Intentaron "quemar" a "Mamá Rosa" sin saber aún si era culpable, critica la Iglesia

Pa­tri­cia Ca­rras­co

Sin sa­ber si era cul­pa­ble o no, "ya que­rían que­mar en le­ña ver­de" a Ma­ría Ro­sa Ver­duz­co, co­no­ci­da co­mo "Ma­má Ro­sa", di­rec­to­ra del al­ber­gue "La Gran Fa­mi­lia", ma­ni­fes­tó el ar­zo­bis­po pri­ma­do de Mé­xi­co.

En la mi­sa do­mi­ni­cal en la Ca­te­dral Me­tro­po­li­ta­na, el ar­zo­bis­po pri­ma­do de Mé­xi­co, ase­ve­ró que aun­que hu­bo quién de­fen­dió a la di­rec­to­ra del al­ber­gue "La Gran Fa­mi­lia", acu­sa­da de tra­ta de per­so­nas y ex­plo­ta­ción in­fan­til, tan­tos la de­fen­dían, "que­re­mos dar sen­ten­cia de muer­te a los que se­cues­tran, ro­ban, asal­tan, sin na­da de jui­cio".

Asi­mis­mo, se ele­vó una ora­ción por los fa­lle­ci­dos en el avión de pa­sa­je­ros de Ma­lay­sia Air­li­nes con 298 per­so­nas, el cual fue de­rri­ba­do en el es­te de Ucra­nia por un mi­sil, pa­ra que Dios los re­ci­ba en su rei­no, y a las fa­mi­lias de los fa­lle­ci­dos les dé se­re­ni­dad y paz en sus co­ra­zo­nes.

"Han es­cu­cha­do en es­tos días el ca­so de una se­ño­ra de Za­mo­ra, Mi­choa­cán, mu­cha gen­te la que­ría que­mar en le­ña ver­de, sin sa­ber si ella te­nía al­gu­na cul­pa o no y otros tan­tos la de­fen­dían, yo no sé si la co­no­cían o no, pe­ro mu­chas ve­ces", ci­tó.

"No­so­tros da­mos sen­ten­cias de muer­te y qui­sié­ra­mos que aque­llos que se­cues­tran, que ro­ban y asal­tan me­jor los ma­ta­ran, na­da de jui­cios, que los de­sa­pa­rez­can, sin em­bar­go, Dios pi­de 'pa­cien­cia, co­mo él tie­ne pa­cien­cia, ya ven­drá el tiem­po del jui­cio".

En la ora­ción de los fie­les se oró por to­dos los di­ri­gen­tes de la Tie­rra, pa­ra que el es­pí­ri­tu lle­ne sus co­ra­zo­nes y los lle­ve a preo­cu­par­se ver­da­de­ra­men­te por la paz en­tre las na­cio­nes.

Tam­bién se dio la bien­ve­ni­da al nue­vo dean de la Ca­te­dral Me­tro­po­li­ta­na.

Des­ta­có que hay quie­nes afir­man que no tie­nen nin­gún pe­ca­do, se creen jus­tos, pa­ra qué vie­nen a re­ci­bir la jus­ti­cia de Dios.

En el ser­món re­sal­tó: "hay gen­te ra­di­cal y ex­tre­mis­ta, cor­ta, arrán­ca­la, el due­ño de aquel cam­po, dé­jen­la cre­cer jun­to con la ci­za­ña, ya ven­drá tiem­po en que se re­co­ja la co­se­cha, y se­pa­ra­rán el tri­go de la ci­za­ña, ve­mos que de par­te de Dios la se­mi­lla es bue­na, lo que ha sem­bra­do en nues­tros co­ra­zo­nes es bue­no".