Patricia Carrasco
Al celebrar la misa del Domingo de Pascua en la Catedral Metropolitana, el Cardenal Norberto Rivera Carrera hizo un llamado a los creyentes a ser testigos de la resurrección de Jesucristo, en este hecho de esperanza y fe para los que viven bajo la tensión de las armas, a migrantes que entran o salen de nuestras fronteras en busca de una mejor vida para sí y para sus familias, a los que sufren la violación de sus derechos y a los que viven bajo la persecución religiosa.
Sobre todo en estos tiempos donde los hombres caminan tan perdidos detrás de las modas y de los falsos profetas.
Comentó: no es difícil encontrar entre nosotros a hombres y mujeres tristes y desconsolados porque no encuentran el sentido de sus vidas: cuando muere un familiar, cuando la crisis económica amenaza a tantas de nuestras familias de esta gran ciudad, cuando vemos tantas injusticias a las que no podemos poner remedio desde nuestros limitados recursos humanos. Todos sabemos quién es ese familiar, amigo o vecino que necesita de la esperanza de la resurrección para continuar su vida con dignidad.
En su homilía, el purpurado invitó también a los fieles a tener una participación responsable en la vida familiar, comunitaria y cívica, como virtud social para construir la democracia, pero no sólo el día de las elecciones, sino en una actitud cotidiana de corresponsabilidad.
En la oración a los fieles se elevó una plegaria por toda la Humanidad para que haya paz justa y fraternidad universal, en especial se pidió por los cristianos del medio oriente, que sufren la persecución y el martirio.
Además se oró porque la renovación que supone la resurrección de Jesucristo llegue a los que sufren, a los más pobres, a quienes se les ha negado el acceso a la justicia y a sus derechos más fundamentales, como la vida desde su concepción y hasta su muerte natural.
El Arzobispo Primado de México conminó a los presentes en el recinto católico más importante del Centro Histórico a salir al encuentro de las nuevas situaciones en la sociedad contemporánea, donde ya no se oye hablar de Cristo, es decir, los nuevos areópagos modernos de los que hablaba el Papa Juan Pablo II en la Carta Encíclica Redemptoris Missio: "el areópago de los medios de comunicación social, el areópago de la cultura y de la ciencia, del arte y del pensamiento, del espectáculo, del deporte y de la política".
Creemos en que Jesucristo resucitó al tercer día, según las Escrituras, y también creemos que una fe que no se encarna como cultura de vida no es auténtica fe, por eso queremos expresarla en lo social.
Jesucristo ha muerto y resucitado por todos: ¡El es nuestra esperanza! Esperanza verdadera para cada ser humano, resaltó.
Hay que salir al encuentro de las nuevas situaciones, explicó, y convertirnos en agentes evangelizadores para desencadenar una renovada conciencia de la participación social.
"En esta mañana de Pascua me dirijo a todos ustedes con la noticia más importante que el hombre haya podido escuchar y conocer jamás: nuestro Señor Jesucristo, que sufrió todo un sin fin de tormentos hasta morir en la cruz del Gólgota para que fueran perdonados nuestros pecados, ha resucitado como lo había previsto", agregó.
Cristo ha redimido a la humanidad entera, a todos los hombres, sin excepción. Cristo, víctima inocente de una cruz, que debía ser la nuestra, nos ha reconciliado a nosotros, pecadores, con el Padre. Por eso, en esta gran Fiesta de la Pascua de resurrección anunciamos la reconciliación de la Humanidad con Dios, por obra de Cristo
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