Texto y Foto: Enrique Hernández
Los padres del joven estudiante de secundaria que hace un mes perdiera la vida de un disparo provocado por uno de sus compañeros en el salón de clases, exigen justicia y todo el peso de la ley para el agresor.
La señora Azucena Ordóñez, madre del estudiante que en vida llevaba el nombre de Ricardo Alvarado, con indignación comentó que teme que en este mes que viene logre su libertad Edgar Giovanny Guzmán, quien supuestamente fue quien accionó el arma.
Con llanto expresó que el muchacho no solamente es el culpable, al asegurar que los profesores tenían conocimiento de que Edgar, al menos en tres ocasiones, ingresó el arma a la escuela.
"Incluso ya se le había detectado cocaína en la mochila y escondida entre los dobleces de la ropa, sin embargo nunca recibió ni un castigo", abundó.
La madre de familia, quien manifestó que de manera constante en la secundaría 547, ubicada en la Colonia San Miguel, municipio de Atizapán, Estado de México, donde sucedió la desgracia, de manera constante los mismos padres en coordinación con autoridades de la escuela realizaban operativo mochila.
"No lo hacían bien, la prueba está en que este joven introdujo el arma en tres ocasiones sin que nadie lo detectara", recalcó.
La señora Azucena dijo que ya había reportes de la peligrosidad que representaba Edgar Giovanny, ya que de manera constante amenazaba a los alumnos y les mostraba la pistola.
DESPEDIDA
Una carta de despedida que Ricardo escribió unas horas antes de que muriera podría convertirse en prueba de que hubiera sido amenazado con anterioridad por parte de su agresor.
Y es que no existe una explicación por sus seres queridos de qué lo pudo haber inspirado a que, unas horas antes de que se fuera a la escuela, se decidiera coger la pluma y el papel para escribir palabras que se entienden como una despedida definitiva.
La señora Azucena explicó que el escrito que incluso también estaba en las redes sociales, lo vio días después de que sucediera la tragedia escolar que puso en luto no sólo a los seres queridos de este joven, sino también a compañeros y padres de familia de la escuela secundaria 547 ubicada en el municipio de Atizapán.
Con llanto recordó que en el mensaje decía: "cuando yo me vaya, déjenme ir, tengo muchas cosas qué hacer y ver, no se aten a mí con sus lágrimas, por los hermosos años demos las gracias".
La señora Azucena hizo un paréntesis mientras que suspiró profundamente para tomar aliento y exclamar: "probablemente ya predecía que le iba a pasar algo. Mi hijo está muerto y no hay poder humano que nos lo devuelva".
Luego la madre de familia tomó fuerza y leyó el mensaje que a la letra dice: "...doy gracias a cada uno de ustedes por el amor que me brindaron pero ahora tengo que viajar solo.
"Si quieren expresar su dolor lloren un momento, dejen que la fe en Dios conforte su pena, sólo nos separamos un tiempo, mantengan la calma y los recuerdos en el corazón, la vida sigue adelante, no estaré lejos, si me necesitan piensen en mí y estaré entre ustedes.
"Aunque no me miren ni me puedan tocar yo estaré cerca, sentirán el calor de mi amor en sus corazones y cuando ustedes tengan que viajar por este camino, yo los recibiré con una sonrisa y les daré la bienvenida".
QUERIA SER MAESTRO
El sueño de Ricardo era convertirse en un verdadero profesor.
"Me decía a cada rato que quería ser maestro, pero no como los que andan por ahí echando grilla. Decía que iba a ser de los buenos para enseñarles bien a sus alumnos y aprendieran lo necesario para abrirse camino en la vida", así de esa manera recuerda el abuelo al joven que también tiene el nombre de Ricardo.
El abuelo materno, quien inició la denuncia contra el estudiante de secundaria considerado el agresor, de 16 años de edad, dijo que su nieto no se metía con nadie y no sabían que hubiera tenido alguna diferencia con sus compañeros u otros.
Comentó que su única pasión era escuchar y tocar música. "Era fanático del grupo El Tri, unos días antes de que muriera nos compuso una canción, se la dedicó principalmente a su hermanito".
El señor Ordoñez dijo que el joven Ricardo cuando había una reunión en su hogar era el centro de atención de la familia, ya que con su guitarra y su forma de pensar provocaba que lo quisieran.
