La clausura de los XXX Juegos Olímpicos ha rebasado toda expectativa.
Muchos la consideraron mejor que la inauguración.
El adiós es inminente.
La flama se apagó.
Algunos regresarán como héroes a sus patrias.
Algunos, derrotados.
Algo es seguro, absolutamente nadie olvidará el despliegue de tecnología, espectáculo, luces y desfile de grandes artistas con que dio por terminada la justa deportiva.
Para quedarse sin palabras.
Sin aliento.
Todo ha sido intenso de principio a fin.
No hubo un solo minuto en que el hilo de la emoción se rompiera.
En las más de tres horas que el evento duró, jamás dejaron de desfilar actores y bailarines; música y grandes escenarios.
El juegos de luces multicolor en las tribunas y el estadio, lograron una sinfonía sin igual al ritmo de las emociones y la música.
Los momentos más emotivos, sentidos y que a muchos les provocó lágrimas, fue cuando se escuchó "Imagina", de John Lennon. Primero entonada por un grupo de niños, luego por la propia leyenda.
El alma se despegó del cuerpo.
El otro momento fue ver a Freddie Mercury hacer corear a la gente a través de grandes pantallas. Luego con, "We Hare the Champions".
Londres demostró al mundo su gran potencial.
Su glamour, su elegancia y su control total del espectáculo.
Nos vamos de Londres.
Vamos de regreso a casa.
La hermandad mundial que se vive cada cuatro años, a través del deporte, hoy ha dado fin.
Los sentimientos a flor de piel.
Las despedidas siempre son tristes.
Miramos los rostros de, alimentos, los colegas que aquí estuvimos.
Un adiós.
Un hasta luego.
El esfuerzo en todo lo realizado y saber que se hizo lo mejor, ha sido la mejor medalla para cada uno de los que aquí estuvimos presentes.
Deportistas, voluntarios, oficiales, periodistas, todos.
La flama se extinguió, pero el ave Fénix renació; se lleva a Río de Janeiro.
Los 16 días de Juegos han pasado como película, durante la clausura.
En las pantallas hacen un resumen de los momentos más grandes, más tristes y más emotivos.
Han reproducido los mejores momentos. Y nuestra mente también.
El estruendo de los fuegos artificiales atruenan en memoria de los grandes deportistas que hicieron historia.
Londres es grande, es grandioso.
Sorprende con su clausura.
Su espectáculo nos ha tomado como títeres para conducirnos con sus hilos de la felicidad durante más de tres horas.
Suficientes para jamás olvidar esta noche.
Londres deja el listón muy alto.
Londres se va con nosotros en el alma.
Gracias, Londres.
Gracias, deportistas.
Gracias, vida.
Noche espectacular.
Cierre con broche de oro.
Esta noche concluye el trabajo de muchos años.
Hoy concluye un ciclo olímpico y lo ha hecho con toda la dignidad posible.
¡Gran despedida!
Adiós, Londres.
Te llevo en mi corazón.
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