El Papa Francisco, atenderá pedofilia.

domingo, 17 de marzo de 20130 comentarios

CIU­DAD DEL VA­TI­CA­NO, 17 de mar­zo (OEM-EFE).- El Pa­pa Fran­cis­co re­zó hoy el pri­mer án­ge­lus do­mi­ni­cal del pon­ti­fi­ca­do an­te unas 300,000 per­so­nas reu­ni­das en la Pla­za de San Pe­dro y vías ane­xas, en el que afir­mó que Dios "ja­más se can­sa" de per­do­nar a los hom­bres y que si Dios no per­do­na­ra el mun­do "no exis­ti­ría".

Aco­gi­do con una fuer­te ova­ción y on­dear de ban­de­ras y vi­vas por esas 300,000 per­so­nas, se­gún da­tos fa­ci­li­ta­dos por el ayun­ta­mien­to de Ro­ma, el Pon­tí­fi­ce dio las gra­cias a los pre­sen­tes por acom­pa­ñar­le y de nue­vo pi­dió que re­cen por él, lo mis­mo que im­plo­ró tras pre­sen­tar­se a los fie­les el 13 de mar­zo cuan­do fue ele­gi­do el 266 Pa­pa de la Igle­sia.

Re­cor­dó que el Evan­ge­lio de hoy -do­min­go- pre­sen­ta el epi­so­dio de la mu­jer adúl­te­ra a la que Je­sús sal­va de la con­de­na a muer­te y di­jo que "im­pre­sio­na" es­cu­char las pa­la­bras de Cris­to.

"En El no ve­mos pa­la­bras de des­pre­cio, ni de con­de­na, só­lo de amor, de mi­se­ri­cor­dia. Le di­ce, ve­te y no pe­ques más. Esa es la ca­ra de Dios, la de un pa­dre mi­se­ri­cor­dio­so, que siem­pre tie­ne pa­cien­cia", afir­mó el Pon­tí­fi­ce.

Fran­cis­co pre­gun­tó a los fie­les: ¿"ha­béis pen­sa­do en la pa­cien­cia de Dios, la que tie­ne con ca­da uno de no­so­tros?, esa es su mi­se­ri­cor­dia, siem­pre tie­ne pa­cien­cia, nos com­pren­de, nos es­pe­ra, no se can­sa de per­do­nar­nos si va­mos a El con el co­ra­zón arre­pen­ti­do".

En su lí­nea sen­ci­lla, de pas­tor, con­tó que ha leí­do un li­bro del car­de­nal ale­mán Wal­ter Kas­per so­bre mi­se­ri­cor­dia y que le ha­bía he­cho mu­cho bien. Son­rien­do y bro­mean­do pre­ci­só: "no pen­séis que ha­go pu­bli­ci­dad de los li­bros de mis car­de­na­les".

"Un po­co de mi­se­ri­cor­dia ha­ce al mun­do me­nos frío y más jus­to", su­bra­yó.

Fran­cis­co re­cor­dó que en 1992 fue lle­va­da la Vir­gen de Fá­ti­ma a Bue­nos Ai­res y que es­ta­ba con­fe­san­do cuan­do se le acer­có una an­cia­na de más de 80 años y que él le di­jo: "abue­la, pe­ro si us­ted no tie­ne pe­ca­dos", a lo que le res­pon­dió: "to­dos te­ne­mos pe­ca­dos".

El le di­jo, ¿y si el Se­ñor en­ton­ces no se los per­do­na", a lo que la mu­jer res­pon­dió: "El Se­ñor per­do­na a to­dos, si el se­ñor no per­do­na­se to­do el mun­do no exis­ti­ría", lo que le de­jó ad­mi­ra­do de la an­cia­na.

"No ol­vi­de­mos es­ta fra­se, Dios ja­más se can­sa de per­do­nar, ja­más. El pro­ble­ma es que los hom­bres nos can­sa­mos de pe­dir­le per­dón".

