Por: Arturo R. Pansza
El camino de fe no está exento de peligros y oscuridades, dejó en claro el arzobispo primado de México, quien sentenció que la fe no se puede reducir al ámbito de lo íntimo, sino debe traducirse en obras que la manifiesten en toda la actividad humana, personal, familiar, profesional y social.
Hizo alusión que la fiesta de los Reyes Magos, debe recordar no sólo los regalos que estos personajes misteriosos le llevaron a Cristo, sino el "gran regalo que hemos recibido de la fe", la cual calificó como algo vital, que invade todo el ser, desde el entendimiento, hasta la práctica, sin dejar a un lado la voluntad y el corazón.
El jerarca católico presidió ayer en la Catedral Metropolitana la misa con motivo de la Epifanía, en la que recordó a esos tres personajes que le dieron regalos al niño Jesús y, aprovechó para exponer que la fe es toda una aventura que "nos exige dejar muchas cosas y emprender caminos nuevos, que nuestra fe es auténtica sólo si termina en el encuentro personal con Cristo y si somos testigos de que viene a manifestarse como luz".
Comentó que ayer la iglesia universal celebró la fiesta de la Epifanía del Señor, que en griego significa manifestación, revelación o aparición.
Y detalló: "celebramos la manifestación del Señor a todos los pueblos paganos representados por esos personajes misteriosos que llamamos Reyes Magos, celebramos la vocación universal a la salvación, la llamada a la fe a todos los que no éramos pueblo elegido y que en Cristo comenzamos a serlo".
Expuso que la fe en Cristo es "un regalo, un don, que Dios nos ha hecho llegar por caminos muy diversos, pero esto no quiere decir que la fe sea algo extrínseco a nosotros, como si fuera un paquete que se guarda".
El prelado, sentenció que la fe, no puede ser un escapismo de la historia y de los problemas humanos, no puede ser una alienación del quehacer terreno, sino todo lo contrario, abundó.
Ante los fieles concentrados en la Catedral, el cardenal definió que la fe es un compromiso con todo lo creado, es una colaboración responsable para llevar este mundo a su plenitud, para iluminar las tinieblas, con el riesgo de sufrir el mismo rechazo que sufrió Cristo al llegar a este mundo.
Indicó que en el Año de la Fe, este don no lo podemos reducir a la aceptación de unas verdades.
Reiteró que la fe es algo mucho más amplio; es tener una visión del mundo, de las personas, de la vida y de la muerte, de la economía, de las relaciones humanas, del amor y del sexo, de la política y de la ecología, iluminadas por el Evangelio que El ha proclamado y que sigue resonando en su Iglesia.
El camino de fe no está exento de peligros y oscuridades, dejó en claro el arzobispo primado de México, quien sentenció que la fe no se puede reducir al ámbito de lo íntimo, sino debe traducirse en obras que la manifiesten en toda la actividad humana, personal, familiar, profesional y social.
Hizo alusión que la fiesta de los Reyes Magos, debe recordar no sólo los regalos que estos personajes misteriosos le llevaron a Cristo, sino el "gran regalo que hemos recibido de la fe", la cual calificó como algo vital, que invade todo el ser, desde el entendimiento, hasta la práctica, sin dejar a un lado la voluntad y el corazón.
El jerarca católico presidió ayer en la Catedral Metropolitana la misa con motivo de la Epifanía, en la que recordó a esos tres personajes que le dieron regalos al niño Jesús y, aprovechó para exponer que la fe es toda una aventura que "nos exige dejar muchas cosas y emprender caminos nuevos, que nuestra fe es auténtica sólo si termina en el encuentro personal con Cristo y si somos testigos de que viene a manifestarse como luz".
Comentó que ayer la iglesia universal celebró la fiesta de la Epifanía del Señor, que en griego significa manifestación, revelación o aparición.
Y detalló: "celebramos la manifestación del Señor a todos los pueblos paganos representados por esos personajes misteriosos que llamamos Reyes Magos, celebramos la vocación universal a la salvación, la llamada a la fe a todos los que no éramos pueblo elegido y que en Cristo comenzamos a serlo".
Expuso que la fe en Cristo es "un regalo, un don, que Dios nos ha hecho llegar por caminos muy diversos, pero esto no quiere decir que la fe sea algo extrínseco a nosotros, como si fuera un paquete que se guarda".
El prelado, sentenció que la fe, no puede ser un escapismo de la historia y de los problemas humanos, no puede ser una alienación del quehacer terreno, sino todo lo contrario, abundó.
Ante los fieles concentrados en la Catedral, el cardenal definió que la fe es un compromiso con todo lo creado, es una colaboración responsable para llevar este mundo a su plenitud, para iluminar las tinieblas, con el riesgo de sufrir el mismo rechazo que sufrió Cristo al llegar a este mundo.
Indicó que en el Año de la Fe, este don no lo podemos reducir a la aceptación de unas verdades.
Reiteró que la fe es algo mucho más amplio; es tener una visión del mundo, de las personas, de la vida y de la muerte, de la economía, de las relaciones humanas, del amor y del sexo, de la política y de la ecología, iluminadas por el Evangelio que El ha proclamado y que sigue resonando en su Iglesia.
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