Cavaron el túnel noche y día, pero nadie vio ni oyó

viernes, 17 de julio de 20150 comentarios



Raúl Ma­cías, Foto: Ignacio Huitzil

AL­MO­LO­YA DE JUA­REZ, Méx.- La fu­ga de Joa­quín Guz­mán Loe­ra, del pe­nal El Al­ti­pla­no, fue rea­li­za­da con una pre­ci­sión qui­rúr­gi­ca, des­de ele­gir a quie­nes se en­car­ga­rían de la cons­truc­ción del tú­nel, así co­mo los que es­ta­rían a car­go de po­ner­lo en un lu­gar se­gu­ro. Se con­for­mó un gru­po de al­ba­ñi­les, quie­nes eran los que "aban­do­na­ban" el pre­dio en la Co­lo­nia Santa Jua­ni­ta por la tar­de y en las ma­ña­nas re­gre­sa­ban.

Es­to lo ha­cían pa­ra no le­van­tar sos­pe­chas y ha­cer creer a los ve­ci­nos que se tra­ta­ba de una obra co­mún y co­rrien­te, pe­ro nun­ca sos­pe­cha­ron que los cin­co al­ba­ñi­les que veían ca­mi­nar por el te­rre­no de apro­xi­ma­da­men­te 2 ki­ló­me­tros de dis­tan­cia, des­de la ca­rre­te­ra prin­ci­pal de la co­lo­nia has­ta la ca­sa don­de se ini­ció el tú­nel, so­la­men­te eran una "cor­ti­na de hu­mo" pa­ra des­pis­tar.

Por­que ocul­tos en un au­to des­tar­ta­la­do y una ca­mio­ne­ta de co­lor blan­co, in­gre­sa­ron más de 20 ala­ri­fes, quie­nes eran los que al pa­re­cer la­bo­ra­ban en tres tur­nos pa­ra no de­jar de es­ca­var. Na­die sa­be el tiem­po en que co­men­za­ron con su "me­ga obra", por­que la dis­tan­cia de la ca­sa al­qui­la­da por gen­te de "El Cha­po" y las más cer­ca­nas era de apro­xi­ma­da­men­te 400 me­tros.

La vi­vien­da se ve co­mo cual­quier otra de la zo­na; na­da os­ten­to­so, lo que sí pa­re­ce una des­pro­por­ción es don­de co­lo­ca­ron la tie­rra que era sa­ca­da de lo que se iba con­vir­tien­do ya en un tú­nel. En el in­te­rior, por una ren­di­ja que de­ja­ron sin cu­brir los pe­ri­tos de la Pro­cu­ra­du­ría Ge­ne­ral de la Re­pú­bli­ca, se apre­cian dos ba­ses de ca­mas de ma­de­ra, así co­mo una me­sa del mis­mo ma­te­rial.

Ha­bía za­pa­tos por va­rias par­tes de la ca­sa prin­ci­pal, pe­ro és­tos fue­ron ase­gu­ra­dos por pe­ri­tos de la PGR, quie­nes ana­li­zan has­ta el más mí­ni­mo de­ta­lle en el cal­za­do, así co­mo en el uni­for­me de la pri­sión que "El Cha­po" Guz­mán aban­do­nó pa­ra cam­biar­se y uti­li­zar pren­das más có­mo­das, co­mo pants y te­nis; pe­ro al pa­re­cer no le ati­na­ron a la me­di­da, den­tro de la ca­sa que­dó una bol­sa de plás­ti­co con dos mu­das nue­vas. 

Du­ran­te un re­co­rri­do de LA PREN­SA por la zo­na de don­de es­ca­pó Guz­mán Loe­ra, ele­men­tos que res­guar­dan el lu­gar ex­pli­ca­ron que ya se en­cuen­tran bus­can­do la fa­mo­sa "car­ca­cha" y la ca­mio­ne­ta blan­ca que dia­ria­men­te se veían por ese lu­gar, pe­ro se­rá un po­co di­fí­cil, por­que la gen­te es­tá te­me­ro­sa de abrir la bo­ca y es­to les oca­sio­ne pro­ble­mas con la gen­te del ma­yor cons­truc­tor de tú­ne­les en Mé­xi­co: "El Cha­po" Guz­mán.

A Joa­quín Guz­mán se le acre­di­ta la cons­truc­ción de cer­ca del 60 por cien­to de los tú­ne­les que se han lo­ca­li­za­do en la fron­te­ra de Mé­xi­co con los Es­ta­dos Uni­dos. Se ha­cen con to­tal pre­ci­sión y una men­te ma­quia­vé­li­ca que a cual­quier ar­qui­tec­to o in­ge­nie­ro lo sor­pren­de­rían sus aca­ba­dos, so­bre to­do en es­te ca­so pa­ra que no se co­lap­sa­ra an­tes de la hui­da de su "pa­trón".

Al acu­dir El Dia­rio de las Ma­yo­rías a rea­li­zar un re­co­rri­do, se per­mi­tió el pa­so a unos 15 me­tros de pro­fun­di­dad, pe­ro des­de la vi­vien­da con di­rec­ción al pe­nal; el agua de las llu­vias se fil­tra­ba por lo que se­ría te­cho y pa­re­des del lu­gar, se te­nía que ca­mi­nar con su­mo cui­da­do y evi­tar re­car­gar­se; el mie­do exis­tía de que cual­quier mo­vi­mien­to pu­die­ra oca­sio­nar un de­rrum­be.