Jor­ge Ma­rio Ber­go­glio con­tó a los fie­les que ha ele­gi­do el nom­bre en ho­nor de Fran­cis­co de Asís, el pa­trón de Ita­lia, lo que re­fuer­za sus re­la­cio­nes con es­te país, ya que su fa­mi­lia pro­ce­de del nor­te ita­lia­no.

En la ven­ta­na del apar­ta­men­to pa­pal, don­de to­da­vía no vi­ve, col­ga­ba un do­sel, a la es­pe­ra de que eli­ja el es­cu­do de su pon­ti­fi­ca­do.

An­tes del án­ge­lus, ofi­ció mi­sa en la pa­rro­quia de San­ta Ana, en el Va­ti­ca­no, en cu­ya ho­mi­lía di­jo que el gran men­sa­je de Dios es la mi­se­ri­cor­dia y que Je­sús no ha ve­ni­do al mun­do por los jus­tos, si­no por los pe­ca­do­res.

"Tam­bién no­so­tros so­mos co­mo ese pue­blo que de una par­te nos gus­tar es­cu­char a Je­sús, pe­ro a otra par­te nos gus­ta cri­ti­car a los otros, con­de­nar a los otros. El men­sa­je de Je­sús es la mi­se­ri­cor­dia", afir­mó.

El Pa­pa Ber­go­glio agre­gó: "lo di­go hu­mil­de­men­te, el men­sa­je más fuer­te del Se­ñor es la mi­se­ri­cor­dia".

Se re­fi­rió a la pa­rá­bo­la del fa­ri­seo an­te el al­tar, cuan­do agra­de­cía no ser co­mo los otros, co­mo el pu­bli­ca­no y di­jo que si so­mos así "no co­no­ce­mos el co­ra­zón del Se­ñor, y ja­más ten­dre­mos la ale­gría de co­no­cer esa mi­se­ri­cor­dia".

Con­clui­da la mi­sa, el Pa­pa pre­sen­tó a los fie­les a un sa­cer­do­te de Uru­guay, Gon­za­lo, pre­si­den­te del Li­ceo Ju­bi­lar Juan Pa­blo II, que tra­ba­ja en la re­cu­pe­ra­ción de ni­ños de la ca­lle y su in­te­gra­ción en la so­cie­dad y en el mun­do del tra­ba­jo.

A su lle­ga­da a la pe­que­ña igle­sia del Va­ti­ca­no y a la sa­li­da Fran­cis­co sa­lu­dó a las per­so­nas que asis­tie­ron a la mi­sa, es­tre­chó ma­nos, los be­só, aca­ri­ció y be­só a ni­ños. Pa­ra to­dos tu­vo unas pa­la­bras de alien­to y les pi­dió que re­cen por él. To­do en un am­bien­te de ex­tre­ma cor­dia­li­dad.

Fran­cis­co reac­ti­vó hoy la cuen­ta en Twit­ter, @pon­ti­fex, que abrió Be­ne­dic­to XVI y que es­ta de­sac­ti­va­da tras la re­nun­cia de Rat­zin­ger al pa­pa­do.

"Que­ri­dos ami­gos, os doy las gra­cias de co­ra­zón y os rue­go que si­gáis re­zan­do por mí. Pa­pa Fran­cis­co", es­cri­bió en su pri­mer tuit.

Fran­cis­co se reu­ni­rá ma­ña­na con la Pre­si­den­ta de Ar­gen­ti­na, Cris­ti­na Fer­nán­dez, en la re­si­den­cia de San­ta Mar­ta, don­de se alo­ja en es­tos días, un día an­tes de que ofi­cie la mi­sa de ini­cio de pon­ti­fi­ca­do, a la que asis­ti­rán de­le­ga­cio­nes ofi­cia­les de 150 paí­ses y se es­pe­ra más de un mi­llón de fie­les.

El en­cuen­tro con Cris­ti­na Fer­nán­dez, con la que al­mor­za­rá, es con­si­de­ra­do por el Va­ti­ca­no co­mo un "ges­to de cor­te­sía y afec­to" ha­cia la je­fa de Es­ta­do y al pue­blo ar­gen­ti­no, de don­de pro­ce­de el Pon­tí­fi­ce.
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