Fotos: Luis A. Barrera
Raúl Macías,
Su desgracia cayó de arriba al vencerse una parte del elevador de carga con el que se subían los autos dentro de un estacionamiento. La estructura metálica se le vino abajo cuando tocó un botón para continuar laborando y poderse ganar unos centavos de propina, pero ahora su familia vivirá con el recuerdo de ese hombre trabajador, como lo consideraban sus compañeros: porque la pesada estructura le cortó la vida.
Desde temprana hora, Édgar Alvarado Arzate, de 38 años de edad, llegó a su centro de trabajo localizado en la calle de Ecuador, en la Colonia Centro. Fue cuando se le asignaron las tareas, que eran las de su día a día, por ello se dispuso a laborar. Subía y bajaba vehículos, y lo hacía con alegría, y en su tiempo libre platicaba con sus amigos del trabajo, quienes le entraban al cotorreo con él y así hacían más liviana la chamba.
El reloj continuaba su marcha, ese no debía dejar de funcionar, porque representaría una pérdida para el negocio de estacionamiento público; esas manecillas y el ruido quedaron en el aire al marcar las 13:00 horas, momento en el que Édgar debía dirigirse al elevador de carga para hacer unas maniobras; apretó el botón indicado y de pronto una estructura metálica se le vino abajo.
Quiso correr, pero la velocidad a la que bajó la estructura al tener una falla mecánica se lo impidieron. Su cabeza quedó atrapada entre la pared y una parte del montacarga; su cuerpo quedó debajo; no alcanzó a gritar, sino que sus amigos cuando escucharon un fuerte ruido acudieron a ver lo ocurrido y descubrieron el cuerpo ya sin vida de su amigo sin que pudieran hacer algo por él.
Algo falló, pero qué, se preguntaban ellos y observaban por todos lados, aunque como dijeron los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), este accidente pudo haberse provocado por la falta de mantenimiento a los elevadores de carga, y es por ello que se va a investigar el estado en que se encuentran para poder conocerse si existe una responsabilidad del propietario del inmueble.
Édgar debió esperar un buen tiempo para que su cuerpo fuera liberado de donde quedó atorado; se tenía que hacer con sumo cuidado y así evitar que la cabeza fuera desprendida del tronco. Para ello se necesitó de aparatos específicos, mientras que se prohibía la entrada a toda persona ajena, esto para que no se entorpeciera la labor de los rescatistas capitalinos.
Fue posible hacer el retiro del montacarga que aprisionaba la cabeza del pobre trabajador, y el agente del ministerio público de la Coordinación Territorial CUH-4, solicitó la presencia del propietario del inmueble, así como de los demás empleados, esto con el objetivo de deslindar responsabilidades en este hecho que quedó asentado en una carpeta de investigación iniciada por el delito de homicidio culposo por otras causas.
Su desgracia cayó de arriba al vencerse una parte del elevador de carga con el que se subían los autos dentro de un estacionamiento. La estructura metálica se le vino abajo cuando tocó un botón para continuar laborando y poderse ganar unos centavos de propina, pero ahora su familia vivirá con el recuerdo de ese hombre trabajador, como lo consideraban sus compañeros: porque la pesada estructura le cortó la vida.
Desde temprana hora, Édgar Alvarado Arzate, de 38 años de edad, llegó a su centro de trabajo localizado en la calle de Ecuador, en la Colonia Centro. Fue cuando se le asignaron las tareas, que eran las de su día a día, por ello se dispuso a laborar. Subía y bajaba vehículos, y lo hacía con alegría, y en su tiempo libre platicaba con sus amigos del trabajo, quienes le entraban al cotorreo con él y así hacían más liviana la chamba.
El reloj continuaba su marcha, ese no debía dejar de funcionar, porque representaría una pérdida para el negocio de estacionamiento público; esas manecillas y el ruido quedaron en el aire al marcar las 13:00 horas, momento en el que Édgar debía dirigirse al elevador de carga para hacer unas maniobras; apretó el botón indicado y de pronto una estructura metálica se le vino abajo.
Quiso correr, pero la velocidad a la que bajó la estructura al tener una falla mecánica se lo impidieron. Su cabeza quedó atrapada entre la pared y una parte del montacarga; su cuerpo quedó debajo; no alcanzó a gritar, sino que sus amigos cuando escucharon un fuerte ruido acudieron a ver lo ocurrido y descubrieron el cuerpo ya sin vida de su amigo sin que pudieran hacer algo por él.
Algo falló, pero qué, se preguntaban ellos y observaban por todos lados, aunque como dijeron los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), este accidente pudo haberse provocado por la falta de mantenimiento a los elevadores de carga, y es por ello que se va a investigar el estado en que se encuentran para poder conocerse si existe una responsabilidad del propietario del inmueble.
Édgar debió esperar un buen tiempo para que su cuerpo fuera liberado de donde quedó atorado; se tenía que hacer con sumo cuidado y así evitar que la cabeza fuera desprendida del tronco. Para ello se necesitó de aparatos específicos, mientras que se prohibía la entrada a toda persona ajena, esto para que no se entorpeciera la labor de los rescatistas capitalinos.
Fue posible hacer el retiro del montacarga que aprisionaba la cabeza del pobre trabajador, y el agente del ministerio público de la Coordinación Territorial CUH-4, solicitó la presencia del propietario del inmueble, así como de los demás empleados, esto con el objetivo de deslindar responsabilidades en este hecho que quedó asentado en una carpeta de investigación iniciada por el delito de homicidio culposo por otras causas.
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