¡ACORRALADO!

Antes de ser detenido en Mazatlán, mediante la Operación Gárgola, el narcotraficante al ser des­cu­bier­to su ran­cho en Sán­chez Ce­lis, en Cu­lia­cán, en­tró en pá­ni­co y bus­có re­fu­giar­se en sus "ca­sas de se­gu­ri­dad"; información de "El Nariz" fue clave para dar con su paradero 


Raúl Ma­cías



La aler­ta fue en­via­da, se te­nían pis­tas que po­drían dar con el pa­ra­de­ro del hom­bre más bus­ca­do del mun­do. Des­de ha­ce un mes "El Cha­po" Guz­mán es­ta­ba sien­do aco­rra­la­do. Y que el sá­ba­do pa­sa­do cuan­do lo en­con­tra­ron en un edi­fi­cio de de­par­ta­men­tos, los ma­ri­nos le gri­ta­ron: "¡en­tré­ga­te Cha­po!", sien­do has­ta la ter­ce­ra oca­sión cuan­do res­pon­de Joa­quín: "¡es­tá bien, es­tá bien, es­tá bien, es­tá bien!".

De acuer­do a la cro­no­lo­gía de la de­ten­ción, al ser des­cu­bier­to su ran­cho que se lo­ca­li­za en la co­mu­ni­dad de Sán­chez Ce­lis, en Cu­lia­cán, Si­na­loa, Joa­quín Ar­chi­val­do Guz­mán Loe­ra en­tró en pá­ni­co y bus­có re­fu­giar­se en sus "ca­sas de se­gu­ri­dad" por­que sa­bía que era in­mi­nen­te su de­ten­ción si se que­da­ba en tie­rras cu­li­chis en don­de con­ta­ba con va­rias ca­sas.

Pa­ra ello bus­có el apo­yo de sus lu­gar­te­nien­tes Ma­nuel Ló­pez Oso­rio "El Pi­cu­do", en­car­ga­do de la pla­za de Cu­lia­cán, Si­na­loa, Ale­jan­dro Bra­vo Apon­te y los her­ma­nos Ke­vin Alon­so y Ka­rim Elías Gil Acos­ta, quie­nes de in­me­dia­to se tras­la­da­ron has­ta don­de fue­ron ci­ta­dos por su "je­fe" y bus­car el mo­do de có­mo evi­tar que se lo­gra­ra su rea­pre­hen­sión pues­to que ya le "pi­sa­ban los ta­lo­nes".

Efec­ti­vos de la Ma­ri­na que par­ti­ci­pa­ron en la Ope­ra­ción Gár­go­la, co­mo se de­no­mi­nó el ope­ra­ti­vo pa­ra de­te­ner a Joa­quín Guz­mán Loe­ra, de­ta­lla­ron en su in­for­me que pri­me­ro se le bus­có en su ran­cho pe­ro que ya no vol­vió a pa­rar­se por ahí cuan­do se en­te­ró de que ese si­tio ha­bía si­do ase­gu­ra­do por el go­bier­no fe­de­ral y se es­pe­ra­ba lo­ca­li­zar otra de sus "gua­ri­das" pa­ra de­te­ner­lo.

De es­te mo­do fue que se co­no­ció el pa­ra­de­ro de Ma­rio Hi­dal­go Ar­güe­llo, "El Na­riz", su­je­to que co­men­zó a dar los por­me­no­res de los si­tios en don­de acos­tum­bra­ba res­guar­dar­se Guz­mán Loe­ra, y es por ello que la ma­dru­ga­da del pa­sa­do 17 de fe­bre­ro lo in­te­rro­ga­ron y le sa­ca­ron in­for­ma­ción de pri­me­ra ma­no, mis­ma que po­co a po­co fue co­rro­bo­ra­da pa­ra no fa­llar en la de­ten­ción.

Tras co­no­cer que en la ca­lle de Río Huma­ya, en una de las co­lo­nias de Cu­lia­cán es­ta­ba es­con­di­do "El Cha­po". Sin per­der tiem­po se pro­ce­dió a mon­tar un fuer­te dis­po­si­ti­vo de se­gu­ri­dad te­rres­tre y aé­reo pa­ra lo­grar apre­hen­der­lo; al es­tar en las afue­ras apre­cian có­mo se en­cien­de y se apa­ga una luz, lo que les da la cer­te­za que den­tro del in­mue­ble ha­bía va­rias per­so­nas.

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