Patricia Carrasco
La Iglesia Católica capitalina pidió orar por la vida de las personas que se van a vivir a otro lugar o país; porque todos los migrantes encuentren un "refugio seguro"; y se elevó una especial oración por los niños que son más vulnerables, a la explotación y el abuso, en alusión al caso del niño sirio Alan, quien murió ahogado junto con su hermano y madre, en la busca de una vida mejor en Europa.
"Te rogamos que les proporciones un refugio seguro, por los migrantes que son víctimas de tráfico de personas, que les des más oportunidades en otros lugares", rogó el cardenal Norberto Rivera Carrera.
Igualmente, se rezó por todas las personas que han muerto al emigrar a otros países, para que el Señor los reciba en su reino y encuentren en su presencia la paz que en la tierra les fue negada.
En su homilía, en la misa dominical en la Catedral Metropolitana, "ahora, está sucediendo algo terrible en el viejo continente, hermanos nuestros de Siria y Afganistán, están saliendo por miles queriendo llegar a Europa, muchas veces se les cierran las puertas".
Agregó: "por eso es importante que los corazones sean sensibles y sepan abrir las puertas de los países a aquellos que no sólo han salido por hambre, sino perseguidos amenazados en sus vidas, pero es importante que las naciones vean la raíz de ese problema, porque tantas personas están saliendo de sus países dejándolo todo".
En la oración de los fieles, se elevó una plegaria por los que dirigen las naciones y los pueblos de la tierra, para que atiendan con prontitud las necesidades de todos, especialmente, los más pobres. Por los migrantes y refugiados que han abandonado sus países de origen, que buscan un mejor futuro junto con sus familiares para que encuentren el refugio y la paz anhelada.
También se oró por los que padecen alguna discapacidad, curando cuerpo y alma de los afligidos. Por los profesionales de la medicina, así contribuyan a la alegría que Cristo nos trajo.
Rivera Carrera recordó cómo fue liberado el pueblo de Israel de la esclavitud encontrando en Jesucristo el refugio infalible para encontrar paz.
"Todos nosotros somos destinatarios de las noticias que ponen de manifiesto el poco valor que tiene la vida humana y la normalidad con que se van oyendo y viendo las escenas de malos tratos, de violencias, de asesinatos e injusticias de todo tipo, de impunidad y de glorificación del delito, que extienden sus tentáculos en todas direcciones y alcanzan todos los extremos. Se buscan las causas de lo que está sucediendo, y nos vamos por la tangente", indicó.
El prelado resaltó que cuesta mucho poner el dedo en la raíz misma de los problemas, de estos gravísimos problemas de vida y de convivencia.
La pérdida de la conciencia del mal es el principio y fundamento del triunfo y difusión de todo tipo de maldades. No es posible luchar contra el mal cuando no se tiene conciencia del mal, y menos cuando la confusión llega al extremo de confundir lo bueno con lo malo y lo verdadero con lo falso.
Resaltó: "no es posible proclamar valores cuando se dice que todo es relativo. Peor situación se crea aún cuando la verdad y el bien se silencian o se persiguen y la mentira y la maldad se proclaman y exaltan. Es ciertamente alarmante, muy alarmante, no que exista el mal que siempre ha existido, sino ver y sentir el fuego del vicio exaltado y glorificado.
Por esto, los hombres y las mujeres de nuestro tiempo damos vuelta dentro del fuego, asistiendo a nuestra cremación, sin poder salir porque desconocemos la puerta: la recuperación de la conciencia, la recuperación del sentido del pecado.
Estamos ciegos, sordos, mudos y paralíticos. Necesitamos a Jesús que venga a iluminar nuestros ojos, a abrir nuestros oídos, a soltar nuestra lengua y a fortalecer nuestros pies.
Es verdad que donde está el hombre siempre habrá errores, maldades, aberraciones, pues estamos heridos por el pecado. Pero es igualmente cierto que, si no se cuida la conciencia moral de los seres humanos, el mal en todos sentidos se multiplica.
Más aún, cuando el programa ideológico-moral que se difunde o se impone es radicalmente contrario a los derechos humanos fundamentales, se pierde la base y fundamento para una convivencia verdaderamente humana. ¿Con qué autoridad se pueden difundir o se pueden exigir los valores humanos que hagan posible la dignificación de las futuras generaciones, si los valores básicos son burlados
?
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