Fotos: Luis A. Barrera
Raúl Macías.
Un fuerte dolor en el pecho hizo que el conductor de un taxi se orillara cuando circulaba sobre Avenida Pacífico, Colonia el Rosedal; personas que se encontraban cerca imaginaban que esperaba a alguien que le hubiera hecho la parada, pero desconocían que fue la muerte quien se subió y lo sorprendió mientras requería ayuda.
El trabajador del volante, quien respondía al nombre de Alfredo Cabrera Palacios, circulaba ayer por la referida vialidad, pero antes de llegar a la referida unidad de la Delegación Iztacalco, se comenzó a sentir mal. Bajó la velocidad del taxi Tsuru que conducía y se fue orillando mientras que se llevaba una mano al pecho y con la otra conducía el carro de alquiler, pero era su último viaje.
Segundos después se estacionó bien para poder solicitar apoyo, el hombre echó su cabeza para atrás y así se quedó en el sueño eterno, con su boca abierta como un rictus de dolor y desesperación, quizá pensando en que ya la parca era su pasajera y tenía que ahora él ir a donde ella lo llevara; esa fue la paradoja de alguien que durante varios años era quien llevaba a los pasajeros a su destino.
Cuando algunas personas se percataron que el hombre no se movía, en algún momento pensaron que tal vez se sentía cansado y se echaba "un coyotito", pero conforme fueron avanzando los minutos y no se movía, un vecino se le acercó y le habló, pero no encontró respuesta, por lo que al tratarlo de "despertar" al tocarle el brazo, lo sintió rígido y esto lo preocupó.
Para poder trasladar el taxi placas B-31-969, se pidió el apoyo de una grúa, esperando que los familiares de la víctima muestren los papeles de la acreditación de propiedad y de este modo poder liberar la unidad automotor en la que un infarto le arrebató la vida al humilde trabajador del volante.
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