Raúl Macías, Foto: Luis A. Barrera
La "banda" se percató que "El Flaco" no se movía; las bajas temperaturas que azotaron la madrugada de ayer a la Ciudad de México lo sorprendieron solamente tapado con una ligera sábana y una sudadera, pero sus ojos se encontraban abiertos, tal vez no alcanzó a pedir auxilio a otras personas que viven en situación de calle igual que él en la Colonia Morelos: murió como vivió los últimos años, solo.
Ayer por la mañana fue encontrado recargado en la cortina de una negociación un hombre de aproximadamente 35 años de edad, su cuerpo estaba rígido, ya llevaba varias horas de haber perdido la vida; su muerte corrió como reguero de pólvora entre sus amigos, quienes al conocer del deceso se presentaron en el lugar: no daban crédito a lo que sus ojos miraban, horas antes estuvieron bebiendo con él.
Un alma caritativa se compadeció y cristianamente encendió una veladora y la colocó cerca de su cabeza de este hombre, cuyo delito fue ser pobre, y al no contar con credencial de elector, y si no se localiza a su familia, será un simple recuerdo en el mundo, mas no en lo legal; tal vez su última morada será la fosa común, donde el difunto no duele, donde la tierra no florece.
Cerca del cuerpo se encontraba un hombre; no estaba metido en la realidad; él en su boca tenía la "mona", sí, la estopa con activo que los hace alejarse del mundo real; con sus pupilas dilatadas, el pulso alterado e inconsciente a la vez, "moneaba" y tal vez era el modo de decirle adiós, despedir al amigo de la calle, al "compañero" del escuadrón, a quien se adelantó en el "viaje".
El cuerpo de "El Flaco" estaba rígido, murió en la madrugada a consecuencia de las bajas temperaturas. Se cubrió con lo que tenía, aunque en realidad no tenía nada para luchar contra las bajas temperaturas. Se le entumieron los huesos, su piel sintió el frío, el alma el dolor de la falta de calor y sus "cuates", ahora sienten la ausencia de "El Flaco", quien se les adelantó.
Terminada esta triste historia de la vida real, del dolor y el abandono, donde el cuerpo permaneció un par de horas expuesto al morbo de la sociedad, el agente del ministerio público de la Coordinación Territorial VC-3, cumplió con lo legal: ordenar que el cadáver fuera trasladado al anfiteatro delegacional, y la veladora: la veladora quedó ahí, cerca de donde "El Flaco", dejó de existir.
La "banda" se percató que "El Flaco" no se movía; las bajas temperaturas que azotaron la madrugada de ayer a la Ciudad de México lo sorprendieron solamente tapado con una ligera sábana y una sudadera, pero sus ojos se encontraban abiertos, tal vez no alcanzó a pedir auxilio a otras personas que viven en situación de calle igual que él en la Colonia Morelos: murió como vivió los últimos años, solo.
Ayer por la mañana fue encontrado recargado en la cortina de una negociación un hombre de aproximadamente 35 años de edad, su cuerpo estaba rígido, ya llevaba varias horas de haber perdido la vida; su muerte corrió como reguero de pólvora entre sus amigos, quienes al conocer del deceso se presentaron en el lugar: no daban crédito a lo que sus ojos miraban, horas antes estuvieron bebiendo con él.
Un alma caritativa se compadeció y cristianamente encendió una veladora y la colocó cerca de su cabeza de este hombre, cuyo delito fue ser pobre, y al no contar con credencial de elector, y si no se localiza a su familia, será un simple recuerdo en el mundo, mas no en lo legal; tal vez su última morada será la fosa común, donde el difunto no duele, donde la tierra no florece.
Cerca del cuerpo se encontraba un hombre; no estaba metido en la realidad; él en su boca tenía la "mona", sí, la estopa con activo que los hace alejarse del mundo real; con sus pupilas dilatadas, el pulso alterado e inconsciente a la vez, "moneaba" y tal vez era el modo de decirle adiós, despedir al amigo de la calle, al "compañero" del escuadrón, a quien se adelantó en el "viaje".
El cuerpo de "El Flaco" estaba rígido, murió en la madrugada a consecuencia de las bajas temperaturas. Se cubrió con lo que tenía, aunque en realidad no tenía nada para luchar contra las bajas temperaturas. Se le entumieron los huesos, su piel sintió el frío, el alma el dolor de la falta de calor y sus "cuates", ahora sienten la ausencia de "El Flaco", quien se les adelantó.
Terminada esta triste historia de la vida real, del dolor y el abandono, donde el cuerpo permaneció un par de horas expuesto al morbo de la sociedad, el agente del ministerio público de la Coordinación Territorial VC-3, cumplió con lo legal: ordenar que el cadáver fuera trasladado al anfiteatro delegacional, y la veladora: la veladora quedó ahí, cerca de donde "El Flaco", dejó de existir.
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