Puebla, Pue., (OEM-EFE y Notimex).- Los cuerpos de Rosaura Barrios Vázquez, de 43 años de edad, de origen poblano, y su hija Rosaura Hernández Barrios, de 22 años, nacida en Estados Unidos, serán cremados, luego de llegar a San Francisco Cuautlancingo, Ciudad Serdán, tras fallecer en la explosión en un edificio de Harlem del Este, Manhattan, Nueva York.
Los cuerpos de madre e hija serán cremados mañana, luego de ser velados por familiares y vecinos de la comunidad, quienes las recibieron esta madrugada provenientes de la Ciudad de México, donde arribaron de dos vuelos que partieron de Miami.
Acompañados de antorcha en mano decenas de vecinos resguardaron los ataudes -uno gris y otro blanco- en donde descansan las víctimas que fallecieron el pasado 12 de marzo.
Ambulancias y patrullas con torretas encendidas reciberon a pie de carretera los féretros que avanzaron por más de una hora sobre la calle central hasta llegar a la casa de doña Flora Vázquez, abuela de Rosaura.
Los dolientes rezaron y también escucharon las entonaciones del mariachi que no dejó de interpretar música mexicana para las connacionales.
Mientras el frío de la región se hacia sentir conforme pasaban las horas, familiares y amigos repartieron café caliente a todos los presentes, quienes colaboraron en especie para este servicio fúnebre de acuerdo a sus costumbres y tradiciones.
Ambas víctimas serán veladas a lo largo de este día y será mañana cuando sean cremadas, según dispusieron sus familiares, quienes las depositarán en el cementerio de Tehuacán como última morada.
Un centenar de personas de la comunidad de San Francisco Cuautlancingo acudió a esperar y recibir los cuerpoos de las dos Rosauras, madre e hija.
Durante casi diez horas, los familiares de las víctimas y vecinos de ese pueblo de agricultores, esperaron al calor de las fogatas para expresar su pesar por la tragedia.
Rosaura Barrios emigró a Nueva York hace 25 años y su hija creció en la "Gran Manzana", igual que su otro hijo, Oscar Hernández, de 15 años y quien se encuentra grave en un hospital de la ciudad por las heridas causadas por el estallido.
Según versiones de familiares y amigos de las víctimas, Rosaura Barrios regresó a vivir a México meses atrás, pero una enfermedad que padece su hijo Oscar le obligó a regresar a Nueva York para conseguir una mejor atención médica.
Durante la madrugada de hoy, los pobladores de Cuautlancingo caminaron casi dos horas al lado de los féretros con los cuerpos de las víctimas y escoltados por una decena de ambulancias y autos policiales.
Apegados a las tradiciones de este pueblo, los labriegos cargaron sobre sus hombros los féretros con los restos de las dos mujeres, desde la entrada del pueblo hasta la casa de los familiares donde se llevan a cabo los servicios funerarios.
"Nosotros estamos aquí para recibir a nuestras mujeres porque hoy son ellas, mañana pueden ser nuestros hijos que viven allá, del otro lado (en Estados Unidos)", afirmó Felipe Lino, vecino de la comunidad.
Para Ramiro Vázquez, "el precio de querer vivir mejor, a veces, se paga con la muerte", pues la pobreza les obliga a abandonar sus cultivos y buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos.
"Aquí la tierra está cada vez peor; cuando no perdemos cultivos porque el clima empeora cada año, la gente lo paga mal y no tenemos ni para comer. Sólo queda irnos al norte, aunque nos toque morir", comentó.
De acuerdo con datos de la oficina de Apoyo a Migrantes Poblanos, en los últimos tres años el gobierno estatal ha repatriado 700 cadáveres de migrantes que fallecieron en EE.UU. por causas como accidentes, enfermedades, víctimas de algún delito o en su intento de cruzar de manera ilegal la frontera.
Las autoridades de México lamentaron la muerte de las dos mujeres y brindaron el apoyo para la repatriación de sus cuerpos.
Los cuerpos de madre e hija serán cremados mañana, luego de ser velados por familiares y vecinos de la comunidad, quienes las recibieron esta madrugada provenientes de la Ciudad de México, donde arribaron de dos vuelos que partieron de Miami.
Acompañados de antorcha en mano decenas de vecinos resguardaron los ataudes -uno gris y otro blanco- en donde descansan las víctimas que fallecieron el pasado 12 de marzo.
Ambulancias y patrullas con torretas encendidas reciberon a pie de carretera los féretros que avanzaron por más de una hora sobre la calle central hasta llegar a la casa de doña Flora Vázquez, abuela de Rosaura.
Los dolientes rezaron y también escucharon las entonaciones del mariachi que no dejó de interpretar música mexicana para las connacionales.
Mientras el frío de la región se hacia sentir conforme pasaban las horas, familiares y amigos repartieron café caliente a todos los presentes, quienes colaboraron en especie para este servicio fúnebre de acuerdo a sus costumbres y tradiciones.
Ambas víctimas serán veladas a lo largo de este día y será mañana cuando sean cremadas, según dispusieron sus familiares, quienes las depositarán en el cementerio de Tehuacán como última morada.
Un centenar de personas de la comunidad de San Francisco Cuautlancingo acudió a esperar y recibir los cuerpoos de las dos Rosauras, madre e hija.
Durante casi diez horas, los familiares de las víctimas y vecinos de ese pueblo de agricultores, esperaron al calor de las fogatas para expresar su pesar por la tragedia.
Rosaura Barrios emigró a Nueva York hace 25 años y su hija creció en la "Gran Manzana", igual que su otro hijo, Oscar Hernández, de 15 años y quien se encuentra grave en un hospital de la ciudad por las heridas causadas por el estallido.
Según versiones de familiares y amigos de las víctimas, Rosaura Barrios regresó a vivir a México meses atrás, pero una enfermedad que padece su hijo Oscar le obligó a regresar a Nueva York para conseguir una mejor atención médica.
Durante la madrugada de hoy, los pobladores de Cuautlancingo caminaron casi dos horas al lado de los féretros con los cuerpos de las víctimas y escoltados por una decena de ambulancias y autos policiales.
"Nosotros estamos aquí para recibir a nuestras mujeres porque hoy son ellas, mañana pueden ser nuestros hijos que viven allá, del otro lado (en Estados Unidos)", afirmó Felipe Lino, vecino de la comunidad.
Para Ramiro Vázquez, "el precio de querer vivir mejor, a veces, se paga con la muerte", pues la pobreza les obliga a abandonar sus cultivos y buscar nuevas oportunidades en Estados Unidos.
"Aquí la tierra está cada vez peor; cuando no perdemos cultivos porque el clima empeora cada año, la gente lo paga mal y no tenemos ni para comer. Sólo queda irnos al norte, aunque nos toque morir", comentó.
De acuerdo con datos de la oficina de Apoyo a Migrantes Poblanos, en los últimos tres años el gobierno estatal ha repatriado 700 cadáveres de migrantes que fallecieron en EE.UU. por causas como accidentes, enfermedades, víctimas de algún delito o en su intento de cruzar de manera ilegal la frontera.
Las autoridades de México lamentaron la muerte de las dos mujeres y brindaron el apoyo para la repatriación de sus cuerpos.
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