Raúl Macías, Foto: Luis A. Barrera
Su cara quedó boca abajo, manchada de sangre por el fuerte golpe al ser arrollado por un taxista, que al parecer circulaba a exceso de velocidad por el Eje 8 Popocatépetl. Junto al viejito quedó volteado su carrito de supermercado, en el cual todos los días transportaba sus dulces que vendía en una escuela de la zona; los niños lo esperaron para comprar una golosina, pero ya no llegó.
Al conocerse del deceso del señor Victorino Díaz Espinosa, elementos de la SSPDF acudieron a abanderar el cuerpo, porque ya se había formado un congestionamiento vial en el Eje 8 Popocatépetl y la esquina de Bruno Travel, Colonia Pedro María Anaya, sitio en donde se logró la detención del trabajador del volante que embistió a este hombre de la tercera edad.
Nada pudieron hacer los paramédicos porque el señor ya había dejado de existir. Su cuerpo quedó boca abajo en medio de un charco de sangre; los gritos de dolor de sus familiares eran desgarradores, no daban crédito a lo que veían, sobre todo porque minutos antes salió muy alegre de su vivienda y les dijo que en cuanto terminara su venta regresaría.
Los minutos fueron pasando y algunos de los niños que iban con rumbo a la escuela, de inmediato lo reconocieron, pero sus padres les apresuraron el paso para que no vieran tan desagradable escena. Los elementos de tránsito de la policía capitalina se dieron a la tarea de desviar a los automovilistas para que no entorpecieran la llegada de la ambulancia del Servicio Médico Forense.
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