No hay dinero que pueda pagar la vida de mi nieto, "pedimos que se aplique la ley, para que sirva de ejemplo y no se vuelva a repetir un hecho como éste".
Tanto el abuelo, como varios integrantes de la familia de Ricardo se ganan la vida vendiendo aguas y tortas en un triciclo.
Los padres del joven estudiante de secundaria que hace un mes perdiera la vida de un disparo provocado por uno de sus compañeros en el salón de clases, exigen justicia y todo el peso de la ley para el agresor.
La señora Azucena Ordóñez, madre del estudiante que en vida llevaba el nombre de Ricardo Alvarado, con indignación comentó que teme que en este mes que viene logre su libertad Edgar Giovanny Guzmán, quien supuestamente fue quien accionó el arma.
Con llanto expresó que el muchacho no solamente es el culpable, al asegurar que los profesores tenían conocimiento de que Edgar, al menos en tres ocasiones, ingresó el arma a la escuela.
"Incluso ya se le había detectado cocaína en la mochila y escondida entre los dobleces de la ropa, sin embargo nunca recibió ni un castigo", abundó.
La madre de familia, quien manifestó que de manera constante en la secundaría 547, ubicada en la Colonia San Miguel, municipio de Atizapán, Estado de México, donde sucedió la desgracia, de manera constante los mismos padres en coordinación con autoridades de la escuela realizaban operativo mochila.
La señora Azucena dijo que ya había reportes de la peligrosidad que representaba Edgar Giovanny, ya que de manera constante amenazaba a los alumnos y les mostraba la pistola.
DESPEDIDA
Una carta de despedida que Ricardo escribió unas horas antes de que muriera podría convertirse en prueba de que hubiera sido amenazado con anterioridad por parte de su agresor.
Y es que no existe una explicación por sus seres queridos de qué lo pudo haber inspirado a que, unas horas antes de que se fuera a la escuela, se decidiera coger la pluma y el papel para escribir palabras que se entienden como una despedida definitiva.
Con llanto recordó que en el mensaje decía: "cuando yo me vaya, déjenme ir, tengo muchas cosas qué hacer y ver, no se aten a mí con sus lágrimas, por los hermosos años demos las gracias".
La señora Azucena hizo un paréntesis mientras que suspiró profundamente para tomar aliento y exclamar: "probablemente ya predecía que le iba a pasar algo. Mi hijo está muerto y no hay poder humano que nos lo devuelva".
Luego la madre de familia tomó fuerza y leyó el mensaje que a la letra dice: "...doy gracias a cada uno de ustedes por el amor que me brindaron pero ahora tengo que viajar solo.
"Si quieren expresar su dolor lloren un momento, dejen que la fe en Dios conforte su pena, sólo nos separamos un tiempo, mantengan la calma y los recuerdos en el corazón, la vida sigue adelante, no estaré lejos, si me necesitan piensen en mí y estaré entre ustedes.
"Aunque no me miren ni me puedan tocar yo estaré cerca, sentirán el calor de mi amor en sus corazones y cuando ustedes tengan que viajar por este camino, yo los recibiré con una sonrisa y les daré la bienvenida".
QUERIA SER MAESTRO
El sueño de Ricardo era convertirse en un verdadero profesor.
"Me decía a cada rato que quería ser maestro, pero no como los que andan por ahí echando grilla. Decía que iba a ser de los buenos para enseñarles bien a sus alumnos y aprendieran lo necesario para abrirse camino en la vida", así de esa manera recuerda el abuelo al joven que también tiene el nombre de Ricardo.
El abuelo materno, quien inició la denuncia contra el estudiante de secundaria considerado el agresor, de 16 años de edad, dijo que su nieto no se metía con nadie y no sabían que hubiera tenido alguna diferencia con sus compañeros u otros.
Comentó que su única pasión era escuchar y tocar música. "Era fanático del grupo El Tri, unos días antes de que muriera nos compuso una canción, se la dedicó principalmente a su hermanito".
El señor Ordoñez dijo que el joven Ricardo cuando había una reunión en su hogar era el centro de atención de la familia, ya que con su guitarra y su forma de pensar provocaba que lo quisieran.
No hay dinero que pueda pagar la vida de mi nieto, "pedimos que se aplique la ley, para que sirva de ejemplo y no se vuelva a repetir un hecho como éste".
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