Patricia Carrasco
El país, así como el Distrito Federal "tienen un futuro venturoso" aseguró la Iglesia Católica, en su mensaje de Navidad, al convocar a los católicos y no creyentes a ser conscientes de los retos que implica vivir en una sociedad tan compleja como la nuestra.
Alertó que los buenos deseos que se generan en esta época del año "no deben hacernos olvidar nuestra lucha frontal contra todo lo que siembra muerte y pobreza", pues dijo que "no es verdad que todo está perdido para las personas" o que el único futuro es el del "ascetismo y el miedo".
"La coyuntura que vivimos exige que en muchos órdenes e instancias promovamos la colaboración y el entendimiento, incluso con aquellos a quienes tememos, no conocemos o no hacemos caso simplemente porque se encuentran en otra condición social, civil o ideológica", afirmó el arzobispo Primado de México.
un mundo nuevo
Ante los fieles reunidos en la Catedral Metropolitana afirmó: la Iglesia canta en esta noche santa de Navidad el nacimiento del Hijo de Dios, que es nuestra vida, que transforma nuestra existencia porque hace suyas todas nuestras miserias, deseos y esperanzas.
El arzobispo convocó a promover la esperanza, a pesar de que al mirar a la sociedad "nos pueda dar la impresión de que las cosas parecen ir en una dirección que produce desconfianza, derrotismo, recelo y sensación de inutilidad".
La Navidad nos comunica la buena noticia de que cualquiera de nosotros es amado y somos libres, que podemos avanzar hacia algo mejor y podemos comprometernos nuevamente en rehacer la sociedad, así como se fue haciendo hombre el recién nacido en Belén.
En su homilía con motivo de la Navidad, afirmó que hay espacio para un mundo nuevo "en medio de estas realidades, cuya consideración nos resulta agobiante y nos hace rebelarnos".
Asimismo, conminó a promover, con la participación de todos los ciudadanos y de la comunidad, un "nuevo estilo de valores que provoque un nuevo estilo de vida, ahí donde difícilmente se puede esperar algo nuevo".
mensaje de esperanza
Afirmó que la Navidad es un mensaje de esperanza para avanzar hacia algo mejor y comprometernos para rehacer a la sociedad.
Imaginémonos presentes ante uno de nuestros nacimientos populares: sólo la cueva está iluminada con una tenue luz, mientras que el entorno está en penumbra.
Las tinieblas simbolizan todo lo que en la sociedad es confusión, autosuficiencia cerrada a Dios y a los demás, organización pensando únicamente en nuestras débiles fuerzas. Esto provoca frecuentemente amargura, desesperación y hasta resignación ante las muchas cosas que no podemos hacer ni conseguir.
"La escena de la Navidad es una escena sin palabras. Ni María, ni José pronuncian palabra alguna. Es un acontecimiento que envuelve con su silencio. Los mismos pastores que acudieron al llamado, simplemente contemplaron y adoraron".
El primer contenido del mensaje navideño es, pues, que Dios está presente: "pero ahora se ha manifestado la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres. El nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia"
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