Patricia Carrasco
La Iglesia Católica manifestó que no quiere entre sus fieles a acarreados, no quiere que vengan a fuerza, sin convicción, que acudan libremente a su seno porque están convencidos del amor de Dios; por lo que llamó a los católicos para que ejerzan con libertad y convicción su religión.
"Es cierto que el medio ambiente, la herencia que hemos recibido, las presiones sociales y muchas realidades nos pueden condicionar, pero recordemos que somos libres y que ningún fatalismo nos debe atar para ejercer nuestra religión", manifestó el arzobispo primado de México.
Además, elevó una oración por que la sabiduría divina ilumine a todos los gobernantes y dirigentes del planeta para que sus decisiones se ajusten a las necesidades que sus pueblos reclaman.
En su homilía ante los fieles reunidos en la Catedral Metropolitana, el prelado sostuvo que la prueba de esta libertad que el hombre tiene es su capacidad de convertirse del mal al bien, de pasar de la maldad a la bondad, y también al contrario, su capacidad de pervertirse, de pasar del bien al mal.
"Por su libertad el hombre no es esclavo de su fatalidad, nadie está atado irremediablemente al bien o al mal, nadie es esclavo de su pasado", citó.
Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.
"Cuando asegura que las prostitutas y los publícanos llevan delantera a los creyentes no practicantes, se refiere a los pecadores arrepentidos, a los que hacen caso a la Palabra de Dios y cambian su vida", indicó.
Cuánto mal ha causado en nuestra historia el divorcio entre fe y costumbres, entre teoría y práctica. Son muchos los documentos de la Iglesia que nos recuerdan y nos reprochan que una de las causas del ateísmo de mucha gente o de su alejamiento del influjo del evangelio se debe a que muchos de nosotros, los que nos profesamos cristianos, en lugar de reflejar a Dios con nuestro comportamiento lo ocultamos y lo deformamos.
Ese mismo divorcio entre fe y vida, también lo practican aquellos que han reducido su religión a algo individualista e intimista, diciendo públicamente y a veces hasta con burla, que "no van", y a escondidas o como en clandestinidad buscan a Dios y piden los auxilios y servicios de su Iglesia, dijo en su mensaje el prelado.
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