Raúl Macías, Foto: Sergio Vázquez
Un taxista anduvo en servicio desde la mañana, circuló por varias calles de la Ciudad de México hasta que el hambre apretó y era necesario acudir a su casa a disfrutar de los sagrados alimentos. Manejó hasta la calle Pedro Aguirre Cerda, en la Delegación Alvaro Obregón y comenzó a subir unas escaleras para dirigirse a la calle Antonio Ríos, en la Colonia Segunda Ampliación Presidentes, de pronto recibió un disparo en la espalda que le quitó la existencia.
Eran las 15:40 horas, ya la gente andaba apurada para ir a sus hogares a comer y otros más a descansar después de haber cumplido con su trabajo. De pronto algunas mujeres entraron en crisis cuando escucharon cerca de ellas un disparo de arma de fuego y vieron cómo se alejaba a toda prisa del lugar un sujeto, metros más adelante descubrieron el cuerpo de la víctima.
En cuestión de segundos se presentaron en el lugar, para ese entonces ya se encontraban los elementos de la policía capitalina, que habían acordonado el área y no les permitieron pasar para que no se contaminara el área de los hechos; desde un par de metros cercanos, los deudos lloraban por la muerte de su familiar, quien aseguraron se desempeñaba como taxista.
Los peritos a su llegada movieron un poco el cuerpo de la víctima, quien tenía las manos engarruñadas sobre su pecho; fue entonces que descubrieron que presentaba un disparo de arma de fuego en la espalda, lo que le ocasionó la muerte de manera instantánea. Cerca del lugar se localizó un casquillo percutido, pero no se reveló el calibre del arma con que fue disparada la bala.
Vecinos de la víctima solamente dijeron a los investigadores que iban caminando cuando de pronto escucharon un disparo, no vieron bien al sujeto que le quitó la vida a Juan Antonio, pero lo que sí explicaron es que nunca se le acercó, no escucharon ninguna discusión, lo que hace pensar a los policías que se trató de una venganza o posible ajuste de cuentas.
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