Por: Patricia Carrasco y Mario Martínez, Enviados, LA PRENSA
LEON, Gto., 23 de marzo.- "Vengo como peregrino de la fe, de la esperanza, de la caridad", afirmó el Papa Benedicto XVI en su primer discurso, de los cinco que dará durante su visita a nuestro país, al resaltar que en los pocos días que estará en Mexico, rezará por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia.
En español con poco acento y con el rostro visiblemente cansado, el Vicario de Cristo resaltó la importancia del derecho fundamental a la libertad religiosa en su genuino sentido y su plena integridad.
A Felipe Calderón y a todos los presentes, les comentó: "en estos días pediré encarecidamente, al Señor y a la Virgen de Guadalupe por este pueblo, para que haga honor a la fe recibida y a sus mejores tradiciones".
Joseph Ratzinger elogió la hospitalidad mexicana y el orgullo de este pueblo por esa situación, para que nadie se sienta extraño en su tierra. "Lo sé, lo sabía ya, pero ahora lo veo y lo siento muy dentro del corazón".
Tampoco olvidó hacer mención sobre los mexicanos que están fuera de la frontera mexicana, de quienes dijo nunca olvidan su patria y desean verla crecer en la concordia y en un auténtico desarrollo integral.
Antes a bordo del avión Benedicto XVI condenó la violencia y el crimen organizado, por lo que se pronunció por "desenmascarar al mal" del narcotráfico en México.
Minutos antes de concluir su discurso, se dejó de escuchar claramente su voz, ahí lo que ayudó fue el silencio de los presentes, que no dejaron de gritar: "México siempre fiel", "Benedicto hermano ya eres mexicano", "Benedicto, hermano, León te da la mano".
De acuedo al Papa, el país está llamado a vivir la esperanza de Dios como una convicción profunda, convirtiéndose en una actitud del corazón y en un compromiso de concreto de caminar juntos hacia un mundo mejor.
El líder de la Iglesia Católica se refirió que nadie queda excluido por su origen o creencias de esta misión de la Iglesia, que no entra en competencia con otras iniciativas privadas o públicas. Es más, ella colabora gustosa con quienes persiguen estos mismos fines.
"Tampoco pretende otra cosa que hacer de manera desinteresada y respetuosa el bien al menesteroso, a quien tantas veces lo que más le falta es precisamente una muestra de amor auténtico".
El Obispo de Roma externó estar feliz de venir a México y dio gracias a Dios por haberle permitido cumplir su deseo que tenía desde hace mucho tiempo de visitar el país.
A las 16:12 que aterrizó el Boing 777 al Aeropuerto Internacional de Silao, tras casi 14 horas de viaje, ya lo esperaban el Presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, y la gente que no cesaba de gritar y hacer la clásica ola.
El Jefe del Estado Vaticano sostuvo que con esta visita desea estrechar las manos de todos los mexicanos y abarcar a las naciones y pueblos latinoamericanos, "bien representados aquí por tantos obispos, precisamente en este lugar en el que el majestuoso monumento a Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, da muestra de la raigambre de la fe católica entre los mexicanos, que se acogen a su constante bendición en todas sus vicisitudes", indicó.
En la ceremonia de recepción a Benedicto XVI como Jefe de Estado, estuvieron presentes secretarios de Estado, los presidentes del Senado de la República, José González Morfín; de la Cámara de Diputados, Guadalupe Acosta Naranjo, así como de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza.
También lo recibieron el nuncio apostólico, Christophe Pierre; del arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago; el presidente del Episcopado, Carlos Aguiar y por el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva.
Entre los gobernadores presentes se contó a Rodrigo Medina, de Nuevo León; Emilio González Márquez, de Jalisco; Eruviel Avila, del Estado de México; Rafael Moreno Valle, de Puebla y Guillermo Padrés, de Sonora.
Al inicio del discurso señaló: "Amado pueblo de Guanajuato y de México entero. Me siento muy feliz de estar aquí, y doy gracias a Dios por haberme permitido realizar el deseo, guardado en mi corazón desde hace mucho tiempo, de poder confirmar en la fe al pueblo de Dios de esta gran nación en su propia tierra".
En este lugar, considerado el centro geográfico de su territorio, al cual ya quiso venir, desde su primer viaje, mi venerado predecesor, el beato Juan Pablo II. Al no poder hacerlo, dejó en aquella ocasión un mensaje de aliento y bendición cuando sobrevolaba su espacio aéreo".
Tras escuchar el discurso del Presidente Felipe Calderón, y las múltiples muestras de cariño de los presentes, destacó: "doy gracias, señor Presidente, por su cálido recibimiento. Un saludo muy especial a monseñor José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León, así como a monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del Consejo del Episcopal Latinoamericano.
"Como peregrino de la esperanza, les digo, con San Pablo: no se entristezcan como los que no tienen esperanza. La confianza en Dios ofrece la certeza de encontrarla, de recibir su gracia, y en ello se basa la esperanza de quien cree".
