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El cuerpo del mexicano ejecutado en Texas fue regresado a su natal Miacatlán, donde será enterrado en el panteón municipal, jun­to con sus abue­los, co­mo fue su úti­má.


MIA­CA­TLAN, Mor.- A las 16:00 ho­ras de ma­ña­na (hoy) do­min­go, Día de la Can­de­la­ria, en el Pan­teón Mu­ni­ci­pal des­can­sa­rá Ed­gar Ta­ma­yo Arias; se­rá jun­to con sus abue­los, co­mo fue su úl­ti­ma vo­lun­tad.

Mu­rió eje­cu­ta­do en Te­xas, Es­ta­dos Uni­dos, con­de­na­do a la pe­na ca­pi­tal, acu­sa­do del ase­si­na­to de un po­li­cía.

Fue­ron re­pa­tria­dos los res­tos mor­ta­les del mo­re­len­se Ed­gar Ta­ma­yo Arias; lle­gó pa­sa­da la me­dia­no­che de ayer vier­nes en una ca­rro­za fú­ne­bre, cua­tro ho­ras des­pués de to­car tie­rra az­te­ca en el Ae­ro­puer­to In­ter­na­cio­nal de la Ciu­dad de Mé­xi­co. Fi­nal­men­te des­can­sa­rá en paz.

Fue en el vue­lo nú­me­ro 1092 de la lí­nea Uni­ted Air­li­nes Flight en el cual lle­gó el ca­dá­ver, y es­col­ta­do por cin­co pa­tru­llas, tres de la Po­li­cía Fe­de­ral Pre­ven­ti­va y dos de la Po­li­cía Mu­ni­ci­pal, lle­gó a la tie­rra que lo vio na­cer.

El cuer­po ve­nía de Te­xas, don­de fue con­de­na­do a la pe­na de muer­te. Acom­pa­ña­do de su her­ma­na, Al­ma, el cuer­po de Ed­gar lle­gó a la ca­sa pa­ter­nal, don­de re­ci­bi­rá su úl­ti­mo adiós.

Des­de la no­che de hoy sá­ba­do fa­mi­lia­res y ami­gos se die­ron ci­ta pa­ra re­ci­bir los res­tos de Ed­gar, en los ar­cos de en­tra­da a la ca­be­ce­ra mu­ni­ci­pal, en el sur po­nien­te del Es­ta­do, una va­lla hu­ma­na de más de 500 per­so­nas con ve­las y una flor de al­ca­traz blan­co se for­mó has­ta la en­tra­da de la ca­sa.

Al fren­te los se­ño­res Ed­gar Ta­ma­yo y Ma­ría Isa­bel Arias, quie­nes no tu­vie­ron la fuer­za pa­ra ha­blar, y su­pli­ca­ron a los re­por­te­ros man­te­ner su dis­tan­cia, só­lo que­rían des­pe­dir a su hi­jo, que ha­ce dé­ca­das par­tió con un sue­ño, y aho­ra dor­mi­rá eter­na­men­te.

Al arri­bo de la ca­rro­za la gen­te ba­jó el fé­re­tro de ma­de­ra, que fue car­ga­do en hom­bros.

Co­mo se re­cor­da­rá Ta­ma­yo fue eje­cu­ta­do el 22 de ene­ro por in­yec­ción le­tal, acu­sa­do de ase­si­nar a un po­li­cía de Es­ta­dos Uni­dos quien, se di­jo, lo cap­tu­ró lue­go de la co­mi­sión de un asal­to.

El ser­vi­cio fú­ne­bre se rea­li­zó en la que fue­ra su ca­sa, así her­ma­nos, pri­mos y tíos car­ga­ron el fé­re­tro has­ta el do­mi­ci­lio, en cu­ya puer­ta ex­te­rior lu­cía un mo­ño ne­gro.

Co­mo se in­for­mó opor­tu­na­men­te, el cuer­po de Ta­ma­yo lle­gó la no­che de ayer vier­nes al Ae­ro­puer­to In­ter­na­cio­nal de la Ciu­dad de Mé­xi­co, pa­ra ser tras­la­da­do a su pue­blo na­tal.

Lue­go del ve­lo­rio en su ca­sa pa­ter­na, sus res­tos mor­ta­les des­can­sa­rán en el Pan­teón Do­lo­res, don­de re­po­san sus abue­los.

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