TABASCO, México.- En estos momentos en el municipio de Centro, están a dos días de que terminen las campañas y entraremos al periodo de veda electoral, en el marco de una elección extraordinaria que por ese solo hecho, aumenta la apatía y la insatisfacción de la gente.
La parsimonia de aquellos que fueron electos para procurar y administrar justicia, y que hasta el momento han quedado a deber, hace pensar que la muerte tiene permiso en Tabasco y lo que orilla a la gente a hacerse justicia por su propia mano.
Hace unos días, en su domicilio fue asesinado brutalmente un empresario de Tabasco, un miembro distinguido de la comunidad, pero su muerte nos duele como si se tratara de cualquier persona, porque significa que llegamos al punto, en el cual, ni siquiera en la propia casa se está seguro. En 2014 fueron 26 los presuntos delincuentes castigados por la población. Para el año siguiente, se reportó la cifra de 29 presuntos delincuentes que fueron castigados por la gente, sin juicio previo ni leyes de por medio.
Pero la cifra va en ascenso porque la descomposición va en aumento. Apenas en los primeros 47 días de este año, se presentaron 12 casos de linchamientos en Tabasco.
Estamos hablando de gente que, ante la incapacidad de sus autoridades por brindarles seguridad pública o ante la impunidad de los criminales, se sustituyen en gobierno. Estamos hablando de un gobierno que no tiene presencia en lugares de la ciudad capital, a plena luz del día y ante la mirada cómplice o impotente de sus cuerpos de seguridad. Estamos hablando de la barbarie que llegó a la ciudad y al estado y amenaza con quedarse.
Esta desgarradora situación se acompaña con otras realidades que pasman a cualquiera, como por ejemplo, que Tabasco sea la entidad a nivel nacional donde la gente considera más inseguro a sus municipios. Donde al menos, el 17% de la población y el 25% de los establecimientos, ha sido víctima de algún delito alguna vez, pero donde la cifra negra ronda el 80% de los establecimientos.
Centro no escapa a esta amarga realidad, pues en diciembre de 2015, Semáforo Delictivo proyectaba que tan solo en un mes se cometían 169 robos a negocios, 136 robos de autos y 119 robos a casa habitación. En este estado de cosas, donde parece que la justicia no es más, tarea de las leyes y de los funcionarios, donde la gente se siente desesperada por vivir en vilo el día a día, llegan las declaraciones de aquellos que nos deben dar tranquilidad y lo único que logran es ofendernos por su frivolidad.
Es frívola la declaración del Secretario de Seguridad Pública en el sentido de calificar el asesinato del empresario Dagdug como "un evento normal, que puede suceder". Es frívola la declaración del gobernador Arturo Núñez cuando califica el linchamiento de La Manga como "un hecho, hasta este momento, afortunadamente aislado" y cuando reconoce que su policía estatal no está capacitada para enfrentar los problemas de inseguridad en el estado porque solo cuenta con capacidades "para tratar borrachitos".
Con todo esto, el gobierno ha sido el principal incitador para que en las calles, en las redes sociales, en la prensa, prive la calumnia, la descalificación y la mentira para un municipio urgido de recomposición social.
La gente pide que el gobernador se dedique a administrar y que deje a su partido hacer el trabajo de los partidos. Eso sería lo ideal pero en la realidad, es un gobernador que descuida la administración para orquestar toda una campaña en contra de una candidata cuyo único pecado fue decir las cosas de frente, hablar de los problemas de Centro y de los responsables.
Durante los 29 días de campaña y desde el gobierno del estado de Champeche se han ocupado de desprestigiar y detener a Liliana Madrigal mediante la ofensa y la calumnia. Y Liliana Madrigal como buena mujer tabasqueña no se queja pero tampoco se deja.
Por eso denuncia, por eso se acusó a los periodistas aduladores del gobierno, de hacerle el trabajo sucio. Por eso mismo se evidenció la estrategia montada en las redes sociales para desprestigiarla. Estos son hechos que pueden verificarse, porque les guste o no, ahí están los datos que hablan de que el 93% de las notas informativas que cubrieron la campaña de Liliana, tuvieron un enfoque negativo.
La campaña misógina en contra de Liliana Madrigal ha ido demasiado lejos. Se han pasado de la raya. Amargamente me gustaría pensar que han tocado fondo pero la experiencia demuestra que la ignorancia y la ambición son atrevidas.
De esa forma, se lanzó mucha propaganda electoral con la finalidad ofender a la candidata del PRI al gobierno municipal de Centro, por ser mujer. Sin importar sus propuestas de campaña, los adversarios han montado una estrategia en las calles, en las redes sociales y a través de comunicadores que se prestan al juego, para resaltar negativamente su condición de género, su manera de vestir y hasta su color de piel.
Estamos en presencia de la intención burda de denigrar sin fundamentos a una persona que es parte de la comunidad, es hija, hermana, esposa y madre. Los insultos que se estamparon en lonas, así como la propaganda disfrazada de libertades editoriales, recaen en alguien que antes de ser política es mujer.
Quienes orquestaron esta campaña misógina, no repararon un momento en el daño que ocasionaban a la familia de la candidata. El día de mañana, las campañas habrán terminado, pero en las hemerotecas, en las redes sociales y en internet quedará constancia de la ignominia y de la bajeza con la que actuaron. Sin embargo, el daño también cae sobre las familias de los calumniadores, pues con estas acciones demuestran su falta de integridad y de valores, esos que solo se aprenden en familia.
Rechazo que se siga creyendo que en las campañas electorales se vale de todo para ganar. Sobre todo hoy en el día internacional de la mujer y no porque la agraviada sea candidata del PRI, igual indignaría que trataran así a la abanderada del PRD o de MORENA, solo que, en esta elección, Liliana Madrigal es la única mujer en la contienda.
Los otros candidatos, si no han sido responsables por acción bien lo son por omisión. Que no se confundan, no hay diferencia entre el actuar cobarde y el actuar indiferente. Ellos, en cierto sentido, son responsables de la conducta de sus simpatizantes, de alentar y tolerar estas muestras de odio, esa misoginia que se encierra en las mentes cuadradas y que justifica destrozar la buena fama de una madre de familia, hacer de ella el escarnio público y desde ese cinismo, pretender gobernar la capital del estado.
Cuando de un lado hay injusticia, del otro lado no puede haber indiferencia y los otros candidatos han sido en extremo indiferentes ante estas injurias, no se han atrevido a condenarlas porque en sus cálculos electorales, les conviene este intento por minimizar a una figura pública.
La candidata es una persona de gran fortaleza y las calumnias solo hacen que más gente se sume a su proyecto, pero también hay que alzar la voz para que la sociedad no se acostumbren a este tipo de contiendas, para que crezcan en un estado donde los cobardes, el escarnio y la mentira no triunfen sobre la verdad y la honestidad.
Aunque hay instituciones encargadas de investigar y sancionar, pero también hay casos, como esta campaña negativa, que además de ser ilegales son inmorales y por ello, deben ser conocidos.
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