Raúl Macías
El tradicional mariachi no se dio abasto para atender las solicitudes de serenata, amenizar el almuerzo o la comida o bien para entonar alguna melodía en el panteón, en recuerdo de las madres que están en el cielo.
Desde muy temprano los puestos de flores se vieron saturados, pues muchos tuvieron la intención de despertar a mamá con un ramo en la mano para adornar el hogar.
Los lugares que venden comida para llevar lucieron grandes filas, mientras que en los restaurantes había lista de espera.
A unos pasos de los restaurantes había otras madres, que laboran en una esquina vendiendo algún producto, pero otros casos piden limosna con sus hijos en brazos.
Fue una ciudad de enormes contrastes, más aún cuando las flores las vendió una mujer que también es madre y en los restaurantes sucedió algo parecido, pues ahí laboran en la gerencia, recepción, cocina y diversas áreas.
Y no podía faltar el festejo en una trajinera por los canales de Xochimilco, para disfrutar una rica barbacoa o pancita, con un gran ambiente de conjunto norteño o bien el mariachi, en un lugar representativo de la capital del país.
Así los festejos empezaron desde muy temprano y se prolongaron entrada la noche, para hacer feliz a las madres
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