Patricia Carrasco
La Iglesia Católica está dispuesta al cambio, a modificar sus errores, a cambiar lo que ha hecho mal, a abrirse a los juicios constructivos, los que están alejadas de críticas corrosivas, de odio, de venganza. Y está abierta también a sus enemigos.
"La Iglesia se abre también a los enemigos. Abran las puertas a las protestas y a las objeciones de sus colaboradores".
En su homilía, el arzobispo primado de México resaltó que la Iglesia es santa en su fundador, pero formada por hombres y mujeres pecadores, por lo que a todos les toca contribuir positivamente a mejorarla, ayudarla hacia una fidelidad siempre renovada, que no se logra con críticas corrosivas.
Ante los creyentes reunidos en la Catedral Metropolitana manifestó que la Iglesia fundada por Cristo no es fortaleza, es barca y sacramento de salvación, es el Cuerpo de Cristo, es Pueblo de Dios, es edificación de Dios en donde todos nosotros somos piedras vivas elegidas por Cristo.
"La Iglesia ha sido constituida por Cristo y guiada por su Espíritu a través de los siglos, y no podemos pretender hacerla según nuestros criterios personales. Tiene por voluntad de su fundador una guía formada por el sucesor de Pedro y de los apóstoles".
La Iglesia es Madre en la que renacemos a la vida nueva en Dios y una madre, ante todo, debe ser amada, indicó.
El arzobispo primado de México externó que en sus visitas a los distintos decanatos de la arquidiócesis, ha tenido un encuentro especial con los jóvenes, con dos preguntas muy sencillas; "si ustedes están aquí es que algo bello han encontrado en la Iglesia, diga qué cosas buenas tiene su Iglesia.
"Y ustedes, quién dicen que soy yo? Jesús sigue pidiéndote a ti y a mí y a todos los que se dicen creyentes una respuesta y una respuesta personal y comunitaria", refirió.
Hace tiempo fue Pablo VI y después de Juan Pablo II, luego Benedicto XVI, ahora Francisco, hombres entresacados de los hombres con carisma especiales pero que tienen la misma función de Pedro.
La Iglesia protegerá a los suyos a su manera, no como la encina y la piedra, porque la encina y la piedra se destruyen, no dan seguridad, en cambio la Iglesia permanecerá. La Iglesia se abre también a los enemigos. ¡Abran las puertas!"
La Iglesia Católica está dispuesta al cambio, a modificar sus errores, a cambiar lo que ha hecho mal, a abrirse a los juicios constructivos, los que están alejadas de críticas corrosivas, de odio, de venganza. Y está abierta también a sus enemigos.
"La Iglesia se abre también a los enemigos. Abran las puertas a las protestas y a las objeciones de sus colaboradores".
En su homilía, el arzobispo primado de México resaltó que la Iglesia es santa en su fundador, pero formada por hombres y mujeres pecadores, por lo que a todos les toca contribuir positivamente a mejorarla, ayudarla hacia una fidelidad siempre renovada, que no se logra con críticas corrosivas.
Ante los creyentes reunidos en la Catedral Metropolitana manifestó que la Iglesia fundada por Cristo no es fortaleza, es barca y sacramento de salvación, es el Cuerpo de Cristo, es Pueblo de Dios, es edificación de Dios en donde todos nosotros somos piedras vivas elegidas por Cristo.
La Iglesia es Madre en la que renacemos a la vida nueva en Dios y una madre, ante todo, debe ser amada, indicó.
"Y ustedes, quién dicen que soy yo? Jesús sigue pidiéndote a ti y a mí y a todos los que se dicen creyentes una respuesta y una respuesta personal y comunitaria", refirió.
Hace tiempo fue Pablo VI y después de Juan Pablo II, luego Benedicto XVI, ahora Francisco, hombres entresacados de los hombres con carisma especiales pero que tienen la misma función de Pedro.
La Iglesia protegerá a los suyos a su manera, no como la encina y la piedra, porque la encina y la piedra se destruyen, no dan seguridad, en cambio la Iglesia permanecerá. La Iglesia se abre también a los enemigos. ¡Abran las puertas!"
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