BRUSELAS, Bélgica, (Notimex).- El Papa Francisco lanzó hoy un anhelo por la paz en el mundo y la humanización del otro en un discurso en el Consejo de Europa, organismo multilateral dedicado a la defensa de los derechos humanos, con sede en Estrasburgo, Francia.
"Cuánto dolor y cuántos muertos se producen todavía en este continente, que anhela la paz, pero que vuelve a caer fácilmente en las tentaciones de otros tiempos", observó ante los representantes de 47 países europeos, entre ellos Rusia, acusada por sus socios de fomentar el conflicto separatista en el este de Ucrania.
Para "evitar que se repita lo ocurrido en las dos guerras mundiales del siglo pasado", Bergoglio urgió a los europeos a "reconocer en el otro no un enemigo qué combatir, sino un hermano a quién acoger".
"Para lograr el bien de la paz es necesario ante todo, educar para ella, abandonando una cultura del conflicto, que tiende al miedo del otro, a la marginación de quien piensa y vive de manera diferente", sostuvo.
"Es preciso un proceso constante de humanización, y no basta reprimir las guerras, suspender las luchas (...) hay que tender a una paz (...) fundada en la reconciliación de los ánimos", añadió en el segundo y último compromiso de su visita de cuatro horas a la ciudad francesa.
Para el Papa, uno de los mayores desafíos de Europa en la actualidad es "globalizar de modo original su multipolaridad".
"(Eso) comporta el reto de una armonía constructiva, libre de hegemonías que, aunque pragmáticamente parecen facilitar el camino, terminan por destruir la originalidad cultural y religiosa de los pueblos", afirmó.
"No se puede pensar ni construir Europa sin asumir a fondo esta realidad multipolar. Europa debe reflexionar sobre si su inmenso patrimonio humano, artístico, técnico, social, político, económico y religioso es un simple retazo del pasado para museo, o si todavía es capaz de inspirar la cultura y abrir sus tesoros a toda la Humanidad", añadió.
El Papa Francisco también apuntó como amenaza a la paz a los tráficos de seres humanos y de armas y al terrorismo religioso e internacional, en el que ve "un profundo desprecio por la vida humana".
Por otra parte, criticó el individualismo que "nos hace humanamente pobres y culturalmente estériles" y da origen al "culto a la opulencia, que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos.
"Tenemos demasiadas cosas, que a menudo no sirven, pero ya no somos capaces de construir auténticas relaciones humanas, basadas en la verdad y el respeto mutuo", lamentó.
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