Raúl Macías
El pasado viernes, al exhalar el último aliento Jesús de Nazaret en la cruz, el cielo se nubló y una leve llovizna cayó. Entonces quedó demostrado que era el Mesías, el Hijo de Dios; el esperado para la salvación de la Humanidad. Pero ayer sucedió lo anunciado: la resurrección de Cristo quien venció a la muerte y ya se encuentra sentado a un lado su padre; porque bien lo dijo, que su reino no era terrenal.
De este modo, con el referido pasaje bíblico continuó la CLXXI representación de Semana Santa en Iztapalapa, y tal como lo dijera en sus tiempos San Pablo: "si Cristo no fue resucitado, nuestras predicaciones ya no contienen nada ni queda nada de lo que creen ustedes. Y ustedes no pueden esperar nada de su fe. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos". (I Corintios 15,14)
Ayer el cadáver de Jesús de Nazaret se encontraba en su sepulcro que fue regalado por José de Arimatea. Unos guardias romanos, ante el temor de que el cuerpo del Mesías fuera robado por sus seguidores, vigilaban el lugar. De pronto, la pesada piedra que cubría la entrada, sin que nadie la moviera por la parte de afuera se apartó poco a poco hasta quedar de lado.
Una esplendorosa luz surgió del interior y apareció Jesús de Iztapalapa (Eduardo Guzmán Flores) con ropajes blancos como la espuma del mar, significado de pureza. Tiempo adelante acudió al sepulcro la Virgen María (Nancy Uribe) para cambiarle los vendajes y untarle especias a su cuerpo. Su sorpresa fue enorme al ver que el cadáver de su amado hijo no se encontraba donde fue colocado luego de la crucifixión.
Entró en desesperación al no ver a su hijo amado; pareciera que se cuestionaba sobre el paradero del cuerpo. Lloró al no encontrarlo; miraba para el interior de la cueva que era el sepulcro. Era acompañada por otras mujeres que no daban crédito y no sabían lo sucedido.
Con el rostro lleno de incertidumbre corrieron a informar a los apóstoles. Estos no creyeron nada sobre la desaparición de Jesús, tampoco cuando María Magdalena les contó que a ella ya se le había aparecido el Maestro. En sus caras se veía cierta desconfianza a lo que escuchaban. Fue entonces cuando el Mesías se les apareció y los reprendió porque dudaron de su palabra de que resucitaría de entre los muertos.
Platicó con ellos; les pidió "lleven mi palabra" por todos los rincones del mundo, y a la vez les dio el poder para sanar las almas, perdonar a los pecadores y enseñar el evangelio que El les había inculcado. La resurrección fue descrita por los apóstoles. "La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo. Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es exaltado por Dios". (Hechos 2,23)
Y ayer dio por terminada la CLXXI representación de la pasión y muerte de Jesús en la Delegación Iztapalapa. Cuando se dio la última escena los asistentes aplaudieron el gran esfuerzo que hicieron quienes participaron en esta obra que llevan haciendo desde que una epidemia de cólera ocasionó la muerte de cientos de iztapalapenses y por una promesa se comprometen a seguir adelante el año siguiente.
De este modo, con el referido pasaje bíblico continuó la CLXXI representación de Semana Santa en Iztapalapa, y tal como lo dijera en sus tiempos San Pablo: "si Cristo no fue resucitado, nuestras predicaciones ya no contienen nada ni queda nada de lo que creen ustedes. Y ustedes no pueden esperar nada de su fe. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos". (I Corintios 15,14)
Ayer el cadáver de Jesús de Nazaret se encontraba en su sepulcro que fue regalado por José de Arimatea. Unos guardias romanos, ante el temor de que el cuerpo del Mesías fuera robado por sus seguidores, vigilaban el lugar. De pronto, la pesada piedra que cubría la entrada, sin que nadie la moviera por la parte de afuera se apartó poco a poco hasta quedar de lado.
Una esplendorosa luz surgió del interior y apareció Jesús de Iztapalapa (Eduardo Guzmán Flores) con ropajes blancos como la espuma del mar, significado de pureza. Tiempo adelante acudió al sepulcro la Virgen María (Nancy Uribe) para cambiarle los vendajes y untarle especias a su cuerpo. Su sorpresa fue enorme al ver que el cadáver de su amado hijo no se encontraba donde fue colocado luego de la crucifixión.
Entró en desesperación al no ver a su hijo amado; pareciera que se cuestionaba sobre el paradero del cuerpo. Lloró al no encontrarlo; miraba para el interior de la cueva que era el sepulcro. Era acompañada por otras mujeres que no daban crédito y no sabían lo sucedido.
Con el rostro lleno de incertidumbre corrieron a informar a los apóstoles. Estos no creyeron nada sobre la desaparición de Jesús, tampoco cuando María Magdalena les contó que a ella ya se le había aparecido el Maestro. En sus caras se veía cierta desconfianza a lo que escuchaban. Fue entonces cuando el Mesías se les apareció y los reprendió porque dudaron de su palabra de que resucitaría de entre los muertos.
Platicó con ellos; les pidió "lleven mi palabra" por todos los rincones del mundo, y a la vez les dio el poder para sanar las almas, perdonar a los pecadores y enseñar el evangelio que El les había inculcado. La resurrección fue descrita por los apóstoles. "La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior, para volver a morir de nuevo. Jesús entra en la vida definitiva de Dios; es exaltado por Dios". (Hechos 2,23)
Y ayer dio por terminada la CLXXI representación de la pasión y muerte de Jesús en la Delegación Iztapalapa. Cuando se dio la última escena los asistentes aplaudieron el gran esfuerzo que hicieron quienes participaron en esta obra que llevan haciendo desde que una epidemia de cólera ocasionó la muerte de cientos de iztapalapenses y por una promesa se comprometen a seguir adelante el año siguiente.
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