Patricia Carrasco
La Arquidiócesis Primada de México sostuvo que las elecciones del 7 de junio revelaron el fastidio del pueblo de México hacia el tripartidismo y la urgencia de un cambio en el sistema de partidos, dio paso a "situaciones inéditas" como la elección de candidaturas independientes -Jaime Rodríguez "El Bronco", a la gubernatura en Nuevo León; la alcaldía de Morelia, Michoacán; la diputación local de Guadalajara, y una diputación federal por el distrito 5 de Sinaloa-, y además, se puso fin a la "hegemonía amarilla" en la ciudad de México.
El mapa político del Distrito Federal cambió, agregó, y la jornada electoral puso fin a la hegemonía amarilla que venía avasallando en delegaciones y en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF). Desde 1997, la Ciudad de México fue sometida al control de un partido que, por falta de competencia y renovación, se enquistó en el poder para confiarse falsamente en un respaldo perpetuo.
Precisó que los resultados electorales revelaron el hartazgo ciudadano, y el voto expresó la urgencia de un cambio en el sistema de partidos.
A pesar de la baja participación, el 47 por ciento de los inscritos en el padrón nacional, la voluntad ciudadana dio paso a situaciones inéditas, cuestionando el régimen actual y reconfigurando escenarios electorales para terminar con hegemonías que se pensaba eran imposibles de acabar.
En el editorial titulado, "Después de las elecciones" publicado en el semanario católico "Desde la fe", consideró urgente recuperar la credibilidad en el sistema democrático para superar los altos niveles de abstencionismo.
"La ciudadanía merece más que un sistema de partidos políticos, pues manifestó su voluntad para cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde", indicó.
En opinión de la Iglesia católica capitalina las candidaturas independientes son "un buen indicio para dar un respiro de aire fresco frente al tufo podrido de los partidos políticos", y en el caso de la ciudad de México, los resultados rompieron con el control "de un partido" -refiriéndose al PRD, aunque no lo mencionó- "que por falta de competencia y renovación se enquistó en el poder para confiarse falsamente de un respaldo perpetuo".
La jerarquía católica consideró como un buen indicio el estreno de las candidaturas independientes, para dar un respiro de aire fresco frente al tufo podrido de los partidos políticos, al confirmarse los triunfos de aspirantes sin partido a una gubernatura, a presidencias municipales y a una curul en el Poder Legislativo. Los resultados son evidentes y la descomposición emerge. Durante estas décadas, la ciudadanía de la capital padeció injusticias creadoras de ordenamientos contra las personas; en la ALDF se incubaron desgraciadas legislaturas de donde emanaron normatividades atentatorias contra la vida de los no nacidos y de la familia, además de la corrupción en el seno del órgano legislativo, opaco en sus cuentas e incapaz de la transparencia de cara a la gente.
Hizo hincapié en que la administración pública sufrió la incompetencia de delegados y exjefes de gobierno, quienes abandonaron la ciudad dejándola a merced de la corrupción y de las tribus que hicieron de las demarcaciones auténticos nidos de nepotismo, encubrimiento e impunidad.
Por desgracia, el pueblo del DF sufrió pérdidas millonarias por obras faraónicas inservibles por las que nadie ha respondido.
La debacle amarilla fue reconocida por las dirigencias: renovarse o morir; sin duda, presagios nada halagüeños para esa izquierda a la que el electorado pasa factura.
En insinuación a Morena, expuso que la ciudadanía espera que "esta fuerza política emergente que se lleva la mayoría de la ALDF e importantes delegaciones, lleve a cabo un cambio para terminar con los males que padece el DF", citó.
"Ahora, la fuerza política emergente se lleva la mayoría de la ALDF e importantes delegaciones por el número de habitantes y el manejo de recursos presupuestales; la ciudadanía espera realmente que este cambio no sea sólo de nombre para seguir perpetuando los males que aún padece el Distrito Federal.
Por lo pronto, no puede decirse que las cosas sigan igual, puesto que la ciudadanía manifestó su voluntad, no por partidos sino para cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde
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