¡DESGARRADOR!

* Trailero conducía su unidad a exceso de velocidad y no respetó el semáforo por lo que terminó por arrollar y matar a un ciclista en calles de la GAM; el responsable fue detenido por testigos del percance

Raúl Ma­cías, Fotos: Luis A. Barrera


Ma­dre e hi­jos tu­vie­ron un "jue­ves ne­gro", por­que el con­duc­tor de un trái­ler que cir­cu­la­ba a ex­ce­so de ve­lo­ci­dad por la Co­lo­nia Juan Gon­zá­lez Ro­me­ro, arro­lló al pa­dre de fa­mi­lia y le qui­tó la vi­da. Ellos se en­con­tra­ban ha­cien­do sus de­be­res cuan­do les die­ron avi­so que don Ale­jan­dro ha­bía su­fri­do un ac­ci­den­te; no les di­je­ron el de­sen­la­ce del mis­mo, ellos con sus pro­pios ojos vie­ron la tra­ge­dia.

El ama­do pa­dre de fa­mi­lia se en­con­tra­ba ten­di­do en el pa­vi­men­to, a unos cen­tí­me­tros su bi­ci­cle­ta que le acom­pa­ñó por va­rios años, y aún car­ga­ba en la es­pal­da su mo­chi­la ver­de. Su ca­ra que­dó se­mi des­tro­za­da por­que al pa­re­cer las llan­tas del pe­sa­do ca­mión le pa­sa­ron por en­ci­ma, pe­ro cer­ca se apre­cia­ban res­tos de ma­sa en­ce­fá­li­ca y la es­ce­na era des­ga­rra­do­ra.

Tras el gol­pe, sus za­pa­tos se le sa­lie­ron al se­ñor y cuan­do lle­ga­ron los fa­mi­lia­res, el cuer­po se en­con­tra­ba cu­bier­to con una sá­ba­na blan­ca. Una mu­jer, quien se di­jo era su es­po­sa co­men­zó a llo­rar y al abra­zar­se de un ado­les­cen­te las lá­gri­mas de am­bos se fun­die­ron; así po­co a po­co se fue­ron reu­nien­do otras per­so­nas, al pa­re­cer fa­mi­lia­res de Ale­jan­dro Sán­chez Ro­me­ro, de 55 años de edad.

Unas per­so­nas que se en­con­tra­ban en el cru­ce de Ave­ni­da Cen­te­na­rio y Río de Los Re­me­dios, en te­rri­to­rio de la De­le­ga­ción Gus­ta­vo A. Ma­de­ro, mo­men­tos des­pués de que se re­gis­tró el ac­ci­den­te, in­for­ma­ron que el se­ñor Ale­jan­dro era ve­ci­no de ellos, in­clu­so fue­ron los que di­je­ron a los po­li­cías to­dos los da­tos del aho­ra oc­ci­so y en don­de se en­con­tra­ba su ca­sa, de ese lu­gar sa­lie­ron mi­nu­tos des­pués los fa­mi­lia­res.

Su tris­te­za y do­lor eran muy fuer­tes, lo que nos les per­mi­tió po­der dar de­ta­lles del lu­gar al que iba a acu­dir, via­jan­do en su bi­ci­cle­ta, mien­tras que se in­for­ma­ba, que ve­ci­nos de la víc­ti­ma lo­gra­ron evi­tar que el res­pon­sa­ble se die­ra a la fu­ga, y fue­ra pre­sen­ta­do an­te el agen­te del mi­nis­te­rio pú­bli­co en la De­le­ga­ción Gus­ta­vo A. Ma­de­ro pa­ra des­lin­dar res­pon­sa­bi­li­da­des.

Sin em­bar­go, los mis­mos tes­ti­gos ase­gu­ra­ron que el cho­fer del trái­ler cir­cu­la­ba a ex­ce­so de ve­lo­ci­dad y no res­pe­tó el se­má­fo­ro y no al­can­zó a fre­nar y así no en­lu­tar el ho­gar del se­ñor Ale­jan­dro, cu­yo cuer­po fue en­tre­ga­do ho­ras más tar­de a los pa­rien­tes pa­ra que le die­ran cris­tia­na se­pul­tu­ra, pe­ro en sus men­tes que­da­rá la ima­gen del hom­bre que por una im­pru­den­cia per­dió la vi­da
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