Enrique Hernández
Jesús Francisco Rodríguez permaneció bajo toneladas de losa y hierro del Hospital General por cuatro días, tenía un poco más de 24 horas de haber nacido cuando aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 la tierra se estremeció como nunca en la historia de México, por lo que en segundos edificios se derrumbaron, entre ellos, el nosocomio donde se recuperaba, los gritos de dolor comenzaron, también los de auxilio se escucharon por todos lados.
Los días transcurrieron; debajo de ese hospital habían quedado decenas de gente sepultada. No había esperanza de que hubiera sobrevivientes, sin embargo familiares de recién nacidos y de mujeres que habían dado a luz, tenían fe de que su gente viviera.
Al tercer día de la desgracia, cuando se disponía a pasar la maquinaria para agilizar los trabajos de remoción, los familiares impidieron que se cavara.
Así es que los trabajos de remoción fueron con mucho cuidado, casi con las manos, de pronto, al cuarto día, un rescatistas quien entró por un pequeño túnel que fueron abriendo durante las labores de rescate, gritó: "aquí hay un niño vivo, ya no raspen, lo voy a sacar".
La gente que estaba en ese lugar, entre ellos la tía de Jesús Francisco, entendieron que en medio de la desgracia también existen los milagros y más cuando al sacar al niño, al limpiarlo, descubrieron que en una de sus manos sujetaba con fuerza una medalla de la Virgen María.
"Desde ese entonces le llaman "el niño del milagro", nadie sabe quién le dio la imagen, no sabemos si fue su mamá o alguna enfermera o médico, lo que sí es que el niño jamás la soltó, siempre la tuvo en la mano", recordó la señora Rodríguez, quien educó y dio sustento a Francisco desde ese entonces, ya que la madre biológica había fallecido en el hospital, luego de un mes fue localizado su cuerpo.
Se estima que debajo de las toneladas de hierro y losa fueron sacados 16 niños, 12 sobrevivieron y 4 murieron.
Se cree que los menores de edad resistieron de cuatro a seis días porque la cuna sirvió de protección. Pero también existe la versión de que en el caso de Francisco, hubo un milagro divino.
"La medalla con la imagen de la Virgen María los protegió, no fue casualidad que él fuera el primero. En medio del dolor, tambié se dan milagros", dijo la señora Graciela Rodríguez.
En ese entonces a estos niños, el Presidente Miguel de la Madrid los nombro "hijos de la nación": fueron atendidos por médicos hasta que cumplieron los 18 años, la mayoría de edad.
Hoy día, Francisco tiene 29 -los mismos del sismo de 1985- contrajo matrimonio hace cuatro años y tiene una hermosa hija de tres.
El estar sepultado por cuatro días le trajo secuelas físicas, pero asegura que es feliz, y como todo padre de familia, sale a esta ciudad de asfalto en busca del sustento. Le ha costado conseguir un trabajo formal.
En una gasolinera de Tlalpan se gana la vida; sus compañeros de trabajo no saben que él fue un auténtico milagro en medio de la desgracia, "no les digo porque eso ya quedó en el pasado, ahora lucho por sostener a mi hija y a mi esposa", recalcó a La PRENSA.
Señaló que cada año enciende una veladora en honor a su madre biológica, reza varios padrenuestros y sale como cualquier habitante a ganarse la vida.
"Cuando hay simulacros de evacuación, pienso que México aprendió de esa desgracia y que ahora tenemos la cultura de la prevención", recalcó.
Jesús Francisco Rodríguez permaneció bajo toneladas de losa y hierro del Hospital General por cuatro días, tenía un poco más de 24 horas de haber nacido cuando aquella mañana del 19 de septiembre de 1985 la tierra se estremeció como nunca en la historia de México, por lo que en segundos edificios se derrumbaron, entre ellos, el nosocomio donde se recuperaba, los gritos de dolor comenzaron, también los de auxilio se escucharon por todos lados.
Al tercer día de la desgracia, cuando se disponía a pasar la maquinaria para agilizar los trabajos de remoción, los familiares impidieron que se cavara.
Así es que los trabajos de remoción fueron con mucho cuidado, casi con las manos, de pronto, al cuarto día, un rescatistas quien entró por un pequeño túnel que fueron abriendo durante las labores de rescate, gritó: "aquí hay un niño vivo, ya no raspen, lo voy a sacar".
La gente que estaba en ese lugar, entre ellos la tía de Jesús Francisco, entendieron que en medio de la desgracia también existen los milagros y más cuando al sacar al niño, al limpiarlo, descubrieron que en una de sus manos sujetaba con fuerza una medalla de la Virgen María.
"Desde ese entonces le llaman "el niño del milagro", nadie sabe quién le dio la imagen, no sabemos si fue su mamá o alguna enfermera o médico, lo que sí es que el niño jamás la soltó, siempre la tuvo en la mano", recordó la señora Rodríguez, quien educó y dio sustento a Francisco desde ese entonces, ya que la madre biológica había fallecido en el hospital, luego de un mes fue localizado su cuerpo.
Se cree que los menores de edad resistieron de cuatro a seis días porque la cuna sirvió de protección. Pero también existe la versión de que en el caso de Francisco, hubo un milagro divino.
"La medalla con la imagen de la Virgen María los protegió, no fue casualidad que él fuera el primero. En medio del dolor, tambié se dan milagros", dijo la señora Graciela Rodríguez.
En ese entonces a estos niños, el Presidente Miguel de la Madrid los nombro "hijos de la nación": fueron atendidos por médicos hasta que cumplieron los 18 años, la mayoría de edad.
Hoy día, Francisco tiene 29 -los mismos del sismo de 1985- contrajo matrimonio hace cuatro años y tiene una hermosa hija de tres.
El estar sepultado por cuatro días le trajo secuelas físicas, pero asegura que es feliz, y como todo padre de familia, sale a esta ciudad de asfalto en busca del sustento. Le ha costado conseguir un trabajo formal.
En una gasolinera de Tlalpan se gana la vida; sus compañeros de trabajo no saben que él fue un auténtico milagro en medio de la desgracia, "no les digo porque eso ya quedó en el pasado, ahora lucho por sostener a mi hija y a mi esposa", recalcó a La PRENSA.
Señaló que cada año enciende una veladora en honor a su madre biológica, reza varios padrenuestros y sale como cualquier habitante a ganarse la vida.
"Cuando hay simulacros de evacuación, pienso que México aprendió de esa desgracia y que ahora tenemos la cultura de la prevención", recalcó.
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