Ca­mi­nan­do iba uno aga­rran­do con­fian­za, pe­ro sin de­jar de es­tar aten­tos de las re­co­men­da­cio­nes de los ele­men­tos de la PGR y la Po­li­cía Fe­de­ral que se en­con­tra­ban ahí. Cer­ca de la es­ca­le­ra de 9 me­tros que con­du­ce al tú­nel, es­ta­ba el par de mo­tos que uti­li­za­ron pa­ra ha­cer el re­co­rri­do des­de a­ba­jo de la cel­da del lí­der del Cár­tel de Si­na­loa has­ta la sa­li­da a la vi­vien­da de la Co­lo­nia Santa Jua­ni­ta.

La luz con la que era ilu­mi­na­do el tú­nel in­vi­ta­ban a la ima­gi­na­ción: fue ce­rrar los ojos y pen­sar en có­mo se mo­vie­ron más de una vein­te­na de per­so­nas pa­ra po­der li­be­rar a "El Cha­po". Era qui­zá una ima­gi­na­ción lo­ca, pe­ro tal vez den­tro de la rea­li­dad de esa no­che del sá­ba­do 11 de ju­lio ocu­rrie­ron las co­sas co­mo uno se las ima­gi­na, aun­que ese día el re­co­rri­do hi­zo que el am­bien­te se lle­na­ra de adre­na­li­na por si eran des­cu­bier­tos.

Es com­pli­ca­do su­bir la es­ca­le­ra has­ta don­de lle­ga­ba el tú­nel a la vi­vien­da. Se en­cuen­tra to­tal­men­te ver­ti­cal y se de­be su­bir es­ca­lón por es­ca­lón; pe­ro en ese pun­to se sien­te un ca­lor in­fer­nal y olor so­fo­can­te por lo que ema­na de la plan­ta eléc­tri­ca; De ahí pa­ra afue­ra era cues­tión de un par de mi­nu­tos pa­ra cam­biar­se y pro­ce­der con el si­guien­te plan.



LA HUI­DA



Ma­ra­tó­ni­co así fue el cam­bio de cal­za­do que "El Cha­po" rea­li­zó en el in­te­rior de su cel­da, así ocu­rrió en la ca­sa, por­que hi­zo tiem­po de más en la sa­li­da, ello por­que del bo­que­te he­cho en el área de la re­ga­de­ra de la cel­da 20, de­bió ba­jar por una es­ca­le­ra pe­que­ña, pe­ro de acuer­do a lo co­men­ta­do por pe­ri­tos, cer­ca de 600 me­tros de la pri­sión a la ca­sa, el aho­ra pró­fu­go de­bió mo­ver­se a co­mo se di­ce usual­men­te a "ga­tas", por­que era apro­xi­ma­da­men­te de un me­tro de al­tu­ra.

Pa­sa­do ese "pe­que­ño pro­ble­ma", fue cuan­do ya el hom­bre más pe­li­gro­so de Mé­xi­co pu­do po­ner­se un po­co de pie has­ta que lle­gó a don­de se en­con­tra­ban las mo­to­ci­cle­tas que es­ta­ban co­lo­ca­das en una es­pe­cia de rie­les, fa­ci­li­tan­do es­to su lle­ga­da a la sa­li­da ha­cia su "li­ber­tad"; pe­ro es di­fí­cil po­der res­pi­rar a esa pro­fun­di­dad de la tie­rra, por lo que uti­li­zó tan­ques de oxí­ge­no.

Los tan­ques va­cíos que­da­ron en el ca­mi­no, y ya fue­ron re­ti­ra­dos por los pe­ri­tos pa­ra su aná­li­sis, por­que con­tie­nen ADN de Joa­quín Guz­mán y de quie­nes le ayu­da­ron a es­ca­par del pe­nal de "má­xi­ma" se­gu­ri­dad. Es­tos ob­je­tos me­tá­li­cos, así co­mo otros más que se en­con­tra­ron en el tú­nel se en­cuen­tran sien­do ana­li­za­dos por los pe­ri­tos en la ca­sa que es­tá a un la­do del cuar­to del tú­nel.

Re­co­no­cen unos in­ves­ti­ga­do­res que su "es­ce­na del cri­men" fue al­ta­men­te al­te­ra­da, por­que tras dar­se la fu­ga y co­no­cer el si­tio en don­de ini­cia­ba el tú­nel que es­ta­ba cer­ca de 1.5 ki­ló­me­tros de dis­tan­cia, has­ta ese lu­gar lle­ga­ron ele­men­tos de la Po­li­cía Fe­de­ral y del Ejér­ci­to, lo que bo­rró las hue­llas de los neu­má­ti­cos del au­to o mo­to con que pu­do ha­ber si­do sa­ca­do Joa­quín Guz­mán, aun­que lo cier­to es que se vuel­ve a con­ver­tir en el hom­bre más bus­ca­do, quien ya es con­si­de­ra­do, "El Se­ñor de los Tú­ne­les"
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