Ga­bo tuvo una muerte "perfecta"

BO­GO­TA, Co­lom­bia, (No­ti­mex).- El es­cri­tor co­lom­bia­no Ga­briel Gar­cía Már­quez tu­vo una muer­te "per­fec­ta", en un es­ta­do de "dul­zu­ra y bon­dad", y la me­jor ma­ne­ra de re­cor­dar­lo es "le­yén­do­lo", afir­mó el di­rec­tor de la Fun­da­ción pa­ra el Nue­vo Pe­rio­dis­mo, Jai­me Abe­llo.

En en­tre­vis­ta que pu­bli­có hoy lu­nes el dia­rio co­lom­bia­no "El Tiem­po", Abe­llo, ami­go per­so­nal del Pre­mio Nó­bel de Li­te­ra­tu­ra 1982, di­jo que "cual­quie­ra qui­sie­ra mo­rir co­mo mu­rió Ga­bo", en un "es­ta­do de dul­zu­ra y de bon­dad".

"Ga­bo se fue ple­no, se fue tran­qui­lo. Se des­pi­dió de su fa­mi­lia, que lo acom­pa­ñó has­ta el fi­nal, y se fue con un amor enor­me. Ga­bo se des­pi­dió en un es­ta­do de dul­zu­ra, de bon­dad. Es una muer­te per­fec­ta. Cual­quie­ra qui­sie­ra mo­rir co­mo mu­rió", ase­ve­ró.

Abe­llo, una de las per­so­nas más cer­ca­nas al Nó­bel, fa­lle­ci­do el jue­ves pa­sa­do en Mé­xi­co, con­fe­só que se es­ta­ba pre­pa­ran­do pa­ra su par­ti­da "has­ta don­de se pue­de, has­ta don­de hu­ma­na­men­te uno pue­de pre­pa­rar­se pa­ra la de­sa­pa­ri­ción de al­guien que quie­re mu­cho".

Ase­gu­ró que "ha­bía se­ña­les cla­ras (de lo que po­dría ser su de­sen­la­ce). El lu­nes an­te­rior, Mer­ce­des y sus hi­jos di­je­ron que la si­tua­ción era de­li­ca­da. Aun­que siem­pre es­ta­ba la es­pe­ran­za", ex­ter­nó.

"Era cons­cien­te de que sus pa­la­bras iban a que­dar pa­ra la pos­te­ri­dad. En­ton­ces es­cri­bía con cui­da­do", sos­tu­vo Abe­llo, al afir­mar que Gar­cía Már­quez "le sa­ca­ba el cuer­po a los ho­me­na­jes y a lo que le re­cor­da­ra la in­mor­ta­li­dad".

Ad­mi­tió que por eso no hu­bo hon­ras fú­ne­bres. "No hay na­da pla­nea­do. Las de­ci­sio­nes (de las ce­ni­zas) las to­ma­rá la fa­mi­lia en su mo­men­to. Lo que se iba a pro­du­cir ya se pro­du­jo que es es­ta ma­ni­fes­ta­ción in­con­tro­la­ble de afec­to".

Se­gún Abe­llo, Ga­bo "siem­pre se preo­cu­pó por la paz, y te di­go: si hay una par­te de la he­ren­cia que no de­pen­de de él si­no de no­so­tros, es que su idea de que Co­lom­bia sea un país en paz se pue­da rea­li­zar".

"El to­mó Mé­xi­co co­mo ba­se (don­de fi­nal­men­te mu­rió el jue­ves pa­sa­do a los 87 años), pe­ro no de­jó de es­tar en su país. En su ac­ta de de­fun­ción apa­re­ce que mu­rió un co­lom­bia­no, con su cé­du­la de ciu­da­da­nía", aña­dió.

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