Patricia Carrasco
Más de diez mil personas estuvieron presentes en la misa de acción de gracias por la elevación a los altares de San Juan Pablo II y San Juan XXIII en la Basílica de Guadalupe.
Los creyentes portaron banderas de México y el Vaticano y se mostraron felices de poder invocar al "Papa Viajero" en sus oraciones.
Previo a la misa especial de canonización, en la Plaza de las Américas, el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, y el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles, develaron una nueva placa a la enorme estatua del Papa Peregrino, con el título de "San Juan Pablo II. 1978-2005. México siempre fiel".
Mientras los presentes no dejaban de echar porras: "Juan Pablo II te quiere todo el mundo"; "Juan Pablo II, tú eres mexicano".
El rector de la Basílica, Enrique Glennie, hizo la presentación oficial en el atrio de las Américas, del templo mariano más grande de América Latina, en el marco de la canonización de San Juan Pablo II.
Tras develar la nueva placa, el rector de la Basílica, Enrique Glennie, e integrantes jerarcas católicos iniciaron la procesión que caminó rumbo al altar mayor de la Basílica, con la vitrina que contiene la figura en cera y las reliquias de Juan Pablo II, se incensó la gran urna.
Mientras iniciaban los cantos del Coro de la Basílica y el órgano monumental.
A los creyentes se les salieron las lágrimas de emoción, pues decían que el Papa Amado, parecía que estaba dormido.
Al paso de la procesión con los obispos y sacerdotes del cabildo guadalupano, por la puerta principal donde entró Juan Pablo II en cuatro ocasiones de sus cinco visitas a México, los presentes movían la bandera del Vaticano en amarillo y blanco.
La misa concelebrada, la encabezó el representante del Vaticano en México, nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano; obispos, vicarios episcopales, canónicos y diáconos y fue precisamente el rector de la Basílica, Enrique Glennie, quien les dio la bienvenida.
Entre los cientos de feligreses presentes en la misa especial, se observó gran cantidad de comunidades católicas del Distrito Federal y de otras entidades.
Al inicio se pidió que los fieles se encomendaran a la intercesión de los nuevos santos.
En la misa se anunciaron medidas de higiene, como en la crisis de la influenza en la administración de Felipe Calderón, "si tienen catarro o gripe, no dar el saludo de paz con la mano, con una inclinación de cabeza, basta, o bien si están enfermos no asistan a lugares públicos", se escuchó en el recinto religioso.
"La comunión se dará en la mano izquierda y con la mano derecha se tomará la hostia y la debe consumir delante del sacerdote o ministro".
Al término de la celebración se retiró la urna que contiene la imagen de Juan Pablo II y reliquias de Juan XXIII rumbo al columbario de la Plaza Mariana, donde permanecerán, y los creyentes aplaudieron emocionados su paso.
Al inicio de la celebración se regalaron unas estampas con la imagen de San Juan Pablo II, la cual contiene una oración para pedir su intercesión.
Más de diez mil personas estuvieron presentes en la misa de acción de gracias por la elevación a los altares de San Juan Pablo II y San Juan XXIII en la Basílica de Guadalupe.
Los creyentes portaron banderas de México y el Vaticano y se mostraron felices de poder invocar al "Papa Viajero" en sus oraciones.
Previo a la misa especial de canonización, en la Plaza de las Américas, el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, y el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles, develaron una nueva placa a la enorme estatua del Papa Peregrino, con el título de "San Juan Pablo II. 1978-2005. México siempre fiel".
Mientras los presentes no dejaban de echar porras: "Juan Pablo II te quiere todo el mundo"; "Juan Pablo II, tú eres mexicano".
El rector de la Basílica, Enrique Glennie, hizo la presentación oficial en el atrio de las Américas, del templo mariano más grande de América Latina, en el marco de la canonización de San Juan Pablo II.
Tras develar la nueva placa, el rector de la Basílica, Enrique Glennie, e integrantes jerarcas católicos iniciaron la procesión que caminó rumbo al altar mayor de la Basílica, con la vitrina que contiene la figura en cera y las reliquias de Juan Pablo II, se incensó la gran urna.
Mientras iniciaban los cantos del Coro de la Basílica y el órgano monumental.
A los creyentes se les salieron las lágrimas de emoción, pues decían que el Papa Amado, parecía que estaba dormido.
Al paso de la procesión con los obispos y sacerdotes del cabildo guadalupano, por la puerta principal donde entró Juan Pablo II en cuatro ocasiones de sus cinco visitas a México, los presentes movían la bandera del Vaticano en amarillo y blanco.
La misa concelebrada, la encabezó el representante del Vaticano en México, nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, el cardenal de Guadalajara, Francisco Robles Ortega, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano; obispos, vicarios episcopales, canónicos y diáconos y fue precisamente el rector de la Basílica, Enrique Glennie, quien les dio la bienvenida.
Entre los cientos de feligreses presentes en la misa especial, se observó gran cantidad de comunidades católicas del Distrito Federal y de otras entidades.
Al inicio se pidió que los fieles se encomendaran a la intercesión de los nuevos santos.
En la misa se anunciaron medidas de higiene, como en la crisis de la influenza en la administración de Felipe Calderón, "si tienen catarro o gripe, no dar el saludo de paz con la mano, con una inclinación de cabeza, basta, o bien si están enfermos no asistan a lugares públicos", se escuchó en el recinto religioso.
"La comunión se dará en la mano izquierda y con la mano derecha se tomará la hostia y la debe consumir delante del sacerdote o ministro".
Al término de la celebración se retiró la urna que contiene la imagen de Juan Pablo II y reliquias de Juan XXIII rumbo al columbario de la Plaza Mariana, donde permanecerán, y los creyentes aplaudieron emocionados su paso.
Al inicio de la celebración se regalaron unas estampas con la imagen de San Juan Pablo II, la cual contiene una oración para pedir su intercesión.
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