¡TIRO DE GRACIA!

*Sicarios lo persiguieron por calles de la San Felipe de Jesús, en GAM, y le dispararon varias veces y ya en el suelo le dieron el tiro de gracia; iba saliendo de centro de rehabilitación para drogadictos

Noel F. Al­va­ra­do, Fotos: Luis A. Barrera


Un cla­ro ajus­te de cuen­tas fue co­me­ti­do con­tra Fer­nan­do Jo­sé Ocam­po, de 30 años de edad, a quien tras per­se­guir y acri­bi­llar, uno de los in­di­vi­duos se acer­có y le dio el ti­ro de gra­cia en la ca­ra; los si­ca­rios se die­ron a la fu­ga.

El aho­ra oc­ci­so fue iden­ti­fi­ca­do por su pa­dre, quien de­cla­ró a las au­to­ri­da­des mi­nis­te­ria­les de la Pro­cu­ra­du­ría ca­pi­ta­li­na que ha­ce unos días ha­bía sa­li­do de una gran­ja don­de es­tu­vo sien­do re­ha­bi­li­ta­do por sus adic­cio­nes a las dro­gas.

En la es­ce­na del cri­men, los en­car­ga­dos de las in­ves­ti­ga­cio­nes en­con­tra­ron ocho cas­qui­llos per­cu­ti­dos, los cua­les son ana­li­za­dos por in­ves­ti­ga­do­res de la Fis­ca­lía de la Pro­cu­ra­du­ría ca­pi­ta­li­na en Gus­ta­vo A. Ma­de­ro.

Los re­por­tes de los cuer­pos de so­co­rro y de la po­li­cía, se­ña­lan que Fer­nan­do Jo­sé Ocam­po ca­mi­na­ba por León de los Al­da­ma y Eji­do, Co­lo­nia San Fe­li­pe de Je­sús, De­le­ga­ción Gus­ta­vo A. Ma­de­ro.

En esos mo­men­tos fue in­ter­cep­ta­do por va­rios su­je­tos que via­ja­ban a bor­do de un au­to­mó­vil, quie­nes al in­ter­cep­tar­lo lo per­si­guie­ron, por lo que sa­ca­ron un ar­ma de fue­go y le dis­pa­ra­ron en re­pe­ti­das oca­sio­nes.

Las ba­las se alo­ja­ron en el cuer­po de es­te hom­bre, el cual ca­yó ten­di­do en el as­fal­to jun­to a una ba­se de mi­cro­bu­ses. Has­ta ese lu­gar se acer­có uno de los agre­so­res, el cual lo re­ma­tó con un ti­ro en el ros­tro.

Lue­go de ello, los si­ca­rios se die­ron a la fu­ga, en tan­to que al­gu­nos tes­ti­gos de in­me­dia­to so­li­ci­ta­ron la in­ter­ven­ción de per­so­nal de los cuer­pos de so­co­rro y de la po­li­cía. Al lu­gar arri­ba­ron pa­ra­mé­di­cos de la Cruz Ro­ja y del Es­cua­drón de Res­ca­te y Ur­gen­cias Mé­di­cas, los cua­les na­da pu­die­ron ha­cer por es­te hom­bre, de­bi­do a que cuan­do re­vi­sa­ron el cuer­po, diag­nos­ti­ca­ron que ya ha­bía de­ja­do de exis­tir.

Al mis­mo tiem­po arri­ba­ron uni­for­ma­dos de la Se­cre­ta­ría de Se­gu­ri­dad Pú­bli­ca del Dis­tri­to Fe­de­ral, los cua­les jun­to con agen­tes de la Po­li­cía de In­ves­ti­ga­ción, im­ple­men­ta­ron un ope­ra­ti­vo en una am­plia zo­na; sin em­bar­go, no lo­gra­ron de­tec­tar a los res­pon­sa­bles.

Una vez que los pe­ri­tos y el mi­nis­te­rio pú­bli­co rea­li­za­ron la ins­pec­ción ocu­lar y lue­go de re­co­ger to­da evi­den­cia que los lle­ve al es­cla­re­ci­mien­to de es­te cri­men, el ca­dá­ver fue tras­la­da­do al an­fi­tea­tro de la Fis­ca­lía de la Pro­cu­ra­du­ría ca­pi­ta­li­na en Gus­ta­vo A. Ma­de­ro
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