Finalmente, Bergoglio ha unido en matrimonio a cuarenta personas provenientes de la periferia de Roma en una emotiva ceremonia en la Basílica de San Pedro del Vaticano que comenzó con los prometidos recorriendo el pasillo central de la misma agarrados del brazo de sus padrinos y de sus madrinas, como marca la tradición.
Durante el acto, el Sumo Pontífice pronunció su homilía en la que animó a las parejas a no rendirse ante las adversidades que encontrarán en su nuevo recorrido en común.
Y es que, según subrayó, en el matrimonio hay momentos de felicidad pero también de "dificultad" e incluso "conflictivos", síntomas éstos que pertenece a "la vida real, no a la ficción".
Asimismo catequizó que en el matrimonio la esposa tiene el "deber" de ayudar al marido a ser más hombre y éste, a su vez, tiene la misma obligación de ayudar a la esposa a ser más mujer.
La voluntad de presidir un enlace matrimonial público y colectivo muestra la importancia que tiene la familia para el Papa argentino.
Ante los prometidos, el Santo Padre encomió la "incalculable fuerza" y "la carga de Humanidad" que contiene una familia, el "primer lugar en el que nos formamos como personas y que, al mismo tiempo, ejerce de 'ladrillo' en la construcción de la sociedad".
Tras su alocución, Francisco preguntó uno a uno a los prometidos si aceptaban en matrimonio a sus respectivas parejas y, acto seguido, se procedió a la tradicional imposición de los anillos.
Al término de la ceremonia, los recién casados obsequiaron al Papa con una ludoteca y un centro de integración juvenil que situarán en el barrio capitolino de Colli Aniene, acogiendo su predicado precepto de "acudir a las periferias geográficas y existenciales".
Así lo afirmó en un comunicado Cáritas, la encargada de gestionar estos espacios y que señaló que el objetivo de este "regalo" es el de promover un "espacio de encuentro para los menores y las familias" que pueda "ayudar a los padres en la labor educativa".
Uno de los nuevos matrimonios es el conformado por Gabriella y Guido, de 56 y 49 años de edad, que además estuvieron acompañados por la hija de la primera.
Gabriella ha sido madre soltera y Guido contrajo matrimonio en el pasado pero fue declarado nulo por el tribunal eclesiástico de la Santa Rota, circunstancias éstas por las que en un principio aceptaron con pudor la invitación a ser casados por el Papa, según han explicado al diario "La Repubblica".
"No creíamos representar a la pareja católica presente en el imaginario colectivo, pero la Iglesia de Francisco nos ha acogido", señalaron.
Otra de las parejas es la de Flaviano y Giulia, de 28 y 25 años de edad, quienes al ser seleccionados por su diócesis, decidieron aceptar pero renunciando al banquete nupcial por el elevado coste del mismo, ya que ella trabaja en un restaurante de comida rápida y él acaba de perder su empleo.
Una historia resuelta gracias a la colaboración del resto de miembros de su comunidad, que según la prensa italiana recogieron fondos para organizar una fiesta a los recién casados.
La monumental Basílica de San Pedro, centro del mundo católico, presentó este domingo una imagen inusual, al ser engalanada para la celebración de dichos enlaces.
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