Patricia Carrasco
Los católicos festejaron ayer el Domingo de Ramos con diversas figuras trenzadas hechas de palma fresca y seca, además de cruces o imágenes religiosas con manzanilla o romero para recordar la entrada triunfal de Jesús de Nazaret a Jerusalén, aclamado por la multitud, días antes de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Ayer inició la Semana Santa, donde Jesús viene para rescatarnos del caos que provocamos al desconfiar de su amor y cometer el pecado, con el que nos encerramos en la prisión del egoísmo y abrimos las puertas del mundo al mal y a la muerte, afirmó en su homilía, Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM.
La tradición de la misa de Domingo de Ramos y el rito de la procesión de las palmas, en que se bendicen los ramos con los que se aclama al Señor, se escenificó en todos los templos católicos del México y el mundo.
Los creyentes llevan sus ramos, los cuales colocan detrás de su puerta de entrada o en alguna otra parte de su hogar para que el sacerdote lo bendiga.
Los ramos son el signo de la participación gozosa en el rito procesional, expresión de la fe de la Iglesia en Cristo, Mesías y Señor, que va hacia la muerte para la salvación de todos los hombres. Por eso, este domingo tiene un doble carácter: de gloria y de sufrimiento, que es lo propio del misterio pascual.
El obispo de Puebla señaló en su sermón: ¡recibamos a Jesús! Digámosle: "hosanna", es decir: "¡Sálvame, te lo ruego!". El nos rescata con la fuerza del amor, capaz de vencer al pecado, al mal y la muerte, y de hacer triunfar la verdad, la justicia, la libertad, el progreso y la vida.
Jesús no se dejó someter por el egoísmo que esclaviza. "No permitió que le arrebataran su identidad y lo desviaran de lo que debía hacer, la traición de un amigo, el abandono de sus íntimos, las mentiras, las presiones, las calumnias, las injusticias, el rechazo, la confusión del pueblo, la corrupción de las autoridades religiosas y políticas, las ofensas y la violencia".
Resaltó que aunque en medio del dolor se sintió abandonado, siguió confiando en Dios y dejándose ayudar por él para hacer lo que debía. Así ha dado comienzo a una vida plena y eterna para todos.
"Escuchemos a Dios y no nos echemos para atrás frente a las propias limitaciones, enfermedades y cansancios; frente a los problemas e incomprensiones en casa, el noviazgo, con los vecinos, en la escuela y en el trabajo; frente a los defectos del clero y de algunos laicos; frente a la inequidad, las injusticias, la corrupción, la impunidad, la falta de oportunidades, la pobreza, la inseguridad, la violencia y la indiferencia que hay en nuestro país y en el mundo".
Hagamos el bien que nos toca. "Así contribuiremos a mejorar nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestra sociedad y nuestro mundo". Y si llegamos a sentirnos abandonados y desanimados, por favor recordemos que con Dios nunca estamos solos, como ha dicho el Papa.
Los católicos festejaron ayer el Domingo de Ramos con diversas figuras trenzadas hechas de palma fresca y seca, además de cruces o imágenes religiosas con manzanilla o romero para recordar la entrada triunfal de Jesús de Nazaret a Jerusalén, aclamado por la multitud, días antes de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Ayer inició la Semana Santa, donde Jesús viene para rescatarnos del caos que provocamos al desconfiar de su amor y cometer el pecado, con el que nos encerramos en la prisión del egoísmo y abrimos las puertas del mundo al mal y a la muerte, afirmó en su homilía, Eugenio Lira Rugarcía, obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM.
La tradición de la misa de Domingo de Ramos y el rito de la procesión de las palmas, en que se bendicen los ramos con los que se aclama al Señor, se escenificó en todos los templos católicos del México y el mundo.
Los ramos son el signo de la participación gozosa en el rito procesional, expresión de la fe de la Iglesia en Cristo, Mesías y Señor, que va hacia la muerte para la salvación de todos los hombres. Por eso, este domingo tiene un doble carácter: de gloria y de sufrimiento, que es lo propio del misterio pascual.
El obispo de Puebla señaló en su sermón: ¡recibamos a Jesús! Digámosle: "hosanna", es decir: "¡Sálvame, te lo ruego!". El nos rescata con la fuerza del amor, capaz de vencer al pecado, al mal y la muerte, y de hacer triunfar la verdad, la justicia, la libertad, el progreso y la vida.
Jesús no se dejó someter por el egoísmo que esclaviza. "No permitió que le arrebataran su identidad y lo desviaran de lo que debía hacer, la traición de un amigo, el abandono de sus íntimos, las mentiras, las presiones, las calumnias, las injusticias, el rechazo, la confusión del pueblo, la corrupción de las autoridades religiosas y políticas, las ofensas y la violencia".
Resaltó que aunque en medio del dolor se sintió abandonado, siguió confiando en Dios y dejándose ayudar por él para hacer lo que debía. Así ha dado comienzo a una vida plena y eterna para todos.
Hagamos el bien que nos toca. "Así contribuiremos a mejorar nuestro matrimonio, nuestra familia, nuestra Iglesia, nuestra sociedad y nuestro mundo". Y si llegamos a sentirnos abandonados y desanimados, por favor recordemos que con Dios nunca estamos solos, como ha dicho el Papa.
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