Raúl Macías
La herida no ha cerrado aún, con las costras dejadas por la cicatriz de la partida amarga, del dolor profundo, del corazón desgarrado, quienes vivieron en carne propia la tragedia del 29 de enero en el Hospital Materno-Infantil de Cuajimalpa recordaron segundo a segundo la explosión, cuando expusieron sus vidas para salvar otras y, una más desgarradora, cuando sus familiares murieron tras rescatar a unos angelitos.
Son casi dos meses y medio de la tragedia y ayer en la Asamblea Legislativa se otorgó la medalla al Mérito Ciudadano 2015 a los familiares directos de las enfermeras que perdieron la vida en el cumplimiento de su deber Mónica Orta y Ana Lilia Gutiérrez Ledesma, al camillero Jorge Luis Tinoco Muñoz; así como a la enfermera Reina Casas Medina, al menor Jonathan Tobón y al policía Mauro Enrique Vera Suárez.
Como héroes fueron recibidos en el recinto de Allende y Donceles, en donde los representantes populares recordaron a los que partieron tras su noble acción y a quienes salvaron vidas y, sobre todo, cuidaron las suyas. Cada palabra en la que se recordaba la tragedia taladraba en lo más profundo del corazón de familiares de las enfermeras que se fueron al cielo con el agradecimiento de la población.
Se pidió un minuto de silencio, que duele a los deudos, ya no escucharán la voz ni la risa de Mónica y Ana Lilia, solamente hacen ese silencio para rezar por ellos en la intimidad del hogar, y en esta sesión solemne desearon con el alma que también en vida hubieran recibido la medalla con la que se reconocía su amor al prójimo, que por una ineptitud del personal de la gasera las llevó a la tumba.
Ahí estaban los familiares llenos de tristeza y de dolor, porque aseguran que la herida no ha cerrado; que sigue abierta y no cicatriza aunque dentro de sus corazones viven sus seres queridos; en ese recuerdo de aquellos años en los que con alegría y orgullo salían al Hospital de Cuajimalpa a darlo todo por salvar vidas, sin pensar que en su centro de trabajo la suya pendía de un hilo.
Vino entonces en la tribuna de la ALDF el "agradecimiento eterno, porque ofrendaron su vida sin reparos ni consideraciones mezquinas, en aras de salvar la vida de niños recién nacidos que no tenían la mínima oportunidad de sobrevivir a la poderosa fuerza de la explosión. Hoy la ciudad lamenta la pérdida de esos inigualables seres humanos".
Con las lágrimas asomando en sus ojos, cada uno pasó a recibir el reconocimiento y la medalla que la sociedad entrega a quienes dieron su vida por salvar otras. Minutos después se entonó el Himno Nacional
.
Publicar un comentario