LEON, Gto., 23 de marzo.- "Vengo como peregrino de la fe, de la esperanza, de la caridad", afirmó el Papa Benedicto XVI en su primer discurso, de los cinco que dará durante su visita a nuestro país, al resaltar que en los pocos días que estará en Mexico, rezará por los que sufren a causa de antiguas y nuevas rivalidades, resentimientos y formas de violencia.
En español con poco acento y con el rostro visiblemente cansado, el Vicario de Cristo resaltó la importancia del derecho fundamental a la libertad religiosa en su genuino sentido y su plena integridad.
A Felipe Calderón y a todos los presentes, les comentó: "en estos días pediré encarecidamente, al Señor y a la Virgen de Guadalupe por este pueblo, para que haga honor a la fe recibida y a sus mejores tradiciones".
Joseph Ratzinger elogió la hospitalidad mexicana y el orgullo de este pueblo por esa situación, para que nadie se sienta extraño en su tierra. "Lo sé, lo sabía ya, pero ahora lo veo y lo siento muy dentro del corazón".
Tampoco olvidó hacer mención sobre los mexicanos que están fuera de la frontera mexicana, de quienes dijo nunca olvidan su patria y desean verla crecer en la concordia y en un auténtico desarrollo integral.
Antes a bordo del avión Benedicto XVI condenó la violencia y el crimen organizado, por lo que se pronunció por "desenmascarar al mal" del narcotráfico en México.
Minutos antes de concluir su discurso, se dejó de escuchar claramente su voz, ahí lo que ayudó fue el silencio de los presentes, que no dejaron de gritar: "México siempre fiel", "Benedicto hermano ya eres mexicano", "Benedicto, hermano, León te da la mano".
De acuedo al Papa, el país está llamado a vivir la esperanza de Dios como una convicción profunda, convirtiéndose en una actitud del corazón y en un compromiso de concreto de caminar juntos hacia un mundo mejor.
El líder de la Iglesia Católica se refirió que nadie queda excluido por su origen o creencias de esta misión de la Iglesia, que no entra en competencia con otras iniciativas privadas o públicas. Es más, ella colabora gustosa con quienes persiguen estos mismos fines.
"Tampoco pretende otra cosa que hacer de manera desinteresada y respetuosa el bien al menesteroso, a quien tantas veces lo que más le falta es precisamente una muestra de amor auténtico".
El Obispo de Roma externó estar feliz de venir a México y dio gracias a Dios por haberle permitido cumplir su deseo que tenía desde hace mucho tiempo de visitar el país.
A las 16:12 que aterrizó el Boing 777 al Aeropuerto Internacional de Silao, tras casi 14 horas de viaje, ya lo esperaban el Presidente Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, y la gente que no cesaba de gritar y hacer la clásica ola.
El Jefe del Estado Vaticano sostuvo que con esta visita desea estrechar las manos de todos los mexicanos y abarcar a las naciones y pueblos latinoamericanos, "bien representados aquí por tantos obispos, precisamente en este lugar en el que el majestuoso monumento a Cristo Rey, en el Cerro del Cubilete, da muestra de la raigambre de la fe católica entre los mexicanos, que se acogen a su constante bendición en todas sus vicisitudes", indicó.
En la ceremonia de recepción a Benedicto XVI como Jefe de Estado, estuvieron presentes secretarios de Estado, los presidentes del Senado de la República, José González Morfín; de la Cámara de Diputados, Guadalupe Acosta Naranjo, así como de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Silva Meza.
También lo recibieron el nuncio apostólico, Christophe Pierre; del arzobispo de León, José Guadalupe Martín Rábago; el presidente del Episcopado, Carlos Aguiar y por el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva.
Entre los gobernadores presentes se contó a Rodrigo Medina, de Nuevo León; Emilio González Márquez, de Jalisco; Eruviel Avila, del Estado de México; Rafael Moreno Valle, de Puebla y Guillermo Padrés, de Sonora.
Al inicio del discurso señaló: "Amado pueblo de Guanajuato y de México entero. Me siento muy feliz de estar aquí, y doy gracias a Dios por haberme permitido realizar el deseo, guardado en mi corazón desde hace mucho tiempo, de poder confirmar en la fe al pueblo de Dios de esta gran nación en su propia tierra".
En este lugar, considerado el centro geográfico de su territorio, al cual ya quiso venir, desde su primer viaje, mi venerado predecesor, el beato Juan Pablo II. Al no poder hacerlo, dejó en aquella ocasión un mensaje de aliento y bendición cuando sobrevolaba su espacio aéreo".
Tras escuchar el discurso del Presidente Felipe Calderón, y las múltiples muestras de cariño de los presentes, destacó: "doy gracias, señor Presidente, por su cálido recibimiento. Un saludo muy especial a monseñor José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León, así como a monseñor Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, y presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del Consejo del Episcopal Latinoamericano.
"Como peregrino de la esperanza, les digo, con San Pablo: no se entristezcan como los que no tienen esperanza. La confianza en Dios ofrece la certeza de encontrarla, de recibir su gracia, y en ello se basa la esperanza de quien cree".
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