En entrevista, uno de los más cercanos colaboradores del Papa polaco, recordó la cercanía del Pontífice con los católicos mexicanos y contó algunos detalles de Juan Pablo II, quien será reconocido como santo el próximo domingo, junto a Juan XXIII.
"El afecto de la primera visita a México tuvo un gran impacto en el Papa, lo que hicieron los mexicanos le quedó siempre grabado", aseguró.
En 51 años de servicio en "L'Osservatore Romano", el diario oficial del Vaticano, llegó a fotografiar seis papas distintos.
Mari nació a unos pasos de la Plaza de San Pedro, su padre fue uno de los obreros que excavaron la tumba del mismo apóstol ubicada en el centro de la Basílica.
"Para mí Juan Pablo II fue un santo en vida, por lo que vi y pude vivir. Para mí no era necesaria la canonización. Recorrimos el mundo, tocamos todas las peores situaciones en Africa y América Latina", aseguró.
Gracias a Wojtyla, él pudo conocer los cinco continentes y vivir situaciones de lo más insólitas, como cuando pudo besar el ángel en la parte baja de la imagen original de la Virgen mientras el Papa le besaba la cara.
Mari insistió que la fe del Papa hacia el pueblo mexicano surgió del "gran mensaje de amor" que, en su pobreza y en su dignidad, le dio a Juan Pablo II.
Reveló que el viaje al extranjero que más le impactó fue el de Wojtyla a Tierra Santa en el año 2000 porque, desde su llegada hasta su regreso, no parecía el Papa, sino "Dios mismo", ya que "tenía un rostro especial".
Según Mari, en cada viaje internacional Juan Pablo no dormía, lo primero que hacía era revisar uno por uno sus discursos y se preocupaba por las traducciones, porque quería que su pensamiento fuese siempre respetado.
Una vez pasado ese momento adelantaba trabajo o escribía otros textos, quizás la audiencia de los miércoles de la siguiente semana. Después pasaba al momento de la lectura de libros.
"Esto nunca lo entendí. Tomaba un libro y leía una página, sacaba otro y leía un poco, así hasta con cinco o seis libros. Luego volvía a empezar y así seguía. Jamás me lo pude explicar", contó el fotógrafo.
"También se reunía con su secretario de Estado y con el sustituto para analizar todos y cada uno de los problemas que iba a afrontar durante su viaje. Porque él iba a los países con un mensaje que defendía la vida, el trabajo, la familia", agregó.
Autor de más de seis millones de fotografías sobre los papas, de Wojtyla rescató una instantánea tomada el Viernes Santo de 2005, pocos días antes de su fallecimiento.
Ese día el Pontífice decidió seguir desde su capilla privada, en el Palacio Apostólico, el viacrucis. Sus escasas fuerzas le impidieron dejar el apartamento papal.
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