CIUDAD DEL VATICANO, (Notimex).- El Papa Francisco advirtió hoy que el cristianismo no se transmite con "bastonazos inquisidores" y precisó que la fuerza de la Iglesia Católica no se basa en su capacidad organizativa humana.
Esto durante el sermón de una misa que presidió la mañana de este viernes en la iglesia del Jesús de Roma, sede de su congregación, los jesuitas.
En su mensaje, el Pontífice recordó la figura de Pedro Fabro, el jesuita francés que fue declarado santo por él mismo días atrás, como un hombre "incompleto" con una "santa inquietud" gracias a la cual pudo recorrer prácticamente toda Europa.
"Es la inquietud la que nos prepara a recibir el don de la fecundidad apostólica. Sin inquietud somos estériles. Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo", indicó al hablar en italiano.
"Esta es la pregunta que debemos hacernos: ¿Tenemos también nosotros grandes visiones y empuje? ¿Somos también nosotros audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? O ¿somos mediocres y nos contentamos con nuestras programaciones de laboratorio?", agregó.
Pidió recordar siempre que la fuerza de la Iglesia no habita en sí misma ni en su capacidad organizativa, sino que se esconde en las "aguas profundas de Dios", aguas que "agitan nuestros deseos y los deseos alargan el corazón".
Puso en guardia contra la tentación, que tienen muchos, de vincular el anuncio del mensaje cristiano con "bastonazos inquisitorios" y de condena. "No, el evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor", estableció.
Esto durante el sermón de una misa que presidió la mañana de este viernes en la iglesia del Jesús de Roma, sede de su congregación, los jesuitas.
En su mensaje, el Pontífice recordó la figura de Pedro Fabro, el jesuita francés que fue declarado santo por él mismo días atrás, como un hombre "incompleto" con una "santa inquietud" gracias a la cual pudo recorrer prácticamente toda Europa.
"Es la inquietud la que nos prepara a recibir el don de la fecundidad apostólica. Sin inquietud somos estériles. Una fe auténtica implica siempre un profundo deseo de cambiar el mundo", indicó al hablar en italiano.
"Esta es la pregunta que debemos hacernos: ¿Tenemos también nosotros grandes visiones y empuje? ¿Somos también nosotros audaces? ¿Nuestro sueño vuela alto? ¿El celo nos devora? O ¿somos mediocres y nos contentamos con nuestras programaciones de laboratorio?", agregó.
Pidió recordar siempre que la fuerza de la Iglesia no habita en sí misma ni en su capacidad organizativa, sino que se esconde en las "aguas profundas de Dios", aguas que "agitan nuestros deseos y los deseos alargan el corazón".
Puso en guardia contra la tentación, que tienen muchos, de vincular el anuncio del mensaje cristiano con "bastonazos inquisitorios" y de condena. "No, el evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor", estableció.
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