"El Señor os recompense por vuestra fidelidad y os dé valor en la lucha contra las fuerzas del maligno y abra los ojos a los que el mal ha dejado ciegos para que vean la luz de la verdad y se arrepientan de los errores cometidos", invocó el Papa tras el resumen de la catequesis en árabe.
La audiencia estuvo centrada en el papel de la Iglesia Católica como educadora a través de las obras de misericordia.
"La Iglesia nos enseña a dar de comer y beber a los que tienen hambre y sed; vestir al que está desnudo. Nos enseña a estar cerca del enfermo, ya sea en un hospital, en una residencia o en la propia casa", dijo.
Y continuó: "nos enseña a visitar al encarcelado, mirándolo en su humanidad, pues sólo la misericordia puede cambiar el corazón y hacer que una persona vuelva a insertarse en la sociedad. Por último, la Iglesia nos enseña también a estar cerca del abandonado o del que muere solo".
Francisco puso entonces el ejemplo de la beata Teresa de Calcuta que encontraba gente moribunda en la calle "a la que le estaban empezando a comer los ratones y se los llevaba a casa para que muriesen limpios, tranquilos, recibiendo caricias y en paz".
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