Raúl Macías, Foto: Sergio Vázquez
La música que traía en su celular, con la que se alegraba el día y se acompañaba para ir a diversos lados, ayer fue la causante de la muerte de un hombre de aproximadamente 30 años de edad. Y es que -al parecer- se descuidó y no escuchó cuando le advertían que un auto a gran velocidad se le acercaba: tenía colocados los audífonos e iba tarareando una canción.
En las avenidas Eduardo Molina y José María Morelos, Colonia Ferrocarrilera Insurgentes, perímetro de la Delegación Gustavo A. Madero, se encontraba el cuerpo de un hombre, que estaba en calidad de desconocido. Cayó boca arriba, al lado de sus oídos colgaban los audífonos de su aparato reproductor de música o de su teléfono celular, donde almacenaba la música.
El accidente fue rápido, el occiso no tuvo oportunidad de esquivar al loco conductor, dicen quienes vieron, que el pobre joven fue "prendido" a gran velocidad y lanzado varios metros, lo que le ocasionó una muerte instantánea; cerca de él también estaban sus zapatos que salieron expulsados por el golpe, en su mano izquierda quedó lo que parece una argolla matrimonial.
No faltaron las almas caritativas que al ver al hombre con la cara sangrante y sin vida, colocaran una veladora y en silencio oraran por su eterno descanso, mientras que usuarios del Metrobús, que pasaba a un costado de donde se encontraba el cadáver, observaban la tragedia y no faltó quien se persignara.
Para mala suerte, los testigos oculares de los hechos no tuvieron tiempo de tomar los datos del "auto de la muerte", aunque presuntamente uniformados sí detuvieron al chofer homicida, aunque esta versión no pudo ser dada a confirmada por el agente del ministerio público, como tampoco el nombre de la víctima, cuyo cuerpo fue llevado al anfiteatro delegacional.
El ahora occiso vestía un pantalón de mezclilla azul claro, calcetines y sudadera negros; debajo se le apreciaba la parte de una playera amarilla
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