño.
Sólo Dios podía pensar en un cambio tan radical de la lógica humana, sólo Dios podía pronunciar "un no" tan absoluto a lo que los hombres siempre hemos considerado como nuestra escala de valores: la riqueza, el poder, los honores, la autoridad.
"Si Cristo hubiera nacido en Roma, con los honores imperiales, nada hubiera cambiado, Dios habría dado un "sí" a lo que los hombres siempre hemos pensado. El Niño en el pesebre es un "sí" a la esperanza de los pobres de la tierra, a los marginados, a los que no cuentan.
Este Niño da una esperanza "a todo el pueblo". La esperanza de paz y de justicia que nos viene a traer este Niño no es un "tranquilizante", sino que es una promesa y es el fundamento de una novedad de vida, de una nueva escala de valores